El “Pitágoras” de Amapaña es un niño de 10 años vendedor de tortillas

El “Pitágoras” de Amapaña es un niño de 10 años vendedor de tortillas

Amapala, Honduras.- José Adalberto Flores es un niño de diez años que por su habilidad con las matemáticas asombra a propios y extraños en Amapala, en la Isla del Tigre, enclavada en el Golfo de Fonseca, sur de Honduras.

“Este niño es el Pitágoras de Amapala, desde que tenía tres años se sabe las tablas de multiplicar, dividir, sumar y restar, al revés y al derecho. No usa calculadora”, dijo a Efe Dagoberto Álvarez, funcionario municipal, al referirse a “Tito”, como todos los amapalinos conocen al pequeño José Adalberto.

El niño representa una importante fuerza de trabajo para su familia, que es pobre, ya que dos veces al día sale del remedo de casa donde vive cargando en su frágil espalda centenares de tortillas de maíz para entregar por encargo en la primera jornada.

Para la venta de las otras 200 tortillas de la segunda jornada va de barrio en barrio en un recorrido que termina cuando el sol ya se ha ocultado, a veces sin haberlas vendido todas, lo que “Tito”, según relató a Efe, aprovecha para jugar al fútbol.

Aficionado al Barcelona de España y el Motagua de Tegucigalpa, “Tito” disfruta del fútbol jugando a ser un Messi, su ídolo, en calles adoquinadas y plazas públicas de Amapala. “Tito” cuida su único par de zapatos porque “son para ir a la escuela». La mayoría de sus partidos, todos de gloria aunque pierda, los juega descalzo.

“Creo que juego mejor descalzo”, expresa sonriente, mientras que en sus ojos y cabello opaco parece ocultar algún dolor y la pobreza en que vive con su madre, Ana Julia Anariba (40 años); su padrastro, Alejandro Pineda (30), y un hermano menor (4). De la rapidez para responder con acierto una operación matemática se asombran los mismos maestros de su escuela, “Manuel Bonilla”, y todos los amapalinos, niños, jóvenes y adultos que lo conocen.

“Sabemos que es un niño muy inteligente, que sabe mucho de matemáticas”, comentó el alcalde de Amapala, Alberto Cruz, quien además indicó que adelantarán el aporte de una modesta beca para “Tito”, quien por su baja estatura y lo delgado que está, aparenta menos de diez años.

Cumplirá once el 30 de octubre. Cruz también se comprometió a brindarle asistencia médica y alimentación al pequeño “Tito”, a quien, según varios adultos que dialogaron con Efe, castiga su madre físicamente cuando no vende todas las tortillas.

La madre afirmó a Efe que no es cierto que le castiga, aunque a veces llegue tarde a casa porque “se quedó jugando fútbol». “Las tortillas que no vende no se pierden, se las damos de comer a ‘Salomón’, el burro que tenemos para cargar leña y otras cosas”, enfatizó Anariba, mientras “Tito” reía por el nombre del pollino.

De la inteligencia del pequeño José Adalberto también hablaron las dos maestras que ha tenido, Mirty Araceli Cruz y Lesbia Elizabeth Jiménez, de la escuela “Manuel Bonilla”, en Amapala. La maestra Cruz relató que fue su alumno del primero al tercer grado, y que “siempre fue muy hábil en matemáticas, aunque no siempre llevaba las tareas porque en su casa no le ayudaban».

“Eso le ha impedido brillar más, siempre ha sido extrovertido, se lleva bien con todos sus compañeros y siempre iba vestido de acuerdo a su condición económica, de pobreza”, agregó. Indicó que “Tito” no hizo preparatoria antes del primer grado, que “es famoso en Amapala” y que “vende tortillas jugando pelota». La maestra Jiménez, quien tiene a “Tito” de alumno desde que cursaba el cuarto grado, dijo que ahora que está en sexto “sería el mejor alumno de todo Amapala si recibiera apoyo en su casa».

Añadió que “hay veces que ni tareas presenta”, que “estudia el solo” y que, por su inteligencia, “aprende con gran facilidad, le basta con escuchar al maestro». Jiménez señaló que la madre de “Tito” es “muy trabajadora”, de lo que no hay duda. Ana Julia Anariba, es además una mujer muy golpeada por la vida, que tiene otros cuatro hijos que no viven en su casa, en el barrio El Vigía, de Amapala, y a los que también le ha tocado criar en condición de madre soltera, según relató.

Anariba hace a diario al menos 600 tortillas de maíz en un fogón de leña que le incrementa en la cocina la temperatura ambiente, en una comunidad en la que el termómetro en condiciones normales oscila entre los 34 y 40 grados centígrados, y a veces sube hasta a los 44. La cocina de Anariba, quien trabaja de pie, literalmente es una sauna en la que podría estar menos tiempo si tuviera un fogón con una plancha más grande en el que cupieran más tortillas de maíz.

Ella desearía que el Gobierno le ayudara con un mejor fogón o una casa digna que sustituya la covacha con piso de tierra, paredes de plástico y techo de zinc donde ahora viven, que carece de baño.

Una ayuda estatal o privada también podría cambiar la vida del pequeño “Pitágoras” de Amapala, quien lo único que debería cargar en sus espaldas es su mochila con sus cuadernos y libros hasta que logre su sueño- “ser un maestro de matemáticas cuando sea grande».

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