El perverso Duque de Otranto

El perverso Duque de Otranto

Este título hará malignas referencias de José Fouché, que fue el dueño de una de las mentes más tortuosas y tenebrosas que ha conocido la historia. Él llegó a ser uno de los hombres más poderosos de su época y uno de los políticos más extraordinario de todos los tiempos. El 14 de julio de 1789 las turbas de París, con Camilo Desmoulins a la cabeza, realizaron la toma de la Bastilla.

Desmoulins era miembro del Club de los “Cordeliers”, donde también militaban Juan Pablo Marat, Jorge Jacobo Dantón Y Jacob Héter. Con la toma de la Bastilla, símbolo de la opresión, se inició La Revolución, a nombre de la gloriosa tri1ogía de la “Fraternité” “La Egalité” y la “Liberta”.

La proclama de que todos los hombres nacen libres e iguales en derecho, como un águila sacudió sus alas y empezó a volar sobre todas las cabezas francesas.

Cuatro años después de la toma de la Bastilla el 21 de enero de 1793, la voz de José Fouché con dos palabras nada más hizo que rodara la testa coronada del rey Luis XVI. Las dos palabras “regicidas” fueron: “La Morte” o sea “la muerte”. Detrás de la decapitación del rey surgió ¡El Terror!

Los Padres inspiradores de las drásticas medidas fueron Hébert, Dantón, Marat y Robespierre.

Juan Jacobo Marat no era francés, él era un sabio médico suizo; Jorge Dantón era un brillante orador llamado “El  Mirabeau Del Populacho”. Y Maximiliano Robespierre era un talentoso abogado de la ciudad de Arrás. Robespierre era un revolucionario excepcional y un hombre solitario, que vivía en un cuartucho; para vestirse siempre de luto, tenía un solo traje negro, para comer era moderado hasta lo increíble y no tenía inclinaciones hacia el dinero. Lo llamaban El incorruptible; pero en verdad de verdad, era demasiado sanguinario.

Hébert, Dantón y  Robespierre fueron las “erinias» o furias mayores del “Terror”. Pero otros nombres que no se pueden silenciar son los de Luis Antonio Saint Just, Camilo Desmoulins y el del terrífico fiscal de la de 1ª Revolución, el monstruoso Fourquier Tinville. Quizás cometimos un error al elegir a Fouché para darle el título a este trabajito, donde hemos puesto a desfilar nombres que representan una galería de energúmenos. Pero no, creemos realmente que no es así. Fouché fue realmente superior a todos en maldad y habilidad.

Todos los elegidos en la galería de energúmenos tuvieron que padecer el filo de la guillotina seca del jefe de los guillotinadores de la revolución. Más, el cuello de Fouché nada supo de esos letales enredos. Fouché de 1793 a 1794 se ganó el título de “El Verdugo de Lyon”. Y de 1799 a 1804 fue el ministro de Policía del primer Cónsul Napoleón Bonaparte.

Y de 1804 a 1810 fue el Ministro de Policía del emperador Napoleón Bonaparte.

Hay que decir que de 1793 a 1794 el verdugo Sansón, el jefe de los guillotinadores, siempre estuvo afanando, laborando y sudando en su macabro oficio.

En París el “Terror” fue tan espantoso que las turbas enardecidas por el alcohol, descuartizaban con picas y azadones, en plenas calles a los señalados como enemigos de la revolución.

Fouché fue enviado al bajo Loyra, Nantes y Nevers, porque en esas regiones habían surgido tropas revolucionarias de campesinos y mobles, de católicos y realistas

Y en esas comarcas los principios de la revolución se habían recibido con indiferencia y con frialdad. Fouché que había sido cura, parece que para esos quebrantos resultaría un excelente facultativo. Antes de dar principio a sus severos castigos  y antes de empezar a cometer sus espantosos crímenes, procedió a lanzar su famosa “Instrucción De Lyon”. En ese documento de muerte, destrucción, saqueos, robos y violaciones, podría afirmarse que Fouché se manifestó con más saña, virulencia y agresividad que los que puedan encontrarse en el más violento de los manifiestos comunistas hasta ahora conocidos.

Fouché fue bautizado “Le Metrailleuer de Lyon”. (El Verdugo De Lyon).

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