El petróleo no es el problema mayor

El petróleo no es el problema mayor

SAMUEL SANTANA
En el mundo actual hay muchas preocupaciones por la tendencia alcista que ha tomado el barril del petróleo en los mercados productores, con unas variaciones que van de un día al otro. Hay tres teorías en cuanto a esta tendencia tan perjudicial para las economías mundiales, especialmente para los países subdesarrollados.

Una es que se está produciendo una merma en los yacimientos. De modo tal que se cree que dentro de cincuenta años ya no existirán fuentes de donde extraer este producto.

La otra se atribuye a una ambición ciega desatada entre los magnates del negocio. Entre ellos se cita al mismo presidente de Estados Unidos, George W. Bush, quien se ha consagrado por muchos años a la comercialización de este producto.

La última conjetura tiene que ver con una especie de juego político desatado entre las naciones que controlan el petróleo. ¿Cuál fue la relación de Estados Unidos y algunos miembros de las Naciones Unidas con Irak? ¿Qué está pasando ahora mismo con el cuarto productor de petróleo más grande del mundo, Irán? ¿Por qué no incluir también a Venezuela, en el litoral latinoamericano?

Lo cierto es que ésto está trayendo como consecuencia que las economías de muchos países del mundo se encuentren en condiciones difíciles. Los precios de los productos de primera necesidad se disparan, el tránsito se ve restringido, los gobiernos deben buscar más dinero para cubrir las facturas petroleras y se genera un gran desasosiego.

Países como República Dominicana sufren mucho. Aquí el petróleo juega un papel vital para la economía ya que el grueso del pago de la deuda externa se realiza con la diferencia que obtiene el Gobierno en la venta de la gasolina.

Cualquier imprevisto registrado en este renglón conduciría a tener que identificar y valerse de otras fuentes, lo que significaría la imposición de nuevos impuestos y de mayor carga a los ciudadanos.

Pero, aunque parezca increíble, la preocupación mayor no reside en el aumento del barril del petróleo ni en la desaparición o no de este producto.

Lo más grave es que ésto está conduciendo a un juego muy peligroso entre las naciones poderosas. A saber, la explotación nuclear.

¿Cuál es el problema planteado entre la ONU e Irán.

Simplemente que esta nación está haciendo investigaciones y esfuerzos por explotar la energía nuclear, algo contra lo cual se opone tajantemente Estados Unidos.

Léase usted cuidadosamente lo que plantea la BBC de Londres en un trabajo publicado: “La energía atómica, que parecía destinada hasta hace poco a jugar un papel secundario en la búsqueda de nuevas fuentes de energía, se presenta hoy como una clara alternativa ante la previsible escasez de los combustibles fósiles, como el petróleo o el gas”.

Los cañones se enfilan hoy contra Irán, pero ésta no es la única nación del mundo que está inmersa en esta carrera.

En China, Japón, Francia y Finlandia se están construyendo, también, centrales destinadas a la explotación de la energía nuclear como fuente segura y alterna.

Esto ha causado gran preocupación dentro de organizaciones como Greenpeace, la cual sostiene que “la energía nuclear ha demostrado ser un auténtico fracaso tecnológico, medioambiental, económico y social, además de no cumplir ninguna de las premisas de la sostenibilidad”.

Según la BBC, Gran Bretaña empieza a plantearse la reanudación de sus programas nucleares para la producción de energía, mientras que ya Finlandia o Francia han emprendido la construcción de nuevas centrales.

¿Qué le podría deparar al mundo si se toma como alternativa la explotación nuclear?

¿Podría servir como botón de muestra lo ocurrido en Chernobyl, Ucrania, el 26 de abril del 1986?

Todo parece indicar que la humanidad misma está construyendo los mecanismos apocalípticos de su propia destrucción.

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