Si algo quedó claro para los analistas políticos como consecuencia de las elecciones del 2010, es que el Partido Revolucionario Dominicano debe reinventarse para no ser una simple franquicia, como terminaron los otrora poderosos UCN y PRSC. Se requieren cambios que le den dimensión de futuro. El PRD ha sido la responsable de las principales conquistas políticas y sociales del país en 50 años. Se trata pues de recuperar la confianza de las masas abandonadas por el liderazgo político; de los productores agrícolas y los empresarios amantes del progreso, de los intelectuales y profesionales que se sienten despreciados como teóricos; para volver a convertirse en el Partido de la Esperanza Nacional.
Para eso no bastan declaraciones formales, sino tomar todas las acciones necesarias para reposicionarse como de izquierda, abanderada del socialismo democrático, alternativa frente a la coalición de derechas que nos hegemoniza, dirigido por el Presidente Fernández, porque tiene habilidad intelectual y falta de escrúpulos para hacer suyas las posiciones que se consideran avanzadas cuando le conviene, tanto en el orden doméstico como en el internacional. El PRD debe, a través del Congreso ya aprobado, definir racionalmente sus objetivos doctrinarios, una estructura organizativa, una estrategia realista para llegar al poder, así como mecanismos que garanticen la unidad y la participación del colectivo, porque un partido político no es una empresa donde solo el gerente y su grupo dirigen y participan.
Si quiere sobrevivir en esta sociedad en constante cambio, el PRD debe, sobre todo, emprender la tarea de formación teórica y práctica entre las élites de intelectuales y estudiantes y en las masas de trabajadores, los grupos comunitarios, etc., antes de que sea demasiado tarde; para que la generación que hizo la Revolución de Abril, la que levantó con Peña Gómez a la cabeza un movimiento por los cambios en este infortunado país, sea continuada para que el pueblo, a falta de opciones reales, no se confunda a una mitad de este: con el espejismo de cambios meramente cosméticos de una supuesta modernidad; mientras se trata de comprar a la otra mitad por un mendrugo para el día de las elecciones, o acaso un precario bonogás o subsidio de solidaridad. No hay tiempo que perder, si se pretende ser Gobierno en el 2012: hay que abandonar prepotencias estériles, dar participación a todos y adoptar una política unitaria hacia dentro y fuera del Partido. Solo así venceremos