El pepino: refrescante y discutido

El pepino: refrescante y discutido

MADRID.  EFE.   Si la botánica no nos enseñara que ambos frutos pertenecen a la misma familia, la de las cucurbitáceas, tal vez no seríamos capaces de establecer ningún parentesco entre algo tan dulce como un melón y algo tan soso como un pepino; sin embargo, melones y pepinos son dos de los frutos más representativos del verano, que es cuando más apetecen uno y otro.

   Sucede que, así como es extraño dar con una persona a la que no le guste el melón, son bastantes las que afirman odiar al pepino; debe de ser, con el ajo, el vegetal que más controversia suscita, tal vez porque o gusta muchísimo y se aprecian sus cualidades refrescantes… o no se soporta su sabor, y menos que ese sabor persista mucho tiempo, porque uno de los principales problemas del pepino es que suele repetir mucho.    A mí, de niño, el pepino me sonaba más a producto de cosmética, cuando las mujeres de mi familia se cubrían la cara con finas rodajas de este fruto, que a ingrediente de ensaladas. Fue bastante después cuando me aficioné al pepino y descubrí sus muchas posibilidades gastronómicas. Claro que para disfrutar del pepino lo primero que hay que hacer es borrar de su ánimo esas ansias de persistencia y purgarlo para que no repita.

   Nada más sencillo. Ustedes corten las dos puntas del pepino y pónganlo en un recipiente con agua, a la que añadirán un chorrito de vinagre. Tras un rato, pongamos una hora, sometido a este tratamiento, no le quedarán ganas de incordiar y podremos proceder con él.

   En casa usamos pepino en el gazpacho, aunque haya puristas que lo rechacen; también lo usamos para hacer algún otro tipo de sopa fría, con nuestra versión del tsatsiki griego a la cabeza: el pepino liga muy bien con algunos lácteos, como el yogur y el queso fresco.

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