El papel de la Universidad

El papel de la Universidad

Empresarios y autoridades de la Secretaría de Educación Superior perciben cierto debilitamiento en la interacción entre lo que aquí se enseña y se aprende en las universidades con los eslabones de la producción nacional. Les preocupa el hecho de la falta de profesionales con capacidad de transformar en herramienta cotidiana de trabajo lo que aprendieron en las aulas.

Se trata de simples apreciaciones un tanto alejadas del meollo del problema.

Al enfocar el asunto de la capacitación para el empleo se debe tener en cuenta, no solamente las demandas de los empleadores y los inconvenientes que surgen en la reproducción de mano de obra calificada, también particularidades especificas como el grado de dependencia de la formación superior con respeto al desarrollo socio-económico del país, y la estrecha interacción entre la producción de mano de obra calificada y los años que transcurren en su utilización.

La demanda de mano de obra calificada de parte del sector laboral no tiene por qué corresponderse con la oferta de carreras de las universidades ni con las preferencias de sus estudiantes.

Las universidades no son una empresa como erróneamente creen y pregonan algunos. Su misión no es la de formar trabajadores.

Demás está decir que una universidad puede llevar a cabo alianzas estratégicas con empresas para formarles sus cuadros dirigenciales, y venderles los resultados de sus investigaciones. También puede renunciar a su papel de referente social para convertirse en otra cosa; por ejemplo, en una empresa proveedora de mano de obra profesional y fiel sostenedora del status quo.

¿Qué papel desempeñamos nosotros, los gestores y planificadores universitarios?

El de preocuparnos por introducir en el currículo de las universidades criterios y valores coherentes con la búsqueda de la calidad ambiental, la equidad y la justicia social; el de esforzarnos para que esos criterios y valores siempre estén presentes en la conciencia del egresado de cualquier carrera; y el de incluir esos contenidos transversales en los procesos de formación de todas las titulaciones a favor del desarrollo de las competencias que un desarrollo humano y ambiental requiere.

Hoy, las universidades dirigen sus esfuerzos a la formación de profesionales comprometidos con la pervivencia de la sociedad y el medio ambiente, y en actividades generadoras de espacios de participación democrática. Y en otras que tienen poco que ver con la capacitación simple para el empleo.

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