El peligro de los conflictos de intereses

<p>El peligro de los conflictos de intereses</p>

TEÓFILO QUICO TABAR
El peligro que entraña para cualquier país, especialmente uno como el nuestro, lo que constituyen los conflictos de intereses, cobra mayor importancia por el hecho de que los presidentes como la mayoría de los políticos las cúpulas dirigenciales que han tenido y tienen que ver con la toma de decisiones en las distintas esferas, no le han dado la importancia que se merece. Lo han querido ignorar. Se han hecho y se hacen los desentendidos o simplemente se han enredado tanto en los hilos de la telaraña que se ha tejido a lo largo y ancho del acontecer nacional, que han preferido tomar el camino del dejar hacer y dejar pasar. No por falta de conocimiento, sino quizás porque los intereses han penetrado a tal punto, que minan las posibilidades de toma de decisiones sabias y oportunas al margen de los conflictos.

Solo que haya ocurrido y ocurra algo así, justifica que a pesar de que desde hace tiempo grupos y personas conscientes de lo que ocurre hayan mantenido una actitud de alerta contra lo que significan los conflictos de intereses al momento de designación de personas, de integración de comisiones y de toma de decisiones, y no se le haya dado importancia a sus señalamientos, aún cuando se haya hecho y se hagan desde dentro mismo de los gobiernos como desde dentro de los diferentes organismos de decisión existentes en el país.

Se les ha señalado incluso a organizaciones que tienen que ver con el orden moral como las religiosas, los peligros de los conflictos de intereses y han oído, porque no son sordos, pero no han escuchado. Lamentablemente no han querido o podido tomar conciencia de cuanto contribuye esto a romper con las posibilidades de decisiones inspiradas en los mejores intereses nacionales y libres de ataduras.

La toma de decisiones por parte de personas o grupos enquistados que obedecen a intereses particulares o personales, no solo limitan la pureza y transparencia de lo que se ejecuta, sino que impide la sana competencia, la libertad, la limpieza y casi siempre están cargadas de privilegios irritantes que no son, sino otra vulgar forma de corrupción, pero que etiqueta o da formalidad.

La ciudadanía tiene que hacer conciencia del gran peligro que se corre a cada segundo, cuando los actores de las diferentes áreas, especialmente de la oficial, actúan obedeciendo a intereses en desmedro de los demás. Y eso ocurre en todo. Por eso hemos mantenido desde siempre que los conflictos de intereses representan la peor forma de corrupción existente. La madre de lo malo e impuro. La que limita un accionar libre y con criterios lógicos.

Muchos no se explican porqué se hacen determinadas cosas. El porqué de acciones inexplicables, hechas por personas supuestamente capacitadas o con un nivel de conocimiento suficiente como para darse cuenta por lo menos de la diferencia entre lo bueno y lo malo, entre lo lógico y lo irracional, cuando la gente común, sin ninguna preparación especializada en esa materia, es capaz de entenderlo y hasta de criticarlo.

La gente común casi nunca obedece a otros intereses que no sean sus propias necesidades de simple y pura existencia procurando mejorar. Por eso al no tener hilos que muevan sus conductas, a pesar de las limitaciones propias de una sociedad subdesarrollada, sacan conclusiones más lógicas y afortunadas que los propios dirigentes, ya sea en el orden político, social, económico, cultural, deportivo, de la comunicación, incluso de orden moral, etc. Porque están libres de ataduras y de conflictos. Son capaces de tomar decisiones por sí propio, por su libre y simple, pero lógica conclusión.

El temor es que esa gente común que representa la gran mayoría de la sociedad, tiene la tendencia a imitar. Por eso cada día se ven menos sumisiones y más actitudes levantiscas y de violencia. Mayor incredulidad, menos respeto por las cosas. Simplemente porque la gente común, vaya paradoja, no entiende muchas cosas, pero sí se da cuenta de cómo son las cosas. Sí señor. Así es.

El mal ejemplo que recibe la gran masa de su cúpula dirigente, inevitablemente influirá en su conducta y más personas se irán integrando a la red o telaraña que se ha creado bajo el manto protector de los intereses que mueven casi todo y es probable que muy pronto tengamos una sociedad que solo podrá liberarse de ello mediante un sacudimiento social que rompa con todos los esquemas ausentes de ética que hemos tenido por muchos años, sin la seguridad de que el resultado final de ese sacudimiento sea mejor que lo que tenemos.

Por eso la urgencia de ponerle coto mediante correctivos urgentes. Estableciendo normas y verdaderas reformas que coloquen por delante lo ético y lo moral. Lo que se puede y lo prohibido. Que impidan que los conflictos de intereses continúen dirigiendo, penetrando y asesorando en todas las áreas, como si el país fuera parte de su patrimonio.

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