El petróleo de Venezuela

El petróleo de Venezuela

POR ARTURO MARTÍNEZ M.
Algunos de mis lectores me han pedido que escriba algo sobre los combustibles, y la inquietud viene porque a algunos amigos le dí mis comentarios con relación al conflicto que ha surgido con el transporte desde Venezuela de los cincuenta mil barriles diarios que son financiables, según el Acuerdo de Cooperación Energética de Caracas.

Les adelanté que República Dominicana podría ahorrar divisas, porque muchas de las compras la Refinería las hace en el mercado spot, donde el flete y el producto es más caro, por lo en el fondo el problema no es entre Venezuela y República Dominicana, sino entre PEDEVESA (Venezuela) y Shell.

Los complazco y dejo los temas que han ocupado mi atención intelectual en las últimas semanas; me refiero al déficit cuasi fiscal del Banco Central, la crisis de liquidez que enfrenta la economía y la recesión económica que ella ocasiona, para escribir dos o tres artículos sobre los combustibles, que representan la quinta parte de las divisas que salen del país por importaciones de bienes.

La inquietud de mis lectores la resumo en las siguientes preguntas: a) ¿Quiénes son los actores en el conflicto? b) ¿ Es cierto que Venezuela nos dá un tratamiento especial? c) ¿ El flete marítimo es importante en términos de valor?

Lo primero es que el Acuerdo de Cooperación Energética de Caracas fue redactado por los venezolanos, con sus objetivos como debe ser, y que los dominicanos solo lo firmaron. Al hacerlo, sin embargo, se debió tener presente que en algunos aspectos chocaba con el Convenio entre el Estado Dominicano y Shell International Petroleum Company Ltd., aprobado por Resolución del Congreso Nacional No. 533, del 7 de noviembre de 1969. Debimos darnos cuenta, para prepararnos y esperar la respuesta de la multinacional Shell, que de ninguna manera se iban a quedar con los brazos cruzados. La carta del ingeniero Alfredo Nara, quien es funcionario de Shell y por ahora Gerente General de la Refinería, en la que se advierte al gobierno dominicano que se perderían US$10.8 millones de dólares al año por flete no usado, y que es el Estado Dominicano el que lo perderá si se acepta el precio CIF. Tal es la reacción oficial de Shell, de la casa matriz, en Londres. Pero como veremos, el asunto no es por US$10.8 millones, es por muchas veces esa cifra.

Shell es inteligente. Inicialmente en su pleito público usa al presidente de Refidomsa, quién probablemente no se da cuenta de que lo usan, pero da el frente públicamente, para defender el derecho de la Refinería (de Shell) de transportar todos los combustibles que compre República Dominicana a través de la Refinería, así como lo ha venido haciendo por décadas con la misma compañía y probablemente con el mismo barco.

Venezuela, por su parte, que siempre ha querido el transporte, hace valer lo que ciertamente establece el nuevo convenio recién firmado, intención ratificada por el ministro de Energía y Minas, de Venezuela, en carta dirigida al secretario de Industria y Comercio de República Dominicana.

Es cierto que el convenio habla de precio FOB pero también, y en términos escritos de manera diplomática y no comercial como debió ser, deja abierta la posibilidad de cambiar la entrega a CIF, de eso no hay duda, y lo peor, sin que medie discusión alguna entre los estados venezolano y dominicano, sino que lo establece como una prerrogativa exclusiva de Venezuela. Es un “gol petrolero” lo que ha metido Venezuela hasta el punto de que Shell, con toda su experiencia, parece que no se dió cuenta a tiempo porque, en su carta, el ingeniero Alfredo Nara, habla de que se le ha cambiado la regla del juego, y de que el convenio habla de precio FOB. Verdades a medias.

