El primer mes del 2019, año decisivo para determinar quién se queda con el liderazgo y las candidaturas del gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD), fue devastador para la unidad partidaria desatando una guerra generalizada entre los seguidores del presidente Danilo Medina y los del expresidente Leonel Fernández.
En la última semana de enero las hostilidades han sido tan fuertes que hicieron sonar las alarmas entre dirigentes, legisladores y comunicadores, con advertencias de que están pisando la línea divisoria y poniendo en juego la continuidad en el poder para las elecciones del próximo 2020, la primera de las cuales, las municipales, justo dentro de un año.
Guerra generalizada. Tras la pausa navideña, los dos sectores hegemónicos que se disputan el control del PLD rompieron hostilidades con más fuerza que nunca. Legisladores y funcionarios, dirigentes, comunicadores partidistas y aliados daban por hecho que ya tenían los votos necesarios para imponer una segunda reforma constitucional para la continuidad de Danilo Medina en la presidencia de la nación, como proclama el diputado Elpidio Báez. Se incrementaba el clamor reeleccionista en las incesantes actividades del presidente Medina por todo el país. Restaban valor al expresidente Leonel Fernández para enfrentarse decididamente al actual mandatario.
Los leonelistas respondieron a la ofensiva, incrementando las actividades proselitistas en el territorio, casi solos, pues los precandidatos alternativos han seguido dependiendo de lo que decida el mandatario. Con afirmaciones como la del expresidente de la JCE Roberto Rosario de que “no hay posibilidad de que Leonel no sea candidato”, avalando la afirmación leonelista de que “en cualquier circunstancia es pa´lante que vamos”. Ya el miércoles 8 una treintena de diputados seguidores de Fernández ofrecieron una rueda de prensa para reafirmar su lealtad, asegurando que son 37 más tres de los aliados, a los que sumarían 5 senadores, mientras una sexta, la de Dajabón, Sonia Mateo, habría desertado. El Tema de HOY del 19 de enero les contó 39 legisladores, sin aliados. Días después llegarían a 40 cuando se definió la diputada del MODA, Rosa Iris Guzmán.
A partir de ahí se generalizó la guerra entre legisladores, dirigentes nacionales del partido y de provincias decisivas como Santiago, y entre comentaristas y articulistas de ambos bandos, que ya dicen abiertamente que la unidad partidista está en riesgo, que no volverán a ser como antes, que hay que reordenar la casa, impugnándose unos y otros.
El mayor detonante. El mayor detonante, que disparó todas las alarmas, fue la rueda de prensa del domingo 27 del estado mayor leonelista, donde se denunció la puesta en marcha de una campaña sucia contra Leonel “que ha sido orquestada y está siendo ejecutada por sectores enquistados en el Gobierno”, que de manera desesperada intentan convencer al mandatario para que se lance “a una aventura de reformar nueva vez la Constitución para fines de quedarse en el poder, poniendo en riesgo su legado, la tranquilidad social, la estabilidad política y económica y el futuro de nuestra nación”. Identificaron al venezolano J. Rendón, experto en “campaña sucia” como contratado al efecto, el cual lo negó rápidamente por las redes sociales.
Como se leyó y entregó un texto escrito, y con previa convocatoria, se dio por hecho que tenía la autorización de Leonel, por lo que sus contrincantes internos lo interpretaron como declaración de guerra y falta de respeto al Presidente. Los precandidatos presidenciales Francisco Domínguez Brito, Reinaldo Pared y Carlos Amarante fueron de los primeros en salirle al frente a los leonelistas, lo que fue seguido por una avalancha de declaraciones y acusaciones de la inmensa red de comunicadores apegados al poder.
Sólo dos días después reapareció en las redes el convicto narcotraficante Quirino Paulino para reiterar la acusación de que Leonel le debe 200 millones de pesos que él “le habría prestado” para su campaña del 2004, cuando retornó a la presidencia, lo que para los leonelistas constituyó “una prueba” de que su denuncia tenía fundamento. Esa acusación de Quirino en el 2015 redujo a Leonel, quien no se defendió eficientemente, pero hay quienes creen que esta vez tendría poca relevancia. No faltan quienes entienden que podría revertirse. Por de pronto el vicepresidente de la Finjus, Servio Tulio Castaños, deploró un deterioro político tal que el narcotraficante pueda poner la agenda política nacional, y el filósofo peledeísta José Tomás Olivero, crítico desde los gobiernos de Leonel, escribió en Acento.com que la “perpetuidad sin límites reeleccionista”, más “su decisión de construir una estructura compleja de maldad y perversidad nos obliga a emburujarnos con lo absurdo, como forma de vivir la angustia de lo inconcebible”.
