El peso del lavado en el progreso

El peso del lavado en el progreso

Durante la década del 70, en las administraciones del presidente Balaguer, con el fin de mantener en equilibrio la balanza de pagos al cierre de cada año, ese estadista recurría como tradición a una importante empresa extranjera ubicada en La Romana para pedirle un adelanto de su venta de azúcar, que al ingresar en los días finales de cada año, mostraba un superávit en la balanza de pagos.

Tal costumbre nos mantuvo en la ilusión de una economía sólida, hasta que realmente lo fue. La misma se trasladó a ciertas instituciones, que con el auge del lavado de dinero proveniente de muchas actividades no muy santas, dispararon al país por un sendero de desarrollo increíble.

Hay entidades financieras con clientes especiales, algunos de los cuales han sido encarcelados en los Estados Unidos por el tráfico de drogas, que depositaban considerables cantidades de dinero que les permitía exhibir una solidez extraordinaria. Y así como hacía el presidente Balaguer, por igual esas entidades recurrían a esos traficantes para solicitarle el depósito de grandes sumas de dinero que aseguraban su buen comportamiento frente a las inspecciones de las autoridades bancarias de turno.

Desaparecido el doctor Balaguer, que ya no tocaba las puertas de la empresa extranjera en La Romana, surgieron tantos aspirantes a millonarios en el sector financiero que todos conocemos el desastre del 2003, que por ese afán de bienestar y de ostentación de sus ejecutivos, y haciendo uso de la pirámide de Ponzi, empujaron al país a la quiebra, de la cual se pudo salir airoso a partir de agosto del 2004.

Varias entidades se nutrían de millones de pesos, que provenientes de actividades no muy claras, preñaron sus arcas que así pudieron proyectarse en el financiamiento de centenares de torres y urbanizaciones que transformaron la fisonomía de la capital, Santiago, San Francisco de Macorís, Baní, etc.

El país, sin pretender ser beatos, se ha  nutrido del lavado de dinero, por lo que Estados Unidos nos tiene en la mira por esa conducta, sin ellos atacar a fondo el consumo de drogas en su territorio. Sin dudas representa un importante porcentaje de sus ingresos comerciales que ayudan en estos momentos, y siempre, a su alicaída economía. Mientras Estados Unidos no enfrente dentro de sus fronteras el galopante auge de consumo de drogas, mayor será la gravitación de ese negocio ilícito en los países caribeños.

Sin demanda no hay oferta con una producción y comercialización mayor. Lo que ocurre en Estados Unidos es fruto de su bienestar, ahora derrumbándose y en donde el consumo de drogas tiene un sitial elevado, reflejándose de cómo en México hay una guerra sin cuartel entre los carteles, disputándose el control de los estados fronterizos con el imperio.

El engorde de la economía nacional con el lavado ha beneficiado a muchos bien incrustados en el poder político, militar y  empresarial. Esas inversiones se concentran en más de un 60% en varillas y cemento, para darle forma a una infraestructura de desarrollo, permitiendo a otros inversionistas llevar a cabo proyectos más limpios, sin el tufo de lo que dejó el lavado proveniente de las drogas.

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