El PLD en la ruta de perder las elecciones

El PLD en la ruta de perder las elecciones

Con el impasse creado por las aspiraciones simultáneas de los dos grandes líderes del PLD, con la potencialidad de un choque de trenes en el primer poder del Estado, y con una oposición con todas las posibilidades de ser liderada por el PRM y el candidato Luis Abinader; el partido oficial, con cinco triunfos consecutivos logrados especialmente por la cohesión interna, se encuentra en el punto justo de perder las elecciones del próximo año si no resuelve la crisis en un tiempo prudente y de manera tan convincente que logre la unificación sincera de los dos sectores en pugna.

El escenario electoral del país se definió con claridad el pasado domingo 26 de abril, por lo menos en lo que a la oposición se refiere, cuando el Lic. Luis Abinader obtuvo un triunfo contundente en una convención que algunos apostaron marcaría otra división y la sepultura del PRM. Un partido relativamente nuevo, sin un padrón confiable y sin recursos, realizó un buen montaje y si bien hubo retrasos en la llegada de los materiales y el número de votantes distó mucho del listado de miembros, eso en absoluto quita brillantez a la primera convención del PRM.

El triunfo de Luis Abinader potencia las posibilidades de la oposición en la medida que se trata de un candidato joven, con un buen discurso, como no ha ocupado posición alguna en el Estado no se le puede hacer una campaña negativa, y en adición podría conquistar el voto de una clase media que se ha achicado económicamente y una juventud con pocas esperanzas en el mercado laboral.

Ese candidato, que puede prometer cielo y tierra a los votantes, ha logrado el apoyo sincero y entusiasta del expresidente Hipólito Mejía, y como goza del respaldo de una sociedad civil vinculada históricamente al PRD y de grupos empresariales, podría perfectamente encabezar un bloque de partidos y organizaciones sociales capaces de dar la pelea en mayo de 2016.

Frente a esa nueva realidad en la oposición, tenemos a un PLD en su crisis más difícil desde su creación, con dos brazos echando un pulso que tiene como telón de fondo el principal poder del Estado, vale decir el Congreso, con una solución que pasa única y exclusivamente por un acuerdo entre Danilo Medina y Leonel Fernández, acuerdo que implicaría el sacrificio de uno de los dos, y su integración visible a la campaña para producir la cohesión interna.

Danilo Medina y Leonel Fernández, estadistas acabados, políticos brillantes y racionales deben encontrar alguna fórmula de avenencia y sus parciales cesar las declaraciones altisonantes que nada aportan a la búsqueda de una solución.

Está en juego la permanencia del PLD al frente de la rama ejecutiva del Estado, la interrupción de una obra de gobierno y quién sabe la pérdida de doce años de crecimiento con estabilidad.

Al fin y al cabo el sacrificio de uno de los grandes líderes en nada implica su sepultura política, pues mediante acuerdos podría preservar o lograr la mayoría congresional y hasta municipal y el pasaje directo al proceso de 2020. Lo que sí está claro es que no habrá 2020 si no hay 2016.

Para el PLD tan grave es cerrarle el paso a la posibilidad de la reelección, como a que se haga realidad, como se hizo en 2002, pasando por el trago amargo de conquistar votos por medios espurios y eso afectaría la popularidad bien ganada del Presidente Medina.

Danilo Medina y Leonel Fernández ya son figuras históricas que trascienden a sus respectivos intereses y de sus simpatizantes; ambos están obligados, antes del choque de trenes en el Congreso, a buscar una solución que garantice la unidad interna, la continuidad del PLD más allá de 2016, así como la preservación de sus respectivos liderazgos.

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