El PLD

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[b]Señor director:[/b]

No hay dudas. Está demostrado que cuando las naciones devienen en crisis económicas, sociales y políticas, llegan a lo que se llama un vacío de poder lo cual las ponen a merced de las más peregrinas aventuras.

Tenemos varios ejemplos cercanos en el tiempo y próximos en la distancia.

Veamos: el caso más dramático y patético lo es la República de Venezuela, la cual, a pesar de ser muy rica y tener una super estructura para explotar lo que son sus fortunas y un sistema democrático fuerte con dos grandes partidos que normaban la vida política de esa nación, la mala administración, el derroche y la corrupción de sus dirigentes terminaron poniendo fin a la vida apacible y feliz que durante décadas y décadas llevaban sus ciudadanos.

Ya desesperados, el pueblo decidió buscar otras opciones para su dirección que no fueran los gastados y desprestigiados partidos Acción Demócrata y el Socialcristiano (COPEI).

Es así como los venezolanos «se agarran» de un hombre que aunque no tenía partido ni una plataforma política sostenible en el tiempo venía sin embargo precedido de un gran valor personal el cual demostró habiendo encabezado un intento de golpe de Estado militar en contra de un gobierno legalmente constituido.

Esos encantos, más la suma de un lema subjetivo como aquel de la «revolución bolivariana», terminó llevando al poder en Venezuela al hoy presidente Hugo Chávez, cuyo gobierno desde su inicio y hasta el día de hoy ha mantenido en vilo a ese país suramericano en todas sus actividades sin que nadie augure un futuro promisorio.

Tenemos el caso de Perú, el cual, después de una democracia de larga data y habiendo tenido en su seno al partido más popular de su historia colapsando en manos del expresidente de la República Alan García, ese pueblo se lanzó a la búsqueda de nuevas opciones más refrescantes y menos traicioneras.

En esa búsqueda incesante y desesperada el pueblo peruano se encontró con el inefable Fujimori el cual, para no alargar la historia, salió huyendo del palacio presidencial sin rumbo conocido después de haber hundido a esa nación en la corrupción más espantosa.

Son los resultados de la decepción de los pueblos, de la traición de sus dirigentes, de la improvisación, de la desesperación de las naciones.

En Haití, ¿que está sucediendo en estos momentos en esa pobre nación hermana?

Que el pueblo, desesperado ante su miseria y ante la impotencia por los engaños reiterados de sus gobernantes y ante la ausencia de instituciones a las cuales acudir, se ha lanzado a las calles convirtiendo a sus espacios en un gran escenario para el caos y la guerra civil.

Sin gobernantes que los encaucen adecuadamente y sin instituciones y líderes que constituyan reservas a donde a acudir, los pueblos no tienen otro camino más que lanzarse a «las buenas de Dios» sin pensar siquiera en el desastre o en la catástrofe total.

Afortunadamente en nuestro país no tenemos ese problema porque existe el Partido de la Liberación Dominicana con su líder y candidato presidencial el doctor Leonel Fernández.

Todos los dominicanos sabemos que en nuestro país en estos momentos se vive una tensa calma porque bajo el mandato del presente gobierno la sociedad no tiene salida, pero sabemos al mismo tiempo que a poco menos de tres meses habrá elecciones y podremos aposentar en el palacio presidencial una vez más a un equipo de hombres y mujeres que si han demostrado que saben gobernar y conducir a su pueblo hacia el desarrollo.

Es una tensa calma porque el pueblo es consciente y sabe que si las presentes autoridades no fueron capaces de crecer o mantenerse a flote en tiempos normales y de abundancia, mucho menos podrán hacerlo dentro de esta profunda crisis que ellos mismos crearon y que nos agobia y abruma a todos.

El pueblo sabe que no vale la pena correr riesgos si muy pronto volverán a la dirección del país un hombre y un partido que no solo lo hicieron excelentemente bien cuando tuvieron la ocasión sino que ahora, estando en la oposición política, han sabido transformar y modernizar su organización convirtiéndola en un instrumento de lucha idóneo; que a pesar de las incriminaciones, acusaciones y persecuciones de que fueron objeto sus dirigentes por el poder destructivo del Partido Revolucionario Dominicano y el gobierno, el PLD elige su candidato presidencial en un congreso sin mácula levantándose como un coloso dispuesto a enfrentarse exitosamente con su adversario más feroz pero igualmente impopular.

El pueblo dominicano no ignora que el conjunto de dirigentes que componen el Comité Político del PLD y que habrá de dirigirlo dentro de unos cuantos meses es una joya de la política nacional cada uno en su individualidad.

Nuestro pueblo es sabio y reconoce que el partido que fundara el profesor Juan Bosch es un marco de referencia y un ejemplo a seguir no tan solo en los procesos electorales sino cada vez que la nación precisa de una sabia orientación o de una defensa oportuna de sus intereses.

Nuestro pueblo podrá equivocarse como en efecto ha sucedido pero cuando descubre sus verdaderos defensores pone en sus manos toda su fe y su destino y también desafía con decisión y rabia a todo el que se interponga en su camino.

¿O es casual que el PLD tenga más del 65% y sin techo?

¿Es fortuito que tan solo se hable de una sola vuelta cuando nuestro sistema electoral tiene dos?

¡Gracias que existe el PLD!

Atentamente,

Laureano Guerrero

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