El patricio

El patricio

Se cumplen 204 años del nacimiento de un ser humano muy singular. Todavía los dominicanos no hemos podido comprender ni asimilar su conducta, un tanto atípica para un hombre del siglo XIX y mucho menos para los de este siglo XXI. Sus motivaciones estaban centradas en ver libre a su país de toda dominación extranjera. Era el caso de que los haitianos desde 1822 ocupaban la parte oriental de la colonia española de la isla.
A muy temprana edad, sus padres, prósperos comerciantes de la plaza de Santo Domingo, lo embarcaron en un largo periplo para Estados Unidos y Europa, bajo el cuidado del señor Pujols. Este fue preponderante en la vida del Patricio en sus viajes por el Atlántico y su aprendizaje.
New York en 1828 mostraba su pujanza y su dinamismo comercial, permitiéndole al joven Patricio de 13 años admirarse de una actividad y estilo de vida distinto a la que vivió en su atrasado y sojuzgado país en manos de los haitianos. Fue una acelerada estadía con el aprendizaje del inglés. Pero las habilidades del Patricio y su cerebro absorbían todo los conocimientos almacenándolos para su análisis durante la larga travesía a Europa.
En Europa vivió y viajó por casi cuatro años por los países en estadías de corta duración. Finalmente llegaría a España y en Barcelona estableció sus reales para conocer con más detalles el desenvolvimiento de la política en la Madre Patria. Europa era lo mas idóneo para el Patricio prepararse con tantas inquietudes que corrían por todos los países que ya habían superado los años de la era de Napoleón Bonaparte.
El Patricio retorna al país con 19 de años de edad para integrarse al negocio de su padre y estar en condiciones para darle inicio a una labor conspirativa a largo plazo. En julio de 1838 culminaría una etapa con la fundación de La Trinitaria. Desde allí se extenderían los tentáculos de las ansias libertarias de una agrupación que ofrecía esperanzas a la juventud de entonces para ver a su país libre.
Una buena parte de la juventud dominicana, el Patricio entre ellos, fueron reclutados por los haitianos para conformar los regimientos de soldados de oriente en su ejército. Así los dominicanos recibieron el entrenamiento militar muy necesario para lo que ocurriría a partir de febrero de 1844. Pero primero en 1843 fue derrocado Boyer y los dominicanos habían apoyado la reforma de Herard que luego inició la persecución del Patricio y sus compañeros.
El 27 de febrero de 1844 encuentra al Patricio exiliado en Curazao y retorna al país en la balandra Leonor el 8 de marzo para recibir el homenaje de sus compatriotas agradecidos. La alegría no duró mucho. Después de las dos primeras victorias dominicanas en las batallas de los días 19 y 30 de marzo, el Patricio marcha al Cibao en tareas organizativas. Se le proclamó presidente. En el Cibao es apresado y desde Puerto Plata es enviado a Santo Domingo en una embarcación y despachado casi de inmediato el 10 de septiembre de 1844 para Hamburgo, Alemania, donde llega el 26 de octubre.
Hasta 1850 el Patricio vive en Caracas con su familia. Entonces, por invitación de un sacerdote amigo, decide irse para la región selvática del Apure. En Venezuela, el Patricio y su familia siempre tuvieron muy buenas relaciones a todos los niveles, en especial al político que lo ayudaron y los sostuvieron en su azarosa vida del exilio. En 1862 se entera de la Anexión a España y se despierta su espíritu indomable de la libertad y decide regresar al país.
En marzo de 1864, apenas llegando al país por Monte Cristi, los restauradores se sienten incómodos y asustados con su presencia. De inmediato deciden expulsarlo con un nombramiento diplomático para que buscara ayuda en Venezuela para la causa restauradora. Logró permanecer hasta que el otro padre de la Patria falleciera en Santiago.
El 2 de junio de 1864 muere Mella y a los pocos días el Patricio se embarca de nuevo para Venezuela, desde donde no retornaría jamás sino cuando sus restos fueron traídos al país en 1884 para que pudiera descansar finalmente en su Patria. El Patricio Juan Pablo Duarte había fallecido en Caracas el 15 de julio de 1876 en presencia de sus familiares y amigos.
Hoy su alma debe sentirse orgullosa con la demostración de civismo del pasado domingo 22. Hay esperanzas de que la mayoría de los dominicanos aspiremos a vivir en un país sin el agobio de la corrupción de los políticos.

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