El peligro de la protesta

El peligro de la protesta

Snayder Santana

Para que haya revolución deben existir condiciones revolucionarias (condiciones para el cambio absoluto), que a su vez produzcan un momento revolucionario, valga la redundancia. Entre las condiciones que deben darse está la más importante, que ha de ser una ideología homogénea y colectiva que teóricamente guíe el proceso hacia el cambio, debe haber una contracción fundamental entre quienes gobiernan y los gobernados y debe darse un proceso de sublevación de ese orden establecido que ponga en jaque a la clase que gobierna.

Nuestro país vive hoy un proceso profundo de crisis política, ilegitimidad del poder, descrédito del oficialismo y una evidente crisis de la institución electoral, que se agudiza con la suspensión de unos comicios, hecho sin precedente en nuestra historia.

Esto ha generado una ola de manifestaciones sociales de gran importancia, las cuales de agudizarse podrían desencadenar una ruptura en el sistema actual, pero; ¿hay condiciones para ello?, ¿Quiénes están en condiciones de capitalizar los efectos de lo que viene? ¿Quién canalizará un posible periodo de negociación por la estabilidad?

La inteligencia política en momentos de crisis debe ponerse a prueba, no es prudente atizar medidas que no se podrán canalizar, aprovechar y más si se trata de procesos que puedan trastocar el sistema político pues, mal canalizados podrían en el peor de los casos fortalecer a la clase que gobierna, he ahí la bifurcación del efecto.

En medio de este valioso proceso de movilización social que ejerce presión al sistema y al gobierno con su epicentro en el órgano electoral, se desarrollan dos episodios más con igual importancia y que podrían ser también escenarios para accionar con los mismos propósitos y efectos que la movilización ciudadana. Dichos episodios son por un lado la extensión del plazo para las elecciones de las autoridades municipales para el 15 de marzo y por el otro los plazos para las elecciones generales ordinarias congresuales y presidenciales de mayo.

Los grupos políticos que participan de la movilización social tienen frente a ellos un reto que a su vez puede ser una gran oportunidad, pero para capitalizarlos tendrán que hacer un análisis concreto del momento político e identificar el momentun de lo político. Esto supone responder la pregunta de cuáles son las condiciones del momento histórico que vivimos y hacia donde mover las masas y las fuerzas para encausar su descontento. Entonces, ¿Cuál es la contradicción principal ahora?, ¿sacar al pleno de la JCE o a sus jefes el PLD?.
Si las condiciones del momento actual son revolucionarias, lo políticamente correcto ha de ser profundizar el proceso de protesta y movilización hasta generar un quiebre, encontrar un hilo en la costura del sistema y tirar de él, pero si las condiciones no son revolucionarias – dispuestas a un cambio absoluto- habría que ver que tan factible puede ser mantenerse en el nicho de movilización cívica en medio de un proceso electoral en que se está compelido a participar.

– ¿Es posible movilizar electoralmente a esas masas ciudadanas y canalizar su descontento en las urnas, tanto en marzo como en mayo para producir un cambio?
Si los grupos políticos involucrados en ambos procesos mencionados, no están en condiciones para capitalizar electoralmente el descontento de los y las movilizadas entonces pues solo se están agotando en el proceso, mientras el partido de gobierno se prepara para movilizar sus estructuras y bastos recursos alrededor de las urnas y captar el voto chatarra que ronda el 30% a nivel nacional y el voto de compromiso de su militancia y empleados, ahí el peligro de la protesta.
El momento político que vivimos requiere de decisiones pensadas tanto en el orden estratégico como en el táctico, toda vez que la oposición y la sociedad tenga claridad y consenso en los objetivos que se persiguen.