Una mayor oferta de países productores fuera de la Opep ha evitado indirectos nocivos para la economía dominicana
El precio del petróleo había mantenido una tendencia alcista que lo colocó a 93,72 dólares el barril (el Intermedio de Texas) en septiembre de este año.
Era una tendencia que llevó a algunos analistas del mercado a proyectar varios escenarios que encendieron las alarmas, incluido el de 150 dólares el barril.
Eran noticias preocupantes para el país, que importa todo el petróleo y sus derivados que consume, pero que con el transcurrir de los días se han ido desvaneciendo con la irrupción de una tendencia a la baja que, aunque con mayor volatilidad, ha hecho desaparecer los peores pronósticos sobre los precios, a pesar de lo decidido por la Opep y sus aliados para impedirlo, con su anuncio, a finales de noviembre, de un acuerdo para extender los recortes de producción.
En otros tiempos no había que hacer más para recuperar la tendencia al alza, pero en estos tiempos están soplando otros vientos que han dado un baño de salud a la economía dominicana, pues increíblemente la decisión de la Opep y sus aliados actuó en sentido contrario, a pesar del alza de los últimos días.
Eso a pesar de que todo pintaba un año 2023 que conduciría a la vuelta a precios históricamente altos por la guerra en Ucrania y el conflicto en Oriente Medio, aderezados con continuos recortes de la producción por parte de la Opep y sus aliados.
¿Dónde está el enigma? En la incursión de varios actores (sobre todo Estados Unidos) que han hecho disparar la oferta del crudo.
La producción de crudo en EE.UU. ha alcanzado nuevos máximos históricos, pese al discurso de Joe Biden contra esta industria, pues según cifras oficiales, ese país está produciendo más de 13 millones de barriles de crudo (sin tomar en cuenta derivados) cada día, superando el récord marcado en 2019.
Eso, junto a una mayor producción de otros actores, ha contrarrestado el empeño de la Opep y sus aliados, evitando efectos directos e indirectos nocivos para la economía dominicana: aumentos de precios, a consecuencia de incrementos de costos (con un impacto negativo en el crecimiento económico) y mayores subsidios al transporte y más elevadas transferencias al sector eléctrico, lo que hubiera agravado la precaria salud de las finanzas públicas.