Asombra que, en el último lustro, el parque vehicular de República Dominicana haya experimentado una auspiciosa renovación.

Las causas poco importan, pero sí el hecho de que el país no tenga circulando por autopistas, carreteras o avenidas principales la gran cantidad de automóviles, autobuses, camionetas, camiones, guaguas o motocicletas en estado deplorable.

No solo constituía un peligro para el usuario de las vías que determinadas unidades con visibles desperfectos anduvieran por la libre, sino que ofrecían al visitante extranjero una imagen ruinosa del país.

Según las estadísticas consultadas de la Dirección General de Impuestos Internos, en el 1996 el 76.7 por ciento de los automóviles que circulaban eran de años anteriores a ese período.

El 1.33 por ciento de los automóviles correspondían al 2006, y el 21.9 por ciento al período 1996-2005.

Esa situación, sin embargo, ha cambiado mucho a la fecha, y hoy relucientes unidades pueblan las vías nacionales.

¿Estamos los dominicanos en mejor situación económica que antes?

Es muy difícil establecer el grado de mejoría en la población en los últimos dos años. Las estadísticas nuestras tienen enormes subregistros.

Talvez las condiciones para la adquisición de un auto, una yipeta o una motocicleta ahora sean más flexibles que antes.

Lo cierto es que en esta media isla andamos “mejor montados”.

No es una percepción equivocada. ¡Haga un sondeo!

Lo que sí parece no tener remedios son las chatarras que con nombres de “vehículos del concho” todavía observamos en las rutas urbanas. Algo tendrá que hacerse en ese renglón.