El PLD bajo la mira dominicana

El PLD bajo la mira dominicana

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Mañana los peledeistas celebrarán sus elecciones internas para escoger  su candidato presidencial a los comicios de mayo del 2008, y desde hace tiempo el foco de la atención de la opinión pública ha sido concentrado en tal certamen electivo, ya que el futuro del país, su estabilidad y el sostenimiento de su desarrollo, dependerá de que los miembros de ese partido hagan la elección correcta de su candidato.

Sin restarle méritos a los otros candidatos, que presentarán los partidos opositores al PLD, es un convencimiento irresistible en el sentir dominicano de que esas opciones están desgastadas y no generan la confianza suficiente, ni la seguridad de que sabrían gobernar después que el país fuera frenado en su caída al precipicio económico y moral, por lo ocurrido en los primeros cuatro años del siglo XXI bajo la infeliz conducción política del PRD y el PPH, con una administración plagada de lacras de una corrupción e ineficiencia rampante.

Indudablemente que los grandes aciertos de la actual administración peledeísta en el campo económico consolidaron un proceso, que pese a los críticos sagaces que diariamente evacuan opiniones para desmeritar el trabajo realizado, éste se evidencia de cómo crecen las inversiones y hay más construcciones y actividad empresarial; hasta hay que esperar para comprar automóviles o residencias, los vuelos salen repletos para el exterior y los resorts están llenos de turistas y de un sector poblacional criollo que el pasado fin de semana llenaron las habitaciones sobrantes, ya que las demás estaban ocupadas por visitantes internacionales.

Podría considerarse que la construcción del Metro es un lastre para los propósitos continuistas del presidente Fernández, debido a la severidad de la oposición de atacar al mismo, pero aquí sabemos que toda obra urbanística ha tenido sus rabiosos opositores como ocurriera la vez que se construyera la avenida Winston Churchill y la Luperón, igual cuando se erigieron los elevados de la 27 de Febrero y de la Kennedy, que luego han sido alabados por todos debido a que evitaron un mayor caos en el tránsito urbano, ya de por sí alterado por los llamados dueños del país.

El PLD ha sido un fenómeno político en la historia contemporánea. Desde su fundación, su mentor y guía quiso imprimirle un sello marxista, elitista, moral y político, manteniéndolo incontaminado, si contacto con los demás dominicanos considerados corruptos; bajo esa premisa, se alimentaba su membresía en sueños de honestidad y pureza, hasta que en 1990 estuvo coqueteando con un fuerte apoyo electoral. Desde ese momento, pese a que mantenía una membresía que no superaba los 15 mil cuadros, ejecutaron una operación de penetración en el sentir nacional, ofertándose como soluciones para reemplazar lo podrido que significaban los otros dos partidos mayoritarios, que sus dirigentes cuando llegaban al poder, demostraban una voracidad por engullirse los recursos oficiales para entonces realizar opacas gestiones sin el brillo que aspiraban sus electores.

Sin embargo, en 1996, por uno de esos clásicos tirijala de los políticos se celebraron elecciones anticipadas, previa modificación de la Constitución, y como un freno y obstáculo a los perredeístas y a su líder, el doctor Balaguer maniobró hábilmente para que un joven político de izquierda y del PLD, muy preparado y frío, se agenciara el apoyo que le brindó la apreciable militancia balaguerista, que seguían al anciano estadista, para que en cuatro años se afianzara como el heredero de los demás lideres que fueron falleciendo uno tras otro. En el 2000 al PLD le fue imposible continuar en el poder, cuando su poco brillante candidato no concitó el apoyo mayoritario que se atrajo un popular candidato perredeísta, muy atractivo por su incontinencia verbal y con su lenguaje y amigo de darle cuerda a los demás, hizo al electorado cometer un error, que se enmendaría en el 2004 eligiendo de nuevo a quien había sido un modelo del 1996 al 2000.

Para mañana la membresía del PLD, ahora superando la cifra de los cientos de miles de miembros, tiene la obligación de escoger entre el candidato que le aseguraría un segundo mandato consecutivo como lo establece la Constitución, o entregarse en manos del otro aspirante que si bien es considerado con cierto futuro político, no reúne las condiciones requeridas para brindarle confianza a la Nación, después que se ha sostenido un vigoroso programa de ajustes y recuperación económico, alabado por el FMI. Hubo un tercer aspirante peledeísta, que reconocido por su seriedad y su humildad, no tenía las condiciones de los otros dos aspirantes, retirándose honrosamente. La Nación espera que los electores peledeistas seleccionarán correctamente para seguridad del futuro nacional, que está en conformación por la evidente recuperación de los pasados 32 meses gracias al arduo trabajo del presidente Fernández.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas