El plan de Boris Johnson para luchar contra la covid-19 se tambalea

El plan de Boris Johnson para luchar contra la covid-19 se tambalea

Boris Johnson

El plan de restricciones de tres niveles para frenar la pandemia que el primer ministro británico, Boris Johnson, quiere aplicar en Inglaterra desde el 2 de diciembre se tambalea ante el rechazo de diputados tories que barajan este sábado votar en contra la próxima semana.

El líder conservador propone endurecer las normas para contener el avance del virus frente a las directrices establecidas antes del actual confinamiento -iniciado el 5 de noviembre-, una decisión que no agrada a docenas de parlamentarios de su propio partido.

Uno de ellos, Craig Mackinlay, avanzó hoy que no apoyará la estrategia este martes en los Comunes: «Fundamentalmente, dado que ya hemos pasado por esto, hemos de preguntarnos: si esta es la cura, ¿realmente está funcionando?», plantea el político a la BBC.

Otro tory prominente, Graham Brady, dice en un artículo publicado hoy por el tabloide Daily Mail que no votará a favor de unas normas «dudosas», que ponen en peligro el «tejido social» del país.

Muchos de los detractores sienten que áreas con tasas bajas de infección se verán forzadas a capear reglas incluso más estrictas que las aplicadas durante este segundo confinamiento.

Ese rechazo frontal a su estrategia podría potencialmente dejar a Johnson a merced del respaldo del opositor Partido Laborista.

ALERTA SOBRE UNA «SATURACIÓN» HOSPITALARIA

El llamado ministro del Gabinete, Michael Gove, salió al rescate del jefe del Ejecutivo al alertar hoy en The Times de que los hospitales corren el riesgo de quedar «saturados» con pacientes infectados si no se introducen esas medidas.

Gove -uno de los grandes propulsores del Brexit- urge a esos «rebeldes» a «asumir responsabilidad para tomar decisiones difíciles» con la misión de aplanar la curva de covid-19.

En base a ese plan de tres niveles -medio, alto y muy alto- el 99 % de Inglaterra estará sujeto a los dos máximos grados de alerta.

A menos que se adopten acciones para ralentizar la propagación del virus, el NHS (servicio público sanitario) se «romperá» y los hospitales quedarán «físicamente saturados», avisa Gove.

«Los niveles de restricciones de antes del confinamiento no suprimieron la covid de manera suficiente: no fueron lo suficientemente fuertes para reducir el contacto social, ni se aplicaron con la amplitud necesaria para contener la expansión del virus», recuerda.

El político subraya que el país que suma 57.551 muertes por el virus, afronta una «crisis nacional», en la que 16.000 camas de hospitales están ocupadas por pacientes de covid-19 frente a casi 20.000 el pasado abril y 740 el 11 de septiembre.

RESTRICCIONES MÁS DURAS

En las áreas con un nivel muy alto de riesgo -como Manchester- seguirán prohibidos los encuentros sociales en interiores y exteriores, y permanecerán cerrados los bares que no sirvan comida para llevar.

En el nivel intermedio, donde figura Londres y Liverpool están vetados los encuentros bajo techo de distintos hogares; se mantendrá el máximo de seis personas para reuniones en exteriores, y se fija la hora de cierre de pubs y restaurantes -ahora clausurados salvo para entrega a domicilio- a las 23.00 GMT.

Los establecimientos solo podrán servir bebidas alcohólicas si van acompañadas de una «comida sustancial» y se permitirá la vuelta «limitada» de espectadores a estadios deportivos y espectáculos en directo, mientras que locales no esenciales como peluquerías podrán también reabrir.

LA VACUNA, CADA VEZ MÁS CERCA

Según indica hoy The Guardian, los hospitales han recibido la instrucción de estar listos en apenas diez días para poner en marcha la distribución de la vacuna desarrollada por Pfizer/BioNTech.

Los directivos del NHS han revelado que esos centros podrían empezar a recibir los primeros lotes el próximo 7 de diciembre.

Citando varias fuentes hospitalarias, el diario señala que inicialmente serán los empleados sanitarios los primeros en recibir el antídoto, y no los residentes de asilos o mayores de 80 años, como se había previsto.

Eso se debería, según estas, a que la vacuna creada por Pfizer «no puede volver a desplazarse una vez llegue al hospital, por lo que debe usarse en un plazo de cinco días».