El paraguas de Leonel Fernández

El paraguas de Leonel Fernández

ROSARIO ESPINAL
rosares@hotmail.com
La desaparición de la trilogía caudillista del pos trujillismo, encarnada en Joaquín Balaguer, Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez, dejó la política dominicana huérfana de liderazgos fuertes, y el relevo generacional ha sido difícil.

En el PRD, el intento de establecer un liderazgo más conectado con lo popular que representó Hipólito Mejía, terminó en chabacanería y con una gran desarticulación del orden económico que limitará por algún tiempo la posibilidad de que ese partido vuelva al poder.

En el PRSC no ha surgido un político capaz de reorganizar el partido y aglutinar los distintos segmentos conservadores de la sociedad dominicana, que aportaron el voto duro para las sucesivas elecciones de Balaguer.

Como resultado, esa organización se ha ido desmembrando, con un éxodo masivo de dirigentes y votantes balagueristas hacia el proyecto político que encabeza Leonel Fernández.

Con un liderazgo inicialmente aupado por Bosch y Balaguer, el presidente Fernández ha llevado el PLD a tres victorias electorales (1996, 2004 y 2006), y la mayoría de las encuestas lo indican como favorito para repetir en el 2008.

Para comprender el fenómeno político que representa el presidente Fernández es importante identificar los distintos componentes de su proyecto.

En primer lugar, cobija las aspiraciones de la mayoría de los peledeístas, que sólo han llegado al poder, hasta la fecha, bajo su liderazgo.

No por casualidad la mayoría de los miembros del Comité Político le dieron su apoyo en las primarias del año pasado, a pesar de considerarse que Danilo Medina dominaba la estructura partidaria.

En segundo lugar, cobija los distintos segmentos de la derecha histórica dominicana, que incluye grupos claves como la Fuerza Nacional Progresista y distintas facciones del PRSC. Más recientemente han entrado al paraguas otras organizaciones de derecha como el Partido Quisqueyano Demócrata (PQD).

En tercer lugar, cobija distintos segmentos de la antigua izquierda dominicana, como la Acción por la Democracia (APD) y el Partido de los Trabajadores, además de figuras individuales de la izquierda histórica.

Este abanico de sectores se aglutina en torno a Leonel Fernández por razones pragmáticas, es decir, para obtener beneficios que se derivan del acceso directo al Estado, en el caso del único político pos Balaguer que ha logrado triunfos sucesivos desde la oposición (1996 y 2004) y desde el poder (2006). Pero Leonel Fernández les ofrece también otros beneficios.

A la derecha le asegura que no habrá grandes cambios en la sociedad dominicana y que se mantendrá un mínimo de orden macro-económico, lo cual es esencial para la reproducción más planificada del capitalismo. En esto último ha fracasado consistentemente el PRD.

A los segmentos de izquierda les ofrece la sensación de compenetración discursiva, ya que Fernández se ha curtido, a diferencia de la mayoría de los políticos actuales, en el estudio de la política, y en sus inicios, tenía vínculos teóricos con el marxismo.

A los peledeístas les ha permitido armonizar los intereses de distintos segmentos de la organización, con la excepción de Danilo Medina, a partir de la confrontación por la nominación.

Visto desde esta perspectiva, Leonel Fernández ha sido un unificador de proyectos de distintos segmentos políticos. Todos son interpelados de manera efectiva y se identifican fundamentalmente con él.

Las coyunturas también han favorecido a Fernández: Balaguer contra Peña Gómez en el 1996 aupó su candidatura por primera vez; la muerte de Balaguer en el 2002 dejó el reformismo en desbandada; y la crisis económica de 2003-2004, bajo el gobierno del PRD, se encargó de relanzar el PLD.

Así, Leonel Fernández ha construido una mayoría electoral que aglutina peledeístas, balagueristas, izquierdistas, y además, votantes jóvenes que se identifican con la expectativa de modernidad.

Su formación teórica y capacidad retórica, su vocación y experiencia de poder, y su disposición de compartir los recursos del Estado con distintas fuerzas políticas en un amplio proyecto clientelista, se conjugan para facilitar una relación fluida con una gama de grupos y personalidades de la vida política dominicana.

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