El Papa sin su aguijón

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ROMA.— ¿El Papa se ha vuelto indeciso? La pregunta importaría menos si no fuera el hombre que es, y si las imágenes de él volteando hacia La Meca en oración en su viaje a Turquía no estuvieran frescas. Sus simpatizantes desde hace tiempo han confiado en las declaraciones valientes de Benedicto XVI, incluso y quizá especialmente si es desagradable oírlas. Pero lo suyo nunca ha sido la mera confrontración torpe. Con su gran cerebro y el peso de la tradición católica romana tras de sí, el Papa Benedicto ha defendido una idea notablemente clara: Existe la verdad, y no nos apartaremos de ella.

Esa propensión a decir la verdad encontró su cita con la historia hace dos meses en el ahora famoso discurso del papa en Regensburg, Alemania. Raro para un líder, hizo una fuerte marca en la lucha contra el terrorismo y el islamismo militante, citando a un emperador bizantino que dijo que el Islam había provocado sólo cosas “malas e inhumanas”. El Islam, pareció decir, estaba apartado de la razón y por tanto era propenso a la violencia.

 Pero en su visita a Turquía la semana pasada, el rostro de la confrontración, y quizá el apego a la certidumbre, parecieron suavizarse. El Primer Ministro Recep Tayyip Erdogan salió feliz de su reunión con el Papa Benedicto, diciendo que el pontífice había apoyado el esfuerzo de Turquía para ingresar a la Unión Europea y así revirtió su oposición personal largo tiempo sostenida.

En lugar de declaraciones duras, el Papa Benedicto sugirió un “diálogo”; un concepto, con respecto al islamismo especialmente, al que no había aparecido completamente abierto antes.

Y así un nuevo e incluso más interesante capítulo en este joven papado, así como en el tema mayor de cómo involucrar al mundo musulmán, incluyendo a aquellos elementos de él que recurren a la violencia, pareció abrirse en la visita de cuatro días del Papa Benedicto a Turquía.

Los interrogantes son muchos, empezando con si el Papa Benedicto, el purista doctrinario, se ha suavizado de algún modo o no. Para algunos de sus simpatizantes más intransigentes, esa, en realidad, podría ser la lección de su visita a Turquía.

“Ha indicado al islamismo que puede hacer concesiones, y reaccionar de otra manera que con indignación ante la intimidación y la violencia”, escribió un blogger conservador en un mensaje emblemático que encontró ecos en la blogósfera católica interesada. “Es una vergüenza. Necesitábamos a Benedicto, y su retirada del debate es una pérdida considerable”.

Pero otros comentaristas, con opiniones variadas del papa, ponen el asunto de otra manera: ¿La idea de la verdad de alguien puede expresarse de otra manera, especialmente cuando la realidad se entromete?

Según muchas versiones, el Vaticano se sacudió profundamente ante la reacción ante el discurso del papa, que era en esencia una crítica a Occidente por inclinarse tanto a la razón que había boloqueado otros valores, como la religión. La sección sobre el islamismo fue breve, y Benedicto puso en claro que estaba citando a otros en su crítica al Islam.

Pero la reacción — y aquí el Vaticano culpa oficialmente a los medios noticiosos — se enfocó en la aguda, aunque breve, crítica al islamismo. Y el mundo musulmán reaccionó con ira. Estallaron manifestaciones en muchos países musulmanes; hubo ataques con bombas en iglesias de Cisjordania y Gaza; pistoleros mataron a una monja italiana en Somalia. El papa mismo fue amenazado, lo que provocó la fuerte seguridad en su viaje a Turquía.

“Este es un papa que realmente no ha comprendido que lo que dice tiene consecuencias para los cristianos en todas partes”, dijo Sergio Romano, columnista de Corriere della Sera y ex embajador italiano ante la OTAN. “Puede ponerlos en peligro. Ha tenido que adoptar una línea más diplomática”.

 Esta nueva fase en el pontificado del Papa Benedicto, entonces, es vista por muchos como una transformación a partir de la comprensión de su papel principalmente como teólogo, interesado en una verdad específica, hacia una mayor apreciación de su papel como una especie de diplomático, que busca equilibrar varias verdades en el servicio de un interés mayor; en este caso, el de la iglesia y sus fieles.

David Gibson, autor de “El Régimen de Benedicto”, publicado en septiembre por HarperSanFranscino, describió el desempeño del papa en Turquía como un momento crucial. Con su oración silenciosa en la mezquita y la cordialidad general, se mostró casi igual de adepto a la política que a la teología.

  “Hemos visto en cierto grado la transformación de Joseph Ratzinger el cardenal y teólogo a Benedicto XVI, papa y estadista”, dijo Gibson. “Dijo e hizo algunas cosas que obviamente van en contra de su disposición personal”.

 Pero, añadió, “fue realmente inteligente. Y no le costó nada”.

Como cualquier buen político, el Papa Benedicto dio un poco a todos y mantuvo sus palabras lo suficientemente vagas (nunca salió y apoyó explícitamente el ingreso de Turquía a la UE) para que la gente pudiera intepretarlas como quisiera.

 El interrogante para los muchos antiguos simpatizantes del pontífice es si este nuevo Papa Benedicto es realmente el mismo hombre, si las declaraciones directas que lo distinguían serán reconocibles en una actitud más política.

 Philip F. Lawler, editor de Catholic World News, influyente sitio Web conservador, dice que cree que lo serán. Aunque reconoció que algunos de los simpatizantes del Papa Benedicto no se sintieron felices con los comentarios sobre la Unión Europea o la visita a la mezquita, el Pontífice planteó en Turquía los mismos asuntos que siempre: la preocupación por la libertad religiosa; el respeto a las minorías religiosas; la denuncia de la violencia en nombre de Dios.

“No lo he visto retroceder desde Regensburg”, dijo. “He visto que plantea las cuestiones de manera diferente. Y he visto la preocupación de que no quiere ofender a las personas por la forma en que plantea las cuestiones. Pero sigue decidido a plantearlas”.

El reverendo Thomas V. Berg, director ejecutivo del Instituto Westchester para la Etica, un grupo conservador de investigación católica, dijo: “El Papa Benedicto se apegará a los principios, pero lo hará con una sonrisa amable”.

  “Ese enfoque le ha permitido ser tan asombrosamente claro sobre los problemas que tiene con el islamismo militante, y al mismo tiempo caminar directo al corazón de uno de los epicentros del mundo islámico y salir como un héroe, un solucionador de conflictgos, un gran humanitario, un hombre de diálogo”, dijo Berg.

  Pero no obstante lo bien que pareciera desarrollarse el nuevo enfoque del Papa Benedicto en Turquía, Gibson, quien describió al Pontífice como un personaje polarizador en su libro, emitió una advertencia: El choque de Este y Oeste, islamismo y cristianismo, no ha terminado. El papel del Papa Benedicto como conciliador es nuevo, no ha sido puesto a prueba y no surge tan naturalmente como su papel más antiguo como hombre de certezas.

“No creo que quiera estar tratando con delicadeza al islamismo mundial”, dijo Gibson. “Pienso que va a haber algunos momentos difíciles”.

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