El parque Imbert, en Santiago, arrabalizado y sin dolientes

El parque Imbert, en Santiago, arrabalizado y sin dolientes

SANTIAGO. El que fuera un lugar sagrado, para los que entendieron que  ganar la batalla era obtener la libertad, está sin dolientes en esta ciudad.

El parque Imbert, una de las alturas más bellas que  bordea la ciudad, ha perdido su esplendor y belleza y ha sido tomado por delincuentes y desaprensivos para cometer sus  fechorías.

Sin su ilustre espada, porque  la hurtaron, y  en condiciones de abandono está en su estatua ecuestre, el general José María Imbert, en el parque que lleva su nombre.

A  la situación se agrega el hecho  que las banderas nacional y municipal que ondean en honor a la Patria y a la figura del héroe, están rasgadas y  perdido  lucidez.

Los pillos cargaron, además, con cuatro grandes faroles que servían  de iluminación a la estatua; mientras,  el  área cercana es utilizada por desvergonzados para realizar sus necesidades fisiológicas.

Al subir  la escalinata  que lleva a la efigie del general se percibe de inmediato un fuerte hedor a orina y a materias fecales, lo que convierte a esa zona en un urinario ilegal y sin control.

En los laterales a la estatua, los cuadriláteros de hierro fueron  forzados para sustraer los faroles de iluminación. Igual suerte corrieron los demás que estaban  alrededor del  parque, dejando a oscura todo el perímetro.

La hermosura del verdor choca con el abandono del área, donde está la estatua    del general José María Imbert, quién tuvo una destacada participación en la guerra de independencia.

Llegar a  donde ondean las banderas nacional y municipal, en  la cima del parque, es encontrarse con otro cuadro deprimente, ya que todo su alrededor está lleno de excremento humano.

En la colina que acoge el lugar que sirvió de trinchera a los patriotas, se recibe una fresca y agradable brisa, que en ocasiones es enrarecida por un fétido hedor que espanta al más bravo león que se aproxime.

En condiciones normales, el sitio podría ser ideal para el esparcimiento espiritual, la lectura,   soñar y despertar cantando una hermosa canción que tenga sabor a patria. 

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José María Imbert

El director del Archivo Histórico de Santiago,  Robert Espinal, llama a las autoridades a disponer de inmediato el rescate del área que honra la memoria del prócer. Imbert nació en Fludon, en el noroeste de Francia en 1801, viajó a Cuba y luego Haití. Más tarde pasa a República Dominicana y se radica en Moca. Se casó con María Francisca del Monte en 1844,  Junto con Fernando Valerio fue líder de la Batalla del 30 de Marzo.  En 1845 era lugarteniente de Francisco Antonio Salcedo y participó en la acción de la Sabana de Beller. Imbert murió en Puerto Plata, en el 1847.

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