El personaje de la novela, el sombrío rostro del emigrante dominicano

El personaje de la novela, el sombrío rostro del emigrante dominicano

Franklin Gutierrez, escritor y ex comisionado dominicano de Cultura en Estados Unidos, autor de 17 obras que incluyen los géneros Ensayo de investigación, Poesía y Cuento, acaba de publicar su primera novela titulada “El canal de la delicia”. El Nacional/Redaccion NY 27/12/09

Me parece destacable el procedimiento de la similitud que busca encontrar el habla popular dominicana de otros tiempos.

Pongamos algunos ejemplos: “Ella me ignoró y siguió como una carreta en despeñadero”(19); “trabajaba como una mula huérfana” (33); o muy propia de otros espacios: “unas tardes de agosto, de esas que el sol tuesta el cuerpo como palomitas de maíz olvidadas en un horno de microondas”(39); o las sacada de otra realidad: “me sentí como tripa de sándwich atrapada en las paredes de un pan caliente”(68), “esa chica cuya piel parecía bronceada en un panel solar”(70); o “un jamaiquino con semblante de anguila asada en cuarto menguante”(76).


El título de la novela abre un horizonte para que leamos el itinerario de un hombre que sale de República Dominicana en busca del dorado sueño americano y forma familia en la gran urbe.

Es la propuesta en mimesis I de una lectura de un contexto social que, conocido en parte, nos buscaría explorar. El texto está compuesto en forma de un bildungsroman, o novela de crecimiento.

Es la historia de Armando Guerra, un dominico-boricua que narra la vida de su familia y sus peripecias vitales hasta ubicarse como trabajador social.
La obra está narrada en primera persona.

El narrador homodiegético domina toda la perspectiva de la historia desde la vida licenciosa de la abuela que pone en primer plano la forma grotesca que va a dominar el discurso narrativo, hasta el final de la historia en la que sentimos que el niño ha crecido y sigue narrando la vida de la familia y el contexto social en que le ha tocado desarrollarse. Los espacios trabajados en una crónica que busca asemejarse a la vida de los inmigrantes son República Dominicana, Puerto Rico y Nueva York. Sin embargo, el contexto social no logra del todo llenar la expectativa que se crea con el título.


Esto se debe, entre otras cosas, a que la perspectiva del narrador se encuentra limitada al protagonista que narra, cataloga y define los acontecimientos haciendo de la obra un discurso monológico, en el que faltan las distintas perspectivas sobre el triunfo y el fracaso. Debemos entender que en un mundo tan complejo como el de la emigración existen distintas miradas y voces.

Además, el destino de los personajes no puede vectorizar simplemente al fracaso. Lo cierto es que muchos dominicanos expatriados por la situación económica creen, fantasean y, a veces, están conscientes de que han logrado triunfar en Estados Unidos.
Podríamos decir que en el caso de Armando Guerra es distinto. Como hijo de dominicanos en Nueva York, él ve esa historia de los padres con una cierta lejanía, aunque no logra colocarse en la cultura dominicana.

Él se siente entre dos mundos. Sin asumir el país de llegada de sus padres y sin apropiarse verdaderamente de los referentes que atan a los dominicanos a su propia cultura. Desde el inicio, su mirada es irónica hacia una dominicanidad desconocida que previamente se le ha presentado a través de los estereotipos dominicanos.

De ahí que el autor haya preferido lo grotesco y la caracterización del mundo dominicano, porque desde niño Armando ve lo dominicano como una otredad. Esto nos hace pensar que el modelo de novela que opera aquí es similar a “La familia de Pascual Duarte” (1942), de Camilo José Cela. Obra en la que un personaje cuenta su historia y la de su familia desde una perspectiva tremendista.

Pero en el caso de Armando Guerra esta historia tiene como fortaleza la mirada desde la distancia de la cultura popular dominicana. De la vida en la capital o ciertos campos o de la visita a un resort de la zona este de la República.

La crítica literaria se ha debatido en dos posiciones sobre la construcción del personaje. La primera teoría, lo ve como una representación del mundo de la vida; él es el actor en el drama humano. Mediante su perspectiva podemos conocer su psicología y hasta analizar los grupos sociales que operan dentro de una sociedad.
Por el contrario, para el estructuralismo (Propp, Greimas, Genette, Bal, Barthes y Kristeva) el personaje es un actuante dentro de la estructura oracional o en la estructura formal del relato. Esta última posición busca eliminar el historicismo en el análisis literario y ve la literatura como un mero artefacto artístico.

Cada uno tiene sus razones y las teorías más recientes nos muestran cómo podemos conocer mejor el funcionamiento de la obra literaria. Desde la segunda teoría, Armando Guerra es el personaje escogido por el autor, Franklin Gutiérrez, para exponer su discurso sobre la emigración dominicana a Estados Unidos.

Para la primera, Guerra es una creación salida de la sociedad que es recreada para presentarnos el discurso ficcional como si este fuera el de la vida. Por lo que hay que buscar en la lectura una cierta similitud entre el espacio narrado y el espacio construido socialmente sobre la emigración dominicana a Estados Unidos.

En su sicología, Armando Guerra es un tiguere raro. Un tiguere que toma el tigueraje de su vida en el barrio dominicano en Nueva York. Su manera irónica de abordar las mujeres y de convertir la relación amorosa en un acto grotesco en el que sobresale lo feo sobre lo sublime o donde este aparece raramente amalgamado, nos lleva a pensar hasta dónde la crisis del mundo de la alta cultura (Henríquez Ureña, Mañach, Ramos) nos ha conducido; aunque por el momento en la obra aparezcan referentes a la literatura, a la música y al arte.

El lector debería, por sí mismo, plantearse si el personaje logra presentar la realidad social de la emigración, si las peripecias a las que está sometido son las que podrían reconstruir en el discurso literario el mundo de la vida. Si la crónica que en la obra se presenta llena todos los aspectos que se activan en el imaginario sobre lo que ha sido la emigración a Estados Unidos.

Luego de un discurso monológico (Bakhtin) que domina la mayor parte del texto, en la parte final se presenta una especie de diario, el autor de “El rostro sombrío del sueño americano” encaja algunas historias de otros personajes, abriendo un abanico de posibilidades para conocer otros aspectos de la vida en la urbe. Y dando un cierto dinamismo a la narración en la que el personaje es el que hilvana todas las historias y el tema sigue siendo la vida en ese espacio.

En síntesis, creo que la primera novela de Franklin Gutiérrez presenta cierta expectativa al narrar el tema del sueño americano. Sin embargo, la presencia dominante de un personaje deja poco espacio a una novela polifónica como podría darse en la emigración.
El uso de lo grotesco y la caricatura presenta una tendencia de la novela dominicana actual que tiene hacia un naturalismo tardío y en la que queda ausente la búsqueda profunda de los problemas que trabaja.

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