El PLD en camino de desplazar al PRD

El PLD en camino de desplazar al PRD

El milagro político a que apostaron los reeleccionistas del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en medio de una profunda crisis económica que ha sacudido al país luce cada vez más remoto apenas a una semana de las elecciones presidenciales.

Todos los factores políticos apuntan a una victoria en primera vuelta del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) que nunca en sus 31 años de existencia había tenido tantas posibilidades de convertirse en la primera fuerza política nacional.

Con el país colocado una vez más en la atención internacional por temores a disturbios electorales, el gobierno no tiene alternativa razonable que no sea atenerse al veredicto de la consulta democrática.

[b]Sin milagro a la vista[/b]

El milagro político esperado por los reeleccionistas del Proyecto Presidencial Hipólito (PPH), que se impusieron con la fuerza del gobierno en el seno del PRD, no se ha producido ni se vislumbra a una semana de los comicios presidenciales.

No hay la menor razón para creer que en 8 días pueda ser revertida la tendencia que marcó la encuesta de Penn and Schoen publicada por el diario El Caribe en septiembre del 2002, ratificada por todas las investigaciones independientes que se han conocido desde entonces.

La última encuesta de esa misma firma publicada a mediados de esta semana se ubica en el promedio que habían registrado a favor del PLD las investigaciones del mercado electoral de las tres empresas del género reconocidas en el país en los primeros cuatro meses del año.

En efecto la Penn, Schoen & Berland otorga un 59 por ciento de las intenciones de voto a la candidatura de los doctores Leonel Fernández y Rafael Alburquerque, más del doble del 27 por ciento para la encarnada por el presidente Hipólito Mejía y el doctor Rafael Suberví Bonilla, con el ingeniero Eduardo Estrella en un lejano tercer lugar con el 11 por ciento.

El promedio de las seis encuestas anteriores, a razón de dos por cada una, de las firmas Penn, Hamilton And Beattie para HOY y Gallup Dominicana para el Diario Libre, publicadas entre enero y abril arrojaba 58.6 por ciento de las preferencias para Fernández, 20.9 para Mejía y 15.4 para Estrella.

Aunque las preferencias por el presidente Mejía marcan un crecimiento de 7 por ciento sobre el promedio del año en la encuesta publicada esta semana, es la misma proporción que lo registrado por las firmas Hamilton y Gallup en la segunda quincena de abril. Pero la candidatura puntera no registró el menor retroceso, manteniéndose sobre el doble de la segunda y con más de 8 por ciento sobre la mayoría absoluta.

No se conoce ningún caso en el mundo en que tres firmas encuestadoras de prestigio hayan errado con registros de preferencia tan distantes.

Como contrapartida están los resultados de dos firmas relacionadas con la candidatura oficial. La de CEDEMERS que la semana pasada otorgaba 42.8 por ciento a Fernández, 37 a Mejía y 16.6 a Estrella, y la encuesta oficial del PRD que esta semana marcó 46.7 por ciento, 38.5 y 12.7 por ciento en el mismo orden.

La orfandad de apoyo popular de la candidatura perredeísta queda patente en todas las encuestas que se realizan entre grupos urbanos, en empresas y entidades de los más variados sectores, incluyendo a muchos donde hace 4 años Hipólito Mejía resultaba ampliamente favorito.

[b]Sin precedente para el PLD[/b]

Las ventajas que le otorgan las encuestas no tienen precedente para el Partido de la Liberación Dominicana y su candidato presidencial que, a diferencia de 1996 cuando alcanzó al poder por primera vez, ahora se encamina a ganar en primera vuelta y sin el concurso de otra fuerza política.

Hace 8 años el favorito era el PRD con el doctor José Francisco Peña Gómez de candidato, quien obtuvo mayoría relativa en la primera vuelta con el 46 por ciento, contra 39 del PLD. El concurso del Partido Reformista Social Cristiano y su caudillo Joaquín Balaguer le otorgó el poder en la segunda ronda con el 52 por ciento del sufragio. El perredeísmo quedó en 48 por ciento.

La primera vez que el PLD fue a elecciones en 1978 apenas consiguió el 1 por ciento de los votos, que elevó al 9 en 1982 y al 18 por ciento en 1986. En 1990 fue el favorito de la oposición a Balaguer, pero el caudillo logró imponerse con toda la fuerza del poder, y la manipulación del arbitraje electoral, por un estrecho margen de 24 mil votos, con registro de 35 a 34 por ciento.

