El papa Francisco llamó hoy al mundo a combatir «coordinadamente» la lucha contra la crisis medioambiental y animó a los países más ricos a liderarla y saldar «la deuda ecológica» con los más pobres, en un mensaje a la Cumbre de Naciones Unidas para el Cambio Climático en Glasgow (COP26).
«Lamentablemente debemos constatar amargamente que estamos lejos de alcanzar los objetivos deseados para combatir el cambio climático y debemos decirlo honestamente: ¡No podemos permitírnoslo!», urgió en un mensaje leído por su secretario de Estado, Pietro Parolin.
Francisco, particularmente sensible a esta cuestión, avisó de que esta batalla implica «un cambio de época» para el que se requiere el compromiso de «todos», especialmente de los países más ricos, y pidió saldar «la deuda ecológica» contraída con los más pobres.
A su juicio, los países más prósperos e industrializados «deben asumir un rol de guía en el ámbito de la finanza climática, la descarbonización del sistema económico y de la vida de las personas, de la promoción de la economía circular y apoyar a los países más vulnerables» para que se adapten a este escenario.
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Porque ello, avisó, supondrá «una verdadera conversión, individual pero también comunitaria», hacia un modelo de desarrollo «más integral e integrador».
Francisco, que dedicó a esta cuestión su segunda encíclica, la «Laudato Sì» (2015), sostuvo que en esta tarea se debe otorgar «un cuidado particular» a las poblaciones más vulnerables con las que con el tiempo «se ha generado una deuda ecológica».
Esta se debe a «los desequilibrios comerciales» entre ricos y pobres y ha implicado consecuencias en el ámbito medioambiental a causa del uso desproporcionado de sus recursos naturales de un mismo país o por parte de terceros. «No podemos negarlo», apostilló.
Y junto a la deuda ecológica, el pontífice latinoamericano también abordó la cuestión de la deuda externa, contraída por los Estados con entidades extranjeras, «cuya presión obstaculiza a menudo el desarrollo de los pueblos».
«La pospandemia puede y debe empezar teniendo en cuenta todos estos aspectos, vinculados también al inicio de atentos procedimientos negociados de condono de la deuda externa asociada a una estructuración económica más sostenible y justa, dirigida a afrontar la emergencia climática», propuso.
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«Es necesario que los países desarrollados contribuyan a resolver la deuda ecológica limitando de forma importante el consumo de energía no renovable y aportando recursos a los países más necesitados para promover políticas y programas de desarrollo sostenible», dijo Francisco, parafraseando su encíclica.
Porque la herida provocada por la crisis medioambiental, junto a la pandemia del coronavirus, «son comparables a las de un conflicto global».
«Así, como al final de la Segunda Guerra Mundial, es necesario que toda la comunidad internacional ponga como prioridad la adopción de acciones colegiadas, solidarias y de largo plazo», apuntó.
Por último reivindicó que «no hay tiempo que esperar» porque la crisis climática ya causa sufrimiento entre la población, con mención especial a los niños, y adelantó que «en el breve futuro los migrantes ambientales serán más que los que huyen de conflictos».
«Hay que actuar con urgencia, valentía y responsabilidad», emplazó el papa, que reconoció que le habría gustado acudir en persona a Glasgow pero «no ha sido posible».