Ayer se conmemoró el aniversario número 42 de la fundación del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), institución política creada por el profesor Juan Bosch, quien basaba su trabajo político en métodos de trabajos en los cuales primaban los valores cívicos, el respeto y la autoridad.
Justamente estos principios, contribuyeron a que el PLD se convirtiera en la institución política con los mayores éxitos electorales de los últimos tiempos. Sin embargo, actualmente este partido se encuentra sumergido en una crisis ideológica, tal vez la más grave de toda su historia, observable en actuaciones de una parte de sus militantes y dirigencia que dejan mucho que decir y desear.
Y es que aunque durante todo este tiempo los peledeístas hemos sido brillantes en trabajar nuestras diferencias internamente, las acciones y hechos escenificados de los últimos procesos internos de nuestra organización son alarmantes y nos invitan a reflexionar sobre la organización política en que estamos convirtiendo al PLD. Ese partido que fuera el más bello instrumento democrático que nos dejara el líder de todos los tiempos y la mente más brillante de la historia dominicana, el profesor Juan Bosch.
En nuestro país, aunque carecemos de una Ley de Partidos, estas entidades tienen asignadas funciones esenciales para la democracia, y para el sistema en general. No obstante, estas instituciones se están desempeñando muy precariamente, perdiendo credibilidad y legitimidad y poniendo, al mismo tiempo, en graves dificultades a la democracia y a todo el sistema político.
Lo peor no es, con todo lo grave que significa, que desempeñen estas funciones tan esenciales de forma precaria, sino que pareciera que la cúpula de la organización peledeísta no logra entender el compromiso histórico que tiene y la necesidad de que la lucha por los intereses particulares primen por encima del bien colectivo; dejando con esto a un lado el rol que debe jugar una institución política con las dimensiones del PLD.
El PLD tiene que volcarse a sus orígenes anteriores y debe verse en los espejos de otros partidos, nacionales e internacionales, y prestar atención a los hechos actuales en la región, en países como Venezuela, Argentina, etc.
Este es el momento de ser políticos reales, es el momento de comenzar a trabajar por el bien del partido para desde ahí servir al pueblo de la manera en que espera y merece.