Sin árbitros a la vista. El lenguaje ha ido subiendo de tonto, tano que el diputado leonelista Levis Suriel dijo a HOY que deben irse del partido los que provocan división, indicando que “los perversos están ahí en el Palacio Nacional”, incrementando los temores de que la confrontación esté “cruzando la línea de Pizarro”. Por eso el exvicepresidente Jaime David Fernández pidió la convocatoria urgente del Comité Político (CP), lo que fue respaldado por otros dirigentes. El diputado Tobías Crespo, distante del discurso sectario, advirtió a Medina y Fernández que la confrontación no solo se los puede llevar del paso a ellos, sino a toda una generación que ha empujado y disfrutado los triunfos del partido, y se quejó de que no dejan emerger nuevos liderazgos.
No faltan quienes temen y creen imprudente convocar el CP con el nivel actual de la confrontación, que tiene como protagonistas a sus principales dirigentes, al presidente de la República, Danilo Medina, al presidente del partido Leonel Fernández y al secretario general Reinaldo Pared, quien se ha pronunciado por una alternativa que no sea ninguno de los dos que ya han sido presidentes de la nación. En igual sentido se manifestó esta semana Rhadamés Segura, otro miembro del CP, al igual que Temístocles Montás quien lo ha expresado antes varias veces.
La convocatoria del CP para dirimir la crisis tiene un inconveniente, y es que va contra el pujo continuista de quienes ostentan el poder, ya que fue en ese organismo donde, para evitar la división, se pactó en el 2015 una reforma constitucional que posibilitó la reelección de Medina, pero con expresa consignación de que sería un segundo período y nunca más. Roberto Rosario reitera que quienes se oponen a la nueva reelección “son los reales defensores de la línea del partido, plasmada en el acuerdo que firmaron todos los miembros del Comité Político en el 2015”.
Del eterno continuismo. Por más vueltas que se dé al problema, todo concluye en que el principal factor es el eterno continuismo que ha castrado el desarrollo institucional de la nación y dividido a los partidos que han logrado afianzarse en el poder. Así lo reconocen muchos dirigentes del PLD que prefieren mantener en silencio para no ir contra el presidencialismo. Todo el partido parece depender de la promesa del presidente Medina de definir su posición “en marzo o en julio”. En público y en privado quieren que sea en marzo, o incluso en el discurso del 27 de febrero, y eso incluye a los seis que han lanzado precandidaturas alternativas y a otros dos o tres que podrían hacerlo si Medina declina. Temen, con razón que Leonel siga polarizando y corriendo virtualmente solo. Uno de ellos, el secretario general Reinaldo Pared, rechazó en rueda de prensa la “idea tramposa” de que sólo Medina y Fernández puedan mantener al PLD en el poder, reiterando que a lo interno del partido y en la sociedad se aspira a figuras frescas.
En el fondo de todos subyace la convicción de que para Danilo mantenerse en el poder, tendrá que llevarse varios muros, como aplastar a Leonel y a todos los aspirantes a la candidatura, realizar una traumática reforma a su propia Constitución y luego vencer a la oposición con todo el rechazo que generaría en la sociedad. Hasta un ponderado y capaz politólogo danilista, como el embajador ante la OEA Gedeón Santos, lo plasmó en un sonado artículo del 16 de enero en el Listín Diario. Sostuvo que para alcanzar la reelección Danilo tendría que “dinamitar cada muro con un costoso compuesto, de tal poder y letalidad, que no se tendría control de los daños ni de la inevitable secuela de estruendos, escombros, “muertos” y heridos que inevitablemente generará la explosión y el consecuente derribo de los muros”.
Entenderse o dividirse. En medio del fragor de la batalla verbal, Felucho Jiménez, fundador y miembro del CP, señaló el jueves en Uno+Uno de Teleantillas, que Danilo Medina y Leonel Fernández “están obligados a entenderse” o van todos fuera del poder. Aunque expresó su convicción de que el pueblo preferiría que Medina siga gobernando, por su “magnífica obra”, manifestó que “está muy difícil” reformar una Constitución que claramente le prohíbe repostularse. Y aunque hace tiempo es un crítico de Fernández y cree que éste tampoco debe buscar la candidatura por cuarta vez, no titubea en proclamar que ninguno de los otros precandidatos le ganaría una votación. Pero también cree que Leonel no vuelve a la presidencia sin el respaldo de Danilo.
Felucho se atreve a decir lo que muchos otros piensan, pero se lo guardan para no contradecir al presidencialismo. En la medida en que siga profundizándose la confrontación y los riesgos de división, tomarán terreno dos posiciones: la de quienes dicen que ni Leonel ni Danilo, o la más silente, que propone un pacto de alternabilidad, ahora en favor de Leonel, con garantías para el mandatario de que se reformaría la Constitución para quitar el nunca más, volviendo a la prohibición de dos períodos consecutivos, para que Medina pueda volver a optar en el 2024. Esa corriente quedó recogida en el Tema de Hoy del 15 de septiembre, bajo el título “Sugieren pacto de alternabilidad para evitar una división del PLD”.