Si el Presidente Fernández ratifica lo que dice el Acuerdo de Cooperación, lo que deberá hacer, el próximo paso de Shell es hablar del Convenio Shell-Estado Dominicano, porque la empresa inglesa acude a el cada vez que interpreta que sus intereses han sido lesionados. Es un convenio totalmente obsoleto e incumplido por la misma Shell, porque fue para la construcción y operación de una refinería, y nunca para que convirtiera a Haina en una terminal de importación de productos terminados. Establece muchas cosas que ya no tienen sentido, entre otras que los términos del abastecimiento de las materias primas (crudos) y productos, son negociados entre el gobierno y Shell, y nadie más que el Estado Dominicano tiene derecho a indicar las fuentes de abastecimiento, pero sólo hasta un 20% del consumo que Shell, como gerente de Refidomsa, es la responsable operativamente, lo que implica que decide a quién comprar crudos, productos terminados y el transporte de los combustibles, decisiones que envía al Consejo de Administración, pero sólo para que conste en un acta, y nada más.

Shell planteará que los dos acuerdos entran en conflicto, lo que no es cierto porque el de Shell está obsoleto e incumplido. Pero Shell es muy celosa con la administración y operación de la Refinería, ha sacado muchas veces la inversión inicial y las reinversiones las realiza con fuentes internas, sin el conocimiento del otro socio, el Estado Dominicano. En las operaciones de la Refinería ha faltado transparencia, la queja de todos los gobiernos ha sido que no ha recibido los beneficios que les corresponden, pero tampoco se les ha informado-como debería ser- ya como socio y también como un asunto de Estado, detalles operativos.

Para Shell no es fácil aceptar la decisión del Estado Dominicano, de dejar en libertad al gobierno venezolano para que tome la decisión de cómo entregar los cargamentos, si FOB, CIF o FAS.

Mirando el asunto en retrospectiva, dos posibilidades encajan: que las autoridades dominicanas no se dieran cuenta de las implicaciones del acuerdo, lo que en cierta forma explicaría la actitud del Presidente de Refidomsa, defendiendo el derecho de la Refineria y de Shell a transportar el combustible. La otra, que se trate de una estrategia del gobierno dominicano, desconocida para el Presidente de Refidomsa, para obligar a Shell a renegociar el convenio obsoleto, buscando mayor transparencia en las operaciones. De ser así, sin dudas estaríamos en presencia de una buena decisión, porque ningún gobierno ha podido renegociar el contrato con Shell, a pesar de todos los intentos que se han hecho, porque los ingleses no juegan con sus intereses, le dan largas y largas y al final se salen con la suya, nunca se llega a renegociar. De todas maneras, y si no fue una estrategia, no importa, que se aproveche la oportunidad para renegociar el convenio, que es lo importante.

En cuanto a Venezuela, hay que decirlo. Es cierto, ya sea en el corto o en el largo plazo, sale ganando; en el mercado dominicano ha iniciado un proceso de integración de su industria de petróle, proceso vetado muchas veces por Shell de manera directa e indirecta. Es decir, además de la extracción del crudo para enviarlo a República Dominicana, con un mínimo de valor agregado, y de refinar productos para el consumo nuestro, con un mayor valor agregado, como tradicionalmente ha sido el tipo de relación petrolera que hemos tenido, desde ahora también se ocuparía del transporte marítimo y del seguro marítimo, ambos con empresas venezolanas, aumentando el valor agregado y el ingreso producido por los productos del petróleo enviados a República Dominicana.

En un futuro, el valor agregado podría aumentar mucho más, porque el próximo paso de Venezuela podría ser, ¿porqué no?, participar en la distribución interna de los productos del petróleo, porque si en esta oportunidad alegó, para reivindicar su derecho al transporte marítimo, que de por medio están sus crudos y sus productos blancos, y que con el transporte se asegura de que no tendrán otros destinos, para su distribución interna podría decir que sus enemigos en el país se benefician, que debe asegurarse de que no les llegue. Claro, son argumentos sin sentido económico ni político, porque como veremos más adelante, Venezuela no subsidia las compras que les hacemos como erróneamente creen algunos aquí, pero además República Dominicana tiene un récord de compras en los últimos años que es más o menos la misma cantidad; al día consume más de cien mil barriles de todos los combustibles, de modo que los cincuenta mil barriles del nuevo acuerdo, límite financiable, es menos de la mitad del consumo.

