Ciudad del Vaticano.- Días después de clausurar una agitada reunión de obispos de todo el mundo, el papa Francisco volcó su atención el martes a cuestiones domésticas no menos ásperas.
El pontífice emitió una enérgica advertencia a los burócratas del Vaticano a obedecer las leyes y reglas del Vaticano mientras reestructura la administración de la Santa Sede, en un indicio de que los encargados de instrumentar las reformas quizás necesitan encauzarse ellos mismos.
Francisco envió una carta inusual al secretario de estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolin, en la que le pide que recuerde a los líderes de la Curia que deben cumplir con las leyes sobre la estructura y poderes de la administración actual y seguir las reglas sobre nuevas incorporaciones, transferencias y topes salariales.
Según las leyes actuales, la oficina de Parolin está al tope de la jerarquía del Vaticano y a cargo de recursos humanos. El año pasado impuso una congelación de contrataciones.
Un objetivo de la carta papal podría ser el nuevo Secretariado para la Economía, dirigido por el cardenal australiano George Pell, que ha maniobrado enérgicamente para tratar de ejercer autoridad sobre otras entidades de la Santa Sede y sus finanzas mientras construye su nueva oficina.
El Vaticano nombró en junio un nuevo auditor general. Por otra parte, Francisco creó un Secretariado de Comunicaciones para centralizar todos los medios bajo una misma administración, y anunció que fusionaría tres oficinas del Vaticano en un solo departamento: familia, laicado y bioética.
En otro frente de su agenda de reformas, el papa designó pastores en las importantes arquidiócesis de Bolonia y Palermo.