El paradigma de la política comercial en Estados Unidos

El paradigma de la política comercial en Estados Unidos

Roberto Despradel (Fuente externa)

Por Roberto Despradel

Una de las primeras disposiciones del presidente Trump al tomar posesión el 20 de enero fue la remisión de un memorándum a los secretarios de Estado, Tesoro, Defensa, Comercio, Seguridad Interna, así también al representante de Comercio, al director de Presupuesto, al asistente del presidente en política económica y al consejero presidencial en temas de comercio y manufactura, para realizar una evaluación y presentar sus recomendaciones en torno a la política comercial de «América Primero». Dejando a un lado la bombástica hiperbólica retórica y las amenazas impetuosas de estas primeras semanas, la respuesta a esta solicitud marcará la hoja de ruta de la política comercial estadounidense para los próximos años. En tal sentido, es evidente el enfoque multidimensional que se busca con esta evaluación debido a la diversidad de instituciones involucradas, abarcando la geopolítica, la seguridad (interna y externa), las finanzas públicas (déficit fiscal) y la política industrial.

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Este memorándum solicita revisar y evaluar seis temas estratégicos para la presente administración, y una gran parte de las respuestas deberán estar listas el primero de abril.

Primeramente, solicita investigar los déficits comerciales, analizar sus causas y evaluar la aplicación de aranceles suplementarios para mitigarlos. De aquí se deprende las afirmaciones del presidente Trump más recientes sobre la reciprocidad arancelaria, aspecto que ha generado mucha incertidumbre entre los agentes económicos. Si bien queda esperar los resultados del estudio, nuestro país tiene una doble ventaja frente a terceros, ya que Estados Unidos mantiene un consistente e importante superávit comercial con nosotros y nuestro comercio está libre de aranceles fruto del DRCAFTA. El enfoque y las acciones de política tenderán a concentrarse en los principales países con los cuales tienen déficits comerciales y en los principales sectores donde se encuentran estos déficits.

Segundo, pide estudiar la vialidad de crear una nueva agencia para recaudar impuestos al comercio exterior, que se denominaría el Servicio de Ingresos Externos (ERS), lo que refleja la preocupación por los niveles de los déficits fiscales y la visión de que los impuestos al comercio exterior pueden ser fuentes importantes de recursos.

Tercero, solicitó revisar las prácticas comerciales internacionales, incluyendo identificar y abordar prácticas desleales al comercio y detectar posibles manipulaciones de las tasas de cambio por parte de otros países. Actualmente el Tesoro de los Estados Unidos cuenta con la potestad legal de tomar acciones arancelarias si determina que un país está manipulando su moneda. En torno a las prácticas desleales al comercio, Estados Unidos buscará ampliar las potestades legales que tiene en este sentido y motivar cambios en los acuerdos de la OMC. A manera de ejemplo, expertos en el tema han señalado que los productores chinos están reubicando su producción a terceros países, pero se mantienen recibiendo subsidios estatales. El concepto de subsidios otorgados por un tercer país diferente de donde se origina el producto no existe en la legislación americana, ni en la OMC.

Cuarto, pide evaluar los acuerdos comerciales vigentes que tiene Estados Unidos y considerar cambios o posibles salidas de acuerdos desfavorables. Los Estados Unidos tienen 14 acuerdos comerciales con 20 países. Uno de ellos (Nafta), fue actualizado en la primera administración del presidente Trump. En términos netos el DR-Cafta ha sido muy favorable para Estados Unidos, de hecho, mantienen un superávit conjunto con los seis países. De forma segregada mantiene importantes superávits con Republica Dominicana, Guatemala, El Salvador y Honduras, y déficits con Nicaragua y Costa Rica. Aquí Nicaragua aporta un elemento de riesgo, no por el déficit, sino por temas de su gobernanza.

Quinto, con un enfoque de apoyar y proteger a la industria nacional, solicita evaluar la base manufacturera del país desde una óptica de la seguridad, proponiendo medidas para reducir la dependencia de importaciones. El reciente anuncio sobre aranceles a los automóviles, chips y farmacéuticos se enfila en esta dirección. En este aspecto, el Friendshoring y fomentar el comercio complementario sigue teniendo un importante potencial para nuestro país.

Sexto, fomentar la producción interna, promoviendo la inversión en sectores estratégicos, apoyando a los trabajadores y empresas nacionales.

Dentro de todo el ruido que hemos tenido en estas primeras semanas, es evidente un nuevo enfoque estratégico en lo que corresponde a la política industrial de los Estados Unidos, y por consiguiente a su política comercial, ambos estrechamente ligados con temas de seguridad nacional, la reducción de los déficits comerciales y el aumento de los ingresos del comercio exterior para reducir los déficits fiscales. Con las interdependencias del comercio global será todo un reto balancear estos aspectos, pues los aranceles pueden servir como mecanismo de alcanzar reciprocidad, recaudar impuestos o fomentar la industria, pero no pueden ser todo a la vez.

Es bien conocido que la incertidumbre se le conoce como el impuesto a las inversiones y las acciones de la presente administración moverán las bases de las reglas del comercio multilateral generando incertidumbre; sin embargo, en términos relativos estamos bien posicionados para recibir esta ola de cambios. Como socio confiable y con un comercio complementario, existe un amplio potencial para capitalizar este nuevo paradigma estadounidense y afianzar las relaciones comerciales entre ambos países.

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