Son dos las partes del Acuerdo de Cooperación Energética, la de suministro de crudos y productos blancos y la del posible financiamiento por hasta cincuenta mil barriles al día. Son dos cosas que aparentemente están relacionadas, pero que nada tienen que ver una con otra. Desde que se firmó el pacto de San José, y ahora con motivo del nuevo acuerdo, muchas personas, incluyendo economistas, profesionales de otras áreas y hasta funcionarios del actual gobierno, que están en la obligación de tener mejor entendimiento, se han confundido y creen que es cierto, que Venezuela subsidia los combustibles que compramos, porque recibimos descuentos especiales. Es bueno decir con claridad que están muy equivocados, que Venezuela nos vende sus crudos y sus productos refinados como debe ser, a los precios internacionales, los pagados por el país son los mismos, que por ejemplo, los pagados por los Estados Unidos. Son los precios publicados diariamente, o semanalmente, en la revista PEDEVESA, que cualquier observador los podría comparar con los publicados en la revista especializada PLATTS, y de inmediato se dará cuenta de que no hay diferencias, que básicamente son los mismos, por lo que no hay descuentos en los precios. Es decir, la política general de precio de PEDEVESA, y repito, así como debe ser, es la que se aplica también a República Dominicana. Otra cosa es el financiamiento al gobierno dominicano para proyectos de desarrollo con los cuales Venezuela esté de acuerdo, pero primero hay que pagar el precio internacional. El financiamiento sí es un asunto político, que nada tiene que ver con el aspecto comercial.

Otro mito que se repite, que se trata de una fuente confiable y segura para República Dominicana. Bueno, si pagamos sin retrasos el precio internacional, si hacemos una programación de embarque anualmente y la cumplimos diariamente, si seguimos las normas del vendedor que es PEDEVESA, no debe extrañar que se tenga la misma seguridad de suministro que tienen los Estados Unidos y cualquier otro cliente tradicional de Venezuela. Claro, el vendedor puede decir en cualquier momento, así como el caso del Colegio Saint George, y que particularmente rechazo, que está en su derecho el vender sus productos al cliente que elija, que es su privilegio. En ese caso, y con las mismas divisas, se les compraría a otros suplidores en el mercado mundial y punto. Claro, se perdería el financiamiento al gobierno dominicano para proyectos de desarrollo que Venezuela seleccione, y bajo las condiciones que ponga Venezuela, que repito es otro asunto a analizar con detenimiento para definir beneficios y costos.

Lo anterior no quiere decir que en el orden estrictamente económico, tanto para Venezuela como para República Dominicana no sea una ventaja el que estemos relativamente cerca. En un barco cargado de combustibles, a cuarentiocho horas, dependiendo de la naturaleza. Para nosotros como comprador, porque podemos mantener una precaria capacidad de almacenamiento, tanto de crudos como de productos, lo que equivale decir que en la práctica en Venezuela tenemos almacenada parte de los crudos y productos que deberían estar en República Dominicana, por lo que en ese sentido nos economizamos un capital de trabajo y unos intereses no depreciables. Mi opinión siempre ha sido contraria a mantener precariedad en los almacenamientos, pero eso es otra cosa. Ellos lo saben mejor que nadie, en materia petrolera son de los mejores del mundo, y aunque de manera directa nunca nos cobrarían por ese almacenamiento, indirectamente podrían buscar fórmulas compensatorias, así como ahora podrían poner condiciones a las importaciones.

Que nadie se llame a engaño, por el volúmen y el valor de la factura petrolera, somos un cliente que Venezuela no quiere perder, y por nuestro lado debemos preservar las buenas relaciones con Venezuela para tenerla como un suplidor y un amigo que está cercano. Las relaciones han sido, y seguirán siendo, como las de los amores encontrados, algunas veces se desarrollan con amarguras y en otras fluídas y provechosas, pero al final lo importante es que el balance sea positivo para el bien de los dos pueblos. En efecto, el volúmen y el valor de la factura petrolera que pagamos a Venezuela, indica que como cliente no somos marginal. Los cincuenta mil barriles financiables al día se convierten en 18.3 millones de barriles al año, representando el 61 por ciento de la importación total programada por Refidomsa para el 2005, ascendente a 30.1 millones de barriles.