En 1994 el PLD retrocedió al 13 por ciento, tras la recuperación del PRD protagonizada por Peña Gómez. En las elecciones del 2000 la candidatura presidencial del PLD, encarnada en Danilo Medina obtuvo el 24 por ciento del sufragio.

De ganar nuevamente la presidencia, el doctor Leonel Fernández tendría que volver a gobernar con una minoría congresional y municipal, esta vez más concentrada en el Partido Revolucionario Dominicano. Pero podría tener mayor margen de maniobras ya que, a diferencia de hace 8 años cuando quedó intacto bajo el liderazgo de Peña Gómez, ahora el partido blanco está fragmentado y sin un líder de aquella dimensión capaz de unificarlo.

En la actual perspectiva lo que espera al PRD es un mayor enfrentamiento interno cuando los diversos grupos comiencen a repartirse la responsabilidad del paupérrimo resultado que alcanzarían en la votación.

Por igual el PRSC está fragmentado y sin un Joaquín Balaguer capaz de unificarlo, lo que también apuntaría a favor de un gobierno peledeísta que dispondría de un tiempo considerable en tanto se pueda recomponer la oposición.

El PLD tendría la oportunidad de retener un gran caudal de votos para establecerse como la principal fuerza política nacional.

Contra el mismo conspiraría la profunda crisis económica en que recibiría el país y las expectativas de una población agobiada que difícilmente puedan ser satisfechas en el corto plazo.

[b]Poco margen para arrebatos[/b]

El trauma histórico del reeleccionismo está a prueba de nuevo en el país y pese a las incertidumbres que despierta, el margen para los arrebatos se ha estrechado considerablemente tanto por factores nacionales como internacionales.

En primer lugar está el sistema electoral dominicano que se ha fortalecido considerablemente en los últimos años, con un padrón fotográfico transparente y probado, en manos de todo el mundo, y con pluralidad de representación partidaria y de la sociedad civil en los colegios electorales, las juntas electorales municipales y la Junta Central Electoral.

Más allá de las influencias del oficialismo sobre una parte de los jueces electorales están una serie de mecanismos instituidos para garantizar la pureza del sufragio y que difícilmente puedan ser vulnerados sin detonar una grave crisis política nacional que tropezaría a nivel internacional con la Carta Democrática Interamericana.

Hay una opinión pública nacional alerta con millares de observadores de diversas instituciones y una comisión independiente que da seguimiento al proceso electoral con respaldo bastante militante de poderes fácticos tan fuertes como el empresariado y las iglesias.

Burdas maniobras fraudulentas no encontrarían respaldo firme en ningún sector de poder y tropezarían con un amplio rechazo nacional.

Y aunque no han faltado dirigentes políticos que sugieren la posibilidad de que el poder se imponga por encima del veredicto democrático, y pese a que todavía prevalece una cultura nacional del fraude y la imposición, ni siquiera en el mismo partido de gobierno habría consenso para una maniobra antidemocrática.

Tampoco los factores internacionales auspician la posibilidad de una vulneración de la voluntad popular. Por el contrario, lo que se manifiesta es una militancia a favor de la transparencia y la limpieza electoral.

Más de 200 observadores internacionales estarán presentes en el país y ya han comenzado a llegar, comenzando por los de la Organización de Estados Americanos. Instituciones como el Centro Carter, la Fundación Internacional para Sistemas Electorales (IFES) y el Instituto Nacional Demócrata de los Estados Unidos, que en principio habían dicho que no enviarían observadores, estarán representados en los comicios.

La noche del jueves 6, durante un coctel al jefe de la misión de la OEA, Santiago Murray, los embajadores de Estados Unidos, la Unión Europea y Canadá, no dejaron ninguna duda de su firme compromiso con la celebración de elecciones libres, como fundamento de la legitimidad del gobierno.

Para eso reunieron a líderes de todos los partidos y de las instituciones sociales, así como al pleno de los jueces electorales, en un ceremonial que recordó similares efectuados en 1996 y el 2000.

Todo parece indicar que el próximo gobierno se decidirá en las urnas y que el reeleccionismo tendrá una segunda derrota en la historia nacional. La primera fue en 1978 y ahora hay más razones objetivas para esperar que prevalezca la voluntad popular.-

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