El perfume de los marginados

<p>El perfume de los marginados</p>

LUIS ACOSTA MORETA
Desde hace muchos años, tanto que ya ni me acuerdo, tengo un sueño. En mis visiones de un conglomerado mejor visualizo la comunión de dos mundos; el avance de la cibernética y el Internet, y la apertura de soluciones sanitarias, o corregir que miles de personas hagan sus necesidades fisiológicas a campo abierto.

Ese sueño, que me acompaña desde mis tiempos de estudiante en las escuelas primarias, que caminando por los pueblos de gran parte del país, en la zona Sur, donde se sincroniza la mayor de las miserias, o en el Este, entre cañaverales que no fueron de esperanzas, ese sueño todavía me acompaña.

Pero ahora, gracias a los trabajos que lleva a cabo el presidente Leonel Fernández ese sueño de implementar el Internet y abrir los servicios sanitarios, se está convirtiendo en una gran realidad, para romper con la tradición de 500 años de letrinas, por modernas soluciones sanitarias.

Con su esfuerzo diario, el presidente Fernández, y nosotros peinando junto a nuestro equipo todo el territorio nacional, estamos convirtiendo en realidad que en cada escuela, club u hogar dominicano, haya una computadora, y que los moradores del campo o barriadas marginadas puedan tener un lugar, con todo respeto a su dignidad humana, dónde hacer sus necesidades fisiológicas.

El trabajo para acabar con las brechas sociales, une los esfuerzos, para desarrollar la enseñanza, y mejorar la sanidad.

Entre la tecnología y la deposición no hay diferencias, desde el plano del desarrollo, de la modernidad, y de integrar a la producción a manos que de una u otra forma están ociosas, por no encontrar donde vender su fuerza de trabajo.

Una juventud que está fuera de las nuevas tecnologías, es como un preso que se encuentra de manos atadas para poder accionar; la única forma de poder sacar a la juventud del circo asfixiante de la miseria es que le permitamos tener acceso al Internet, a la computadora, a la cibernética y a las nuevas metodologías de la ciencia popular.

Todavía nuestros jóvenes residentes en los barrios marginados no han podido pasar de la máquina manual de escribir, con la agravante que desde hace muchos años, la mecanografía dejó de representar el modernismo.

Tener este sueño es adentrarse dentro de la realidad de que estamos trabajando junto al presidente Fernández para terminar con el analfabetismo tradicional y cibernético, para quitar de los ojos de miles de dominicanos la venda de la ignorancia, y enseñarles a leer y escribir, y al uso de la cibernética.

La guerra al analfabetismo tiene que tener como un pasadizo obligatorio, adecuar al joven a las nuevas tecnologías, incluyendo el uso de las computadoras, y nosotros hemos graduado, en las escuelas vocacionales bajo nuestra dirección, a cientos de jóvenes en cursos que los preparan para el mercado laboral, incluyendo las tradicionales manualidades y el manejo de la tecnología.

Hoy un joven se puede ganar la vida como digitador, pero ya el escribiente de dos dedos es una antigüedad que sólo se puede ver en las pequeñas oficinas, o el tradicional escribiente de la policía, que a una pasmosa velocidad, escribe las declaraciones de los presos, al momento de éstos confesar o rechazar sus delitos.

Estamos trabajando en ese terreno y somos testigos de primera fila, ha sentado las bases de la modernidad, no tan solo del sector público, sino también de los jóvenes que estudian en los barrios, y los cuales, paso a paso, son recuperados de la dosis del analfabetismo moderno y el abandono social, integrándolos a nuevos métodos de producción. 

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