El Parque Duarte y las “buenas costumbres”

El Parque Duarte y las “buenas costumbres”

Las costumbres son pautas culturales que aluden a hábitos y tradiciones que se reproducen a través de distintas generaciones. Los hábitos alimenticios, las creencias religiosas, los bailes, la vestimenta, son costumbres. Ninguna de ellas malas ni buenas, cada sociedad y grupo social tiene costumbres diferentes.

Las parejas homosexuales cuando logran expresarse libremente y no esconden sus preferencias están siendo coherentes con su identidad y sirven como modelaje social. Favorecen los principios morales de sinceridad y transparencia a diferencia de la jerarquía eclesiástica que oculta la pederastia presente en sus filas.

Los parques son espacios públicos en los cuales las personas tienen total derecho al libre tránsito y a la libre expresión de ideas, reunión, actividades culturales, expresión afectiva y social.

En todos los parques que hemos visitado en EEUU, países de América Latina y Europa encontramos a parejas jóvenes y adultas expresando su afectividad con caricias y besos. Estas expresiones de afecto se producen tanto en parejas heterosexuales como homosexuales, no afectan el tránsito libre de niños, niñas y familias que salen a los parques a compartir este espacio.

No he observado en ningún parque de otros países que se prohíba la afectividad en las parejas por considerarla como atentado a la “moral” y las “buenas costumbres”. Las familias tampoco se sienten amenazadas con la presencia de parejas homosexuales o heterosexuales. En los países democráticos nadie intenta controlar la afectividad en las parejas, se considera que es parte del ámbito de su intimidad.

La campaña desatada por el Listín Diario y la jerarquía eclesiástica de sanción a la presencia de parejas gays, lesbianas y transexuales en el parque Duarte es una violación del derecho que tienen estos grupos de transitar libremente en este espacio público y de expresar su afectividad.

La homosexualidad es parte de nuestra realidad social y la población infantil y adolescente está en convivencia continua con este fenómeno en sus centros educativos, en los programas televisivos, en sus familias y en su vecindario. El conocimiento de esta realidad como parte de la diversidad de opciones sexuales del ser humano debe ser una tarea educativa de padres, madres y centros educativos así como el reconocimiento de los derechos sociales y culturales de estos grupos.

En una sociedad democrática se respeta la diversidad racial, de género, de creencias religiosas, de clase y de preferencias sexuales. Este respeto incluye una ruptura con la discriminación y la segregación. Intervenir el parque Duarte para convertir este espacio en un espacio restringido sería una medida totalmente represiva y antidemocrática contra la juventud y los pocos espacios que tiene para su expresión en nuestra sociedad.

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