El periodismo dominicano

El periodismo dominicano

El cierre de Clave Digital y el semanario Clave ha provocado un debate en los medios tradicionales y alternativos sobre la libertad de expresión y de prensa.

No tengo datos para analizar el motivo del cierre más allá de las razones ofrecidas por sus directivos. Razones económicas arguyeron los dueños y presión política sugirió la línea editorial del último número del semanario.

Mi objetivo aquí no es cuestionar las razones ofrecidas ni especular al respecto, sino dar algunas pinceladas sobre el periodismo dominicano a propósito del cierre.

En todo el mundo, la prensa es muy influenciada por el gobierno y por sectores de poder económico. De hecho, es prácticamente imposible sostener un medio de comunicación sin el apoyo económico de uno u otro.

Por otra parte, para obtener legitimidad social, los medios de comunicación tienen que mostrar cierto apego a la denuncia a favor del pueblo.

Actualmente, como el papel de representatividad de los partidos y las organizaciones de masas ha declinado, la ciudadanía encuentra en los medios un espacio de expresión de  quejas. El pueblo ve los medios como su defensor.

Por eso en las encuestas, los medios de comunicación se colocan entre las instituciones mejor valoradas por la ciudadanía en casi todo el mundo, incluida República Dominicana.

Esa alta valoración amplifica el poder de los medios, y a la vez, amplifica el poder de los dueños de medios, sobre todo, si el medio tiene un cordón umbilical con un sector económico que necesita una agenda favorable a sus propósitos.

Así, la prensa se hace escenario de conflictos empresariales, o entre grupos de poder económico y el gobierno.

Por ejemplo, cuando Clave Digital surgió a principios de 2004, denunció fuertemente el fraude bancario, y como resultado, se hizo antagónico a los medios de los dueños de bancos quebrados. Fue una guerra explícita o implícita que se remató con el cierre.

En esa pelea, Clave Digital se estableció como un medio de combate, pero en aquel momento inicial, era un medio sin ataduras con grandes grupos económicos. Sus directivos eran periodistas que gestaban una pequeña empresa de comunicación digital.

Ese sesgo de pequeña empresa, le permitió abrir sus puertas a nuevos escritores que encontraron un espacio de opinión importante para expresarse. Con el cierre, esa experiencia de pluralidad se pierde, dejando sin voz pública nuevas corrientes de opinión.

La democracia florece cuando la libertad de expresión no es aplastada por el poder del Estado y los empresarios. Lamentablemente, la prensa es una de las instituciones más vulnerables a ser presa de los intereses de grupos de poder económico y político, y cuando el control es excesivo, la prensa se debilita y también la democracia.

De manera paradójica, el poder de la prensa ha aumentado al convertirse en la principal interlocutora de una ciudadanía que se siente desprovista de derechos. Por eso cada día hay más programas de micrófono abierto en la radio y televisión para que la gente haga catarsis.

En República Dominicana, el control que ejerce el gobierno sobre un amplio segmento del periodismo a través de redes de apoyo de comunicadores y la asignación o  retiro de publicidad con fines políticos, conduce a un periodismo complaciente y poco democrático.

Las riñas entre medios para avanzar la causa de sus dueños conduce a un periodismo servil. Mientras los medios y programas que buscan el lucro se tornan sumisos al dinero.

La democracia dominicana trajo libertad de expresión y de prensa, pero esa libertad se torna ficción cuando el Estado constriñe, los ricos manipulan, o los productores buscan excesiva riqueza personal.

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