El parto del fiscal

El parto del fiscal

De forma natural, sin la intervención de la analgesia (o anestesia) y la cesárea nuestra de cada día, el parto supone una prueba fisiológica para el cuerpo y la mente de la mujer y, por definición bíblica, es doloroso.
El fiscal representa la ley y como es un sustantivo de género masculino, se supone que no debe parir. En la actualidad dos elementos sociales en el país lo comprometen y caricaturizan como una criatura especial del universo, varón, pero con 9 meses de gestación de mellizos, a punto de parir:
El primer gemelo es la diabólica delincuencia, alrededor de la cual se mueven análisis, comentarios, exclamaciones y protestas que nada resuelven, así como propuestas de solución ilusorias como aquella de prohibir transitar a dos personas en una motocicleta y que yo respaldo, con excepción hecha a motoconchistas debidamente autorizados e identificados y otra (con ribetes de poesía) que sugiere “educación y mejoría de las condiciones socioeconómicas de los jóvenes “ninis”, con desarrollo de actividades culturales, deportivas y recreativas en los barrios”, cosa que se ha recitado diariamente durante los últimos 20 años.
El segundo gemelo hace referencia al pacto fiscal propuesto por el gobierno y que se anticipa tan doloroso que será un verdadero “parto fiscal” para el consumidor final que es el pueblo, que así pagará los derroches de la campaña reeleccionista y que será impuesto basándose en eufemismos como “que no representará aumento de impuestos a la población” y aunque algunos reeleccionistas confesos, miembros de la clase media (que siempre carga pesado) hipócritamente, griten ¡auxilio! a la oposición para que sirva de partera a un engendro que ella siempre rechazó.

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