El pasaporte de cosmópolis

El pasaporte de cosmópolis

FEDERICO HENRÍQUEZ GRATEREAUX
El poeta Cayo Claudio Espinal me ha prestado un libro titulado: Los limites del patriotismo. Se trata de un volumen compuesto con los escritos de diez y siete intelectuales, la mayoría de ellos norteamericanos. Los ensayos de estos profesores se enroscan alrededor de las opiniones que Martha C. Nussbaum expone en el texto inicial: Patriotismo y cosmopolitismo. La señora Nussbaum también escribió la Réplica con la que finaliza el libro. Quiere decir que ella abre y cierra las argumentaciones en torno a un tema crucial: si nuestras lealtades deben ser con “el genero humano” o con “las naciones donde nacemos”. Los autores de los ensayos son hombres muy instruidos e inteligentes; todos aportan ideas, informaciones culturales, antecedentes históricos, que contribuyen al esclarecimiento de un conflicto actual que nos sacude hasta las raíces. 

El libro ha sido compilado por Joshua Cohen y editado bajo la responsabilidad compartida de Martha C. Nussbaum y Joshua Cohen. El título original en inglés, con el cual se publicó en 1996, es For Love of Country; en español fue publicado en 1999 por Ediciones Paidós Ibérica S, A., en Barcelona y Buenos Aires simultáneamente. La discusión tiene lugar en una época de grandes migraciones, de globalización del comercio, de contratación extraterritorial de mano de obra. Los escritores que participan en está suerte de forum o antología monotemática proceden de distintos lugares del mundo; algunos son de origen judío, otros son oriundos de Africa, de la India, de Alemania. Cada unos de estos hombres de letras – profesores de filosofía, poetas, historiadores – está marcado por su biografía, por las circunstancias históricas en las que se formó. Sin embargo, sus expresiones son sinceras, convincentes, agudas, llenas de vitalidad y pertinencia. 

Pongamos el ejemplo de un físico nuclear que forme parte de un proyecto para fabricar bombas de altísima potencia, capaces de producir enormes daños a la corteza terrestre y a la vida humana en su conjunto. ¿Ese físico hipotético, contratado por el Estado del país donde nació, debe ser fiel a su nación solamente o también a la humanidad? Esto último ya fue planteado durante la Guerra Fría que enfrentó a los EUA y a la Unión Soviética hasta 1989. El caso extremado de un físico nuclear puede ser sustituido por otros muchos conflictos de orden moral, de lealtades dobles repartidas entre lo universal y lo local, entre lo especifico y lo general, entre “mi país” y el “mundo entero”. Todo ello sin que exista un gobierno mundial ni una “ciudadanía” mundial.

Martha C. Nussbaum comienza su escrito con una cita de Diógenes Laercio sobre la vida del filósofo Diógenes de Sinope, llamado el cínico por su desdén a las convenciones sociales de su tiempo. Alguien preguntó a Diógenes que de donde él venía y contestó: “soy ciudadano del mundo”. Martha C. Nussbaum considera que Diógenes, “aparentemente, se negaba a ser definido por sus orígenes locales y su pertenencia grupal, unos elementos que resultaban centrales para la imagen que de si mismo tenía el hombre griego tradicional”. Esta actitud la opone al nacionalismo estrecho, al particularismo “provinciano” o aldeanismo. Patriotismo y cosmopolitismo son dos fuerzas que luchan dentro de nosotros, como dos titanes trágicos. Las personas que se sienten “cosmopolitas” carecen de un Estado que les ampare jurídicamente, no pueden presentar en los aeropuertos un pasaporte de Cosmópolis. Esta ciudad capital no aparece en los manuales de geografía ni en las rutas de las líneas de navegación aérea. Se dice que el “nacionalismo” se cura viajando; podemos añadir que el “cosmopolitismo” se cura viajando un poco más, hasta percibir que el único lugar donde somos amados y bien recibidos es en nuestra propia casa; en medio del grupo humano al que pertenecemos por parentesco o por educación. 

Entre las personas que discrepan, que rechazan el punto de vista de la Nussbaum, está el laureado poeta Robert Pinsky, profesor en la Universidad de Boston. Pinsky titula su articulo: Eros contra esperanto. Nos dice que patriotismo y cosmopolitismo no son ideas: son sentimientos, “son, en realidad, formas de amor”. El patriotismo nos remite a “la atracción que ejerce sobre nosotros el hogar paterno; el cosmopolitismo evoca la atracción del mercado, del centro de la ciudad”. El significado más antiguo de la palabra  kosmos es “poblado”. Pinsky cree que el ensayo de la Nussbaum “expresa temor hacia el eros del patriotismo, pero no logra imaginar un eros del cosmopolitismo que actué de contrapeso” […]. Ella recurre a conceptos universales, “más abstractos y menos históricos”. El poeta concluye en que ese procedimiento es parecido a “confundir una lengua histórica como el inglés con un constructo como el esperanto”. El esperanto es fruto del esfuerzo de un lingüista visionario influido por la ilustración; es una lengua “universal” que nadie habla.  Pinsky estima que la Nussbaum “es una escritora de gran talento, pero las frases que desliza aquí presentan una visión del mundo que sólo seria cierta si las personas no se guiasen por sus emociones”. Enseguida agrega que los universalistas-cosmopolitas tratan los asuntos colectivos como si dictaran resoluciones de las Naciones Unidas. Y ninguna sociedad logrará que estas  sean respetadas. El mercado es amplio y general, representa “una forma de amor” que podría conducirnos a querer al extraño nacional y al extranjero desconocido. Pero ese ideal, universal y lógico, no es histórico; es utópico y proyectivo. Pinsky vio un día en Nueva York “una hilera de ropa tendida entre un poste de teléfono y la ventana de un pulcro apartamento situado sobre una tienda de comestibles del lugar: la clásica procesión de ropa limpia al sol y, tendida en el extremo más próximo de la ventana, una bandera estadounidense. La informalidad e idiosincrasia de este gesto – práctico, intuitivo, creativo e ingenioso, a la manera de Ulises – me pareció una manifestación del espíritu cosmopolita, como otros gestos patrióticos, porque puso la bandera en el mundo de la vida cotidiana, ondeando sobre las escaleras del mercado.        

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