A mi amigo el Dr. José Luis Taveras
Parte II
En el artículo anterior expusimos lo que era el pensamiento creativo y su necesidad en la sociedad cambiante del mundo actual. En este, describiremos su papel en la educación de hoy y de qué manera lo están desarrollando.
Podemos definir el pensamiento creativo como la habilidad de inventar ideas originales para cumplir metas. La fuente del pensamiento creativo es nuestra imaginación. Una persona es creativa cuando, consistentemente, obtiene resultados significativos, originales y apropiados.
Rudyard Kipling afirma: “Mantengo seis hombres honestos a mi servicio que me han enseñado todo lo que sé, sus nombres son: Qué, Por Qué, Cuándo, Cómo, Dónde y Quién”. Cuando utilizamos estas preguntas de manera aislada, o continuada, siempre surgirá el reverso de lo que estamos pensando o, mejor dicho, de nuestro enfoque del problema, lo que despertará en nuestra mente la necesidad de analizarlo y, por tanto, de crear pensamientos nuevos.
La educación escolar y la manera de enseñar en general se encuentran hoy en el mundo ante un gran reto: una especie de revolución pedagógica en medio de la intersección de las tres revoluciones más feroces en la historia de la humanidad: globalización, tecnológica y la gerencial. Por eso, es necesario que surjan nuevos modelos que abran caminos al fomento del pensamiento, el razonamiento para alcanzar conclusiones abiertas y sorprendentes. Bajo la categoría de innovación educativa se tiende a unir la diversidad creciente de enfoques. Así emerge, como símbolo visible de estos movimientos, la exigencia de la capacidad creativa de los alumnos a todos los niveles desde que se pisa un aula por primera vez hasta los estudios universitarios. Se expande cada vez más la convicción de que la creatividad es una competencia que puede desarrollarse si se trabaja de la forma adecuada.
Y la creatividad puede empezar en el propio profesor, al emplear técnicas y estrategias didácticas adecuadas para implicar y motivar a los educandos en la actividad de aprendizaje dentro y fuera del aula. El valor de ser creativo radica en volver a ser criatura: como el mundo es siempre nuevo para la mirada del niño, así la creatividad nos hace mirar con una mirada siempre nueva: la creación que nos rodea.
Impulsar la creatividad en el aula no tiene por qué ser un proceso complejo. El equipo docente debe replantear los tiempos de aprendizaje y planificar momentos de reflexión creativa con los alumnos, etc. La creatividad y el pensamiento creativo son una parte fundamental del aprendizaje y enseñar a los alumnos que sus voces creativas importan es un gran paso. La creatividad es indicio de personalidad y signo del carácter único e irrepetible de cada persona.
Asimismo, este educar en la creatividad implica la necesaria empatía con el proceso de un cambio permanente, producto de la intersección de las tres revoluciones. Es necesario propiciar que, a través de una atmósfera de libertad psicológica, se manifieste la creatividad de los alumnos, al menos en el sentido de ser capaces de enfrentarse con lo nuevo y darle respuesta.
Podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que una educación creativa es una educación desarrolladora y autorrealizadora, en la que no solamente resulta valioso el aprendizaje de nuevas habilidades y estrategias de trabajo, sino también el desaprendizaje de una serie de actitudes que, en determinados momentos, nos llenan de barreras psicológicas para ser creativos o para permitir que otros lo sean.
Permítanme terminar este artículo con una cita de Steve Jobs, un ícono de la revolución tecnológica, sobre la magia de la creatividad:
La creatividad es simplemente conectar cosas. Cuando preguntas a gente creativa cómo hicieron algo, se sienten un poco culpables porque realmente no lo hicieron, simplemente vieron algo. Les parecía obvio después de un tiempo. Eso es porque eran capaces de conectar experiencias que habían tenido.
Investigadora asociada: Andrea Taveras.