El papel de la juventud es el motor que impulsa los grandes cambios de la humanidad. Desde siempre, son los jóvenes quienes han guerreado, luchado, estudiado, sembrado, cosechado, minado metales preciosos, para beneficio de la humanidad.
Planes que comienzan como sueños que, con trabajo, presión, perseverancia, respeto, arrestos, dejan de ser ideas para convertirlos en hermosas realidades.
Son, pues, los jóvenes los que pueden correr los 42 kilómetros de la maratón, los que tiene ánimo, decisión y emplean la fuerza en favor de sus propósitos.
Esos arrestos, esa fuerza debe ser encaminada dentro de la sabia reflexión que ofreció el poeta Juan Ramón Jiménez a los jóvenes estudiantes universitarios que le preguntaron, antes de que iniciara una conferencia en el centro de estudios: maestro, ¿cuál debe ser el papel de la juventud, peleante o expectante?
El insigne poeta español fue claro y preciso en su respuesta: el estudio de la historia de la humanidad, enseña que el papel de la juventud debe ser activo, encaminado a lograr sus propósitos sin forzar la sociedad a llegar a extremos que la perjudiquen.
Una simple búsqueda de grupos, conglomerados, conspiradores, demuestra que los cambios políticos han sido impulsados, vividos y empujados por la juventud.
Jóvenes eran quienes luchaban por la defensa de la territorialidad de sus naciones, jóvenes eran los que iban a la guerra, a vencer o a morir, conscientes de la necesidad de ganarse un lugar bajo el sol, formando y creando patrias.
El patricio Juan Pablo Duarte sólo tenía 25 años cuando se decidió independizar el país y crear la República Dominicana, en 1838.
El inmenso Simón Bolívar era un joven de 24 años, el 5 de julio de 1811 cuando se proclama la independencia de Venezuela.
El Apóstol, José Martí , tenía escasos 16 años cuando escribió “el amor, madre, a la Patria, es el odio al extranjero que la oprime”.
Fueron esos hombres, jóvenes de ese calibre, quienes supieron tomar las riendas para que sus países se convirtieran en Parias independientes.
Ningún país tiene deudas con quienes han luchado para convertir en realidad el sueño de ser libres y vivir bajo un régimen democrático que respete los derechos humanos y trabaje por la construcción de una sociedad donde se pueda ejercer a plenitud el derecho a “vivir sin temor”, proclamado por el presidente Franklin Delano Roosevelt.
Esos grandes hombres actuaron siempre de común acuerdo con las necesidades más sentidas de sus pueblos manteniendo todos los puentes y amarres necesarios para mantener un diálogo permanente que contribuyera a su triunfo.
El unico modo de que la gente se entienda es respetando los limites mediante el compromiso, mediante la palabra empeñada, mediante el respeto.