Venezuela reclama transportar ese 61 por ciento, deja en el aire el 39 por ciento restante, y es por ese porcentaje que transportaría Venezuela que el gerente de Refidomsa dice que le costará al Estado-y no a la Refinería- US$10.8 millones en doce meses por flete no usado. Si a Venezuela se comprara el cien por ciento de las necesidades de combustibles, y si el precio de compra promediara US$45.00 el barril en el 2005, el país estaría erogando a Venezuela la suma de mil trescientos cincuenticinco millones de dólares. Si sólo se comprara lo financiable, esto es el 61 por ciento de las importaciones programadas, Venezuela estaría facturando al país como mínimo ochocientos veintiún millones de dólares en el 2005. Como quiera que se pongan, son cifras muy importantes, y que ningún país quisiera dejar de manejar. Pero, ¿ los son también las relacionadas con el flete?

Lo primero que debemos decir es que el flete marítimo varía según sea crudo o producto lo que se transporta, pero también depende del tamaño y la calidad del barco utilizado y el de la parcela importada. Hay reportes que por el transporte de productos blancos hasta Haina la Refinería pagó un flete promedio de US$18.00 la tonelada en algún momento. Cuando utilizó un barco de 30,000 toneladas, con capacidad para transportar 210,000 barriles, por cada barril de producto refinado en promedio pagó US$2.57, en realidad un flete muy elevado que cuando se plantea es justificado con el argumento de que se trató de compras spot.  

En el caso del crudo, la Refinería acostumbra usar barcos de 71,400 toneladas, con capacidad para transportar 500,000 barriles. Se tienen estadísticas de que pagó un flete promedio de US$4.50 la tonelada, o lo que es lo mismo, de US$0.64 por barril de crudo transportado, lo que no es un precio elevado. El fuel oil lo importa en partida de 180,000 barriles, y el gas licuado de petróleo en partidas de 40,000 barriles. El glp los importa en barcos de 200,000 barriles, y en promedio pagó por flete alrededor deUS$200,000.00, es decir, un dólar por barril, lo que tampoco es exagerado.

Por lo anterior, se concluye que no hay un flete que se pueda decir que es único, porque la Refinería no sólo le compra a Venezuela sino que tambien muchas de sus compras las realiza en el mercado spot, donde el flete es sumamente elevado. Veámos algunos números. La Refinería dice que el flete no usado andaría por US$10.8 millones en doce meses, que comparado con los 18.3 millones de barriles que Venezuela quiere transportar, arroja una tarifa promedio de US$0.59 centavos el barril. De ser así, estamos hablando de US$17.8 del total de flete que se estaría pagando si las importaciones totales de combustibles proceden de Venezuela. El lector se estará preguntando, ¿es esa la suma que ha provocado el conflicto?

PARECERÍA POCA COSA

En verdad parecería poca cosa, apenas el 1.3 por ciento de la factura petrolera sujeta a financiamiento por Venezuela.

Pero en verdad el asunto es más complicado, se trata de cifras más gruesas. Recuerde lo que afirmé anteriormente, de que el flete hacia República Dominicana tradicionalmente ha sido muy variable, en parte debido a la poca capacidad de almacenamiento; también dije que las operaciones en la Refinería nunca han sido muy transparentes, y que las compras en una buena proporción se hacen en el mercado spot, donde todo es más caro. Si usamos la experiencia reportada de un flete promedio de US$2.57 el barril, las cosas serían muy diferentes; si a Venezuela se comprara el cien por ciento de las necesidades, por flete se estarían pagando US$77.4 millones en doce meses, y si se compra sólo lo que dice el convenio, la erogación sería de US$47.0 millones en doce meses, lo que representa un robusto 5.7 por ciento de la factura. Las cifras anteriores la expusimos sólo para que se vea la realidad, lo que Shell defiende. Es mucho el dinero envuelto. 

El gobierno dominicano debe ratificar el Acuerdo, es bueno que se comparta el transporte marítimo de los combustibles. La competencia tendrá sus frutos beneficiosos para el país, habrá ahorros de divisas en ese sentido. Shell se acomodará con el 39 por ciento restante, y no pasará nada a nivel internacional. En la próxima entrega hablaremos de la economía de la Refinería.

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