Serían muy pocos los periódicos españoles y americanos que no insertaron como noticia principal en su primera página el l7 de este mes, la disposición de la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, de remitir al Parlamento un proyecto de ley mediante el cual nacionaliza YPF-Repsol.

YPF-Repsol es una empresa petrolera española en la que posee el 57.6% de las acciones que evalúa en US$l0,500 millones equivalente a ocho mil millones de euros, que la presidenta Fernández de Kirchner estima sobrevaloradas.

YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales) fue fundada en l922 por el presidente Hipólito Irigoyen y en l993 el presidente Carlos Menem dispuso privatizarla, y ahora la presidenta Fernández de Kirchner ha resuelto retornarla a su estatus original estatal.

La presidenta Fernández de Kirchner dispone de una abrumadora mayoría congresional y un enorme respaldo popular como fue el caso de su finado esposo Néstor Kirchner y también el del presidente Juan Domingo Perón, fundador del Partido Justicialista en el poder. Interactúan coyunturas a nivel internacional empinadas que confronta la presidenta Fernández de Kirchner, como el diferendo reinvindicativo por las islas Malvinas que sostiene desde l833 con Gran Bretaña, y diferencias con el presidente Barack Obama por cuestiones de beneficios comerciales.

En los tres casos, la comunidad internacional corrobora con la posición nacionalista de la presidenta Fernández de Kirchner, pero en primer término, es incorrecto abrirse muchos frentes, recordando que por eso fracasaron Napoleón y Hitler; segundo que los pleitos deben echarse para ganarlos; tercero, que España no es Grecia ni Portugal, aunque confronta una crisis económica como nunca antes con 5.2 millones de parados, y por último, los recursos y la tecnología que requiere Argentina para proseguir su prospección petrolera, sobre todo, luego del descubrimiento del yacimiento de Vaca Muerta.