El peso de la abstención electoral

El peso de la abstención electoral

JUAN BOLÍVAR DÍAZ
A pesar de que la abstención pareció reducirse en las elecciones congresionales y municipales del 16 de mayo, su peso específico es demasiado fuerte para que pueda ser ignorada. Nadie podrá saber a ciencia cierta cuál fue la realidad, si disminuyó o aumentó la abstención electoral más allá de lo que indican los números, en este caso más fríos que nunca, indescifrables objetivamente.

La realidad es que los votos que fueron contados, 2 millones 991,031 representan tan solo el 55.7 por ciento de los 5 millones 369 mil 064 que estaban habilitados para ejercer el sufragio. El 44.3 por ciento de los ciudadanos y ciudadanas no votó, o anuló o le fue anulado el sufragio.

Del voto nulo, que promedia entre 2.5 y 3 por ciento, es imposible establecer la proporción que corresponde a ignorancia, de la abstencionista, que son los depositados en blanco, ya que estos últimos no se cuentan en el sistema electoral dominicano, lo que de por sí implica renuencia a valorarlos.

En relación a las dos elecciones congresionales y municipales anteriores, la abstención ha disminuido 6 y 7 puntos respectivamente. Esa proporción puede parecer significativa, pero se cae cuando se considera el hecho de que en 1998 y 2002 regía el sistema del llamado colegio electoral cerrado, lo que obligaba a invertir entre 3 y 5 horas para ejercer el voto. Muchos ciudadanos desertaban de las mismas filas por cansancio y disgusto. Otros se negaban a cotizar tan alto para elegir a representantes que en muchos casos no representaban más que sus propios intereses y los de quienes los nominaban.

Ahora se podía votar en 5 o 6 minutos, lo que implica que los que no lo hicieron eligieron más claramente la opción de la abstención. Excepto la franja de los ausentes, los que han emigrado después del padrón electoral del 2000.

Así pues, se puede concluir que una alta proporción de los 2 millones 378 mil 33 ciudadanos y ciudadanas que no votaron eligieron la abstención como forma de expresar su rechazo a la degeneración de la actividad política, o para manifestar que son indiferentes, que nos les interesa sentirse representados en el carnaval de esta democracia hueca y corrompida.

El peso específico de la abstención es más concentrado en los grandes conglomerados urbanos. Encabeza la provincia Santo Domingo, donde según el último boletín de la Junta Central Electoral, los votos válidos ascendieron sólo a 47.66 por ciento. En la provincia de Santiago totalizaron 48.43 por ciento; 50.96 en el Distrito Nacional;48.74 en San Pedro de Macorís; y 49.08 en La Romana.

Si se considera, por ejemplo, el municipio de Santiago, se verá que los votos emitidos se reducen al 46.77 por ciento, 3.53 por ciento menos que en la provincia. La misma reducción se puede comprobar en otros centros urbanos del interior del país.

En otras palabras que entre las fuerzas sociales más activas del país, el rechazo a la forma de hacer política y la indiferencia frente a las elecciones es mayor, cuestión que tampoco puede ser ignorada, pues tiene significación para la gobernabilidad y el futuro de la democracia dominicana.

La participación registra mayores tasas en las provincias más pobres y alejadas del centro nacional. Los votos emitidos alcanzaron la semana pasada al 76 por ciento en Independencia; 72 por ciento en Elías Piña, 69 en Bahoruco; 68 en Pedernales y 65 en El Seybo.

Nadie podrá tampoco establecer qué porcentaje de los participantes lo hicieron por paga. Hasta en barrios medios de la capital individuos con maletines de dinero compraban votos a la vista de todo el que quería ver.

Me inscribo entre quienes piensan que la tasa de abstención fue alta y significativa, contentiva de un mensaje, de una llamada a la rectificación de esa podredumbre política del derroche y abuso de los recursos del Estado y de los provenientes del tráfico de influencia, lavado de dinero y hasta del narcotráfico.

Es obvio que muchos preferirán creer y decir que se redujo la abstención. Tal vez para calmar lo que les queda de conciencia. Pero ojalá que despierten a la realidad antes de que llegue el lobo anunciado.

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