Tal vez el Pesebre de Antonio Prats Ventós sea la única gran obra de arte que el pueblo dominicano pueda ver durante los días navideños que, entre nosotros, no se suelen dedicar a la presentación de artes visuales.
Especialmente iluminado, ofrece una atracción espiritual y estética, en la Catedral Primada -de la cual es patrimonio permanente-.
Antonio Prats Ventós, su autor magistral, expresaba que el nacimiento pertenecía a la tradición cristiana católica: lo consideraba el verdadero motivo y motivación de esos días sagrados, no así el arbolito y los adornos festivos.
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Y fue, desde esta íntima convicción, que él concibió y realizó aquel Pesebre sublime, el establo donde nació Jesús, rodeado por sus seres queridos y por personajes -gente y fauna- que simbolizan virtudes e ideales.
Esta magnífica obra de la fe y la escultura tiene su historia. Sin embargo, quisiéramos recordar ahora quien fue Antonio Prats Ventós y su vida de creador excepcional.
Una entrega definitiva
Antonio Prats-Ventós nació en Barcelona en 1925. Era un adolescente cuando llegó a República Dominicana en 1940, entre inmigrantes españoles, huyendo de la persecución y el franquismo.
Muy precoz y formado por parientes, empezó pronto a distinguirse en la talla y el vaciado en bronce. Presentó su primera individual en 1944 y ganó Premios en Bienales sucesivas desde el 1946.
Su matrimonio con Rosa María García significó amor, estímulo y respaldo durante toda la vida.
El enseñó escultura durante casi 20 años en la Escuela Nacional de Bellas Artes.
En 1993, fundó y dirigió la Escuela de Arte de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. ¡Cada exposición de Antonio Prats Ventós era acontecimiento, en el país como en España!
Fueron cimeras las presentaciones de El Bosque, La Selva y las Meninas. Realizó numerosas obras de arte público, y le atribuyeron el Premio Nacional de Artes Plásticas. Falleció inesperadamente en 1999.
Antes de que cumpliese 45 años, se reconocía a Antonio Prats-Ventós como maestro, y es el escultor que más ha influenciado la escultura dominicana, forma, volumen y técnicas. Con Jaime Colson, es el artista nacional que mayor número de discípulos y seguidores ha tenido. Nadie como él dominó el labrado de los más variados materiales, pero la escultura en caoba le apasionó. Alternó abstracción y figuración, también ha pintado exitosamente.
Su muerte consternó a toda la comunidad.
La aventura del Pesebre
Pensaríamos que esa obra monumental surgió de una inspiración irresistible, de una exaltación mística aún. La realidad fue distinta. Antonio Prats Ventós, que se casó y tuvo familia muy joven, pasó grandes dificultades. Había hecho un pesebre en barro para sus hijos, y, agobiado por una situación de escasez extrema, en un arranque de violencia, destruyó la pieza… Fue una reacción por las tremendas necesidades sufridas, ¡un acto que le provocó una inmensa y permanente mortificación!
Muchos años después, ya profesional exitoso, el artista comenzó a tallar en caoba un pesebre de insólito tamaño, a modo de reparación y homenaje. Una labor agotadora no solamente por la intensa fuerza y concentración requerida, hasta por la dificultad en encontrar la madera….
Este trabajo le tomó más de dos años, y, desde 1983, Antonio Prats Ventos, entregado, había hecho catorce piezas, bellamente terminadas y policromadas.
Además de un trabajo agotador, se había documentado extensamente, y una obra formidable se expuso en la entonces Galería de Arte Moderno -todavía no llamada Museo-
El conjunto escultórico causó conmoción, y recordamos como las frases de los críticos fueron clamores de admiración. En 1985, trasladaron el pesebre a la Catedral, su morada definitiva. Si Antonio Prats Ventós había pensado en un Museo de Arte Sacro, la incomparable basílica es hoy el sitial de esta maravilla del arte y profesión de fe.
Prats Ventós ha dicho palabras inefables: “ Me siento como un artista del Renacimiento, mi obra está y estará ahí cuando haya desaparecido. Estará cuidada y se mantendrá, y dentro de 500 años se hablará…”
Algo más
Ahora, en la Navidad, es cuando iremos a disfrutar especialmente esta “instalación” insuperable, de estilo expresionista y un colorido precioso, compuesta por 18 piezas – el maestro agregó cuatro- .
El amor y la ternura brotan del Niño Jesús, nimbado de oro, de la Virgen María –primera figura esculpida-, de San José –majestuoso-, los Reyes Magos, el Ángel -dominando e iluminando el escenario-. Y los demás, representantes del mundo rural y espiritual…. hasta los animales – asno, buey, ovejas, gallo-.
Todos los protagonistas, naturales y sobrenaturales, pueden hacer llorar y orar, creemos que era un propósito de Antonio Prats Ventós: él no les puso rostro, lo quiso, asunto nuestro.
Nos falta espacio…De Antonio Prats Ventós, las últimas palabras: “Es la obra que me ha hecho más feliz”.