El peor de los pecados

El peor de los pecados

RUBÉN ECHAVARRÍA
Ser independiente es asumir las más serias de las posiciones, pero la más difícil. Es no tener grupos que lo respalden, es no tener alguien en la hora mala, es vivir prácticamente en la cuerda floja, a favor de todos y a favor de nadie, en contra de todos y en contra de nadie.

Al hombre independiente lo quieren hoy y no lo quieren mañana, de acuerdo a que se coincida o no con su posición en un determinado momento.

No lo pueden querer siempre porque no pertenece a alguien. Y no pertenecer en sociedades donde el arribismo y la sumisión a los poderes, sean cuales fueren, es cultura, la independencia es el peor de los pecados y se hace difícil o efímera.

Porque al no estar atado a alguien el hombre independiente se expresa libremente y sin proponérselo afecta intereses.

Muchos quisieran ser independientes, expresar lo que piensa, pero no se atreven, porque no es fácil. Al hacerlo se pierde o se gana. Se trata de una alternativa y siempre son problemáticas las alternativas.

Casi todos queremos la dependencia del otro según nos convenga y en un país donde la dependencia es una condición, la independencia es casi un suicidio.

El hombre independiente se encuentra solo, aunque no atado.

En cierto modo es libre, y ser libre es un lujo que siempre se paga caro.

O como diría un anuncio por ahí: ¡Es cosa de hombres!

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