Desde hace tiempo se ha denunciando que las tarjetas de solidaridad se han politizado y más aún partidarizado. Para muchas personas el PLD, abusando de la pobreza y las necesidades de la mayoría de los dominicanos, ha querido establecer un vínculo umbilical entre las necesidades populares y los propósitos partidarios, tanto del gobierno como de sus candidatos.
Y aunque en ocasiones algunos políticos y funcionarios oficialistas han querido desmentir esas afirmaciones, el propio Vicepresidente Alburquerque, como estrategia o por desliz lo ha evidenciado.
Alburquerque, olvidando su condición de Vicepresidente de la República, tal vez sin proponérselo cometió un error fundamental al pretender utilizar el tema de las tarjetas de solidaridad como instrumento político, y peor aún, para tratar de favorecer sus aspiraciones a la nominación presidencial por el PLD, cosa que ha sido denunciada por algunos dirigentes de su propio partido.
Y la preocupación no es solo porque el Vicepresidente Alburquerque trate de alguna forma establecer vínculos entre las tarjetas y sus aspiraciones, sino que sea el PLD como partido y el propio gobierno quienes pretendan hacer uso de un instrumento que debería ser de soluciones sociales y no de grupos o de partidarios, pues no se trata de un Programa que funciona con recursos privados ni aportados por los funcionarios o fundaciones, sino que forman parte del presupuesto nacional, que no tiene otro dueño que el pueblo en su totalidad.
Pero el Vicepresidente no solo cometió el error de pretender crear la percepción de que mediante las tarjetas de solidaridad podría fortalecer su candidatura, sino que ahora lo agrava cuando pretende asustar a la gente más necesitada con la fábula de que Hipólito Mejía las podría eliminar, cosa que ni él mismo se lo cree, porque conoce a fondo la esencia popular del PRD así como las intenciones de Mejía, quien inició esa forma de ayuda, creando incentivos y motivaciones para los alumnos y sus padres, sin prejuicios partidarios.
El PLD podría cometer nuevos errores si permite que se continúa la campaña de amenazar con quitarle las tarjetas a quienes no voten por ellos, así como la prédica de Alburquerque de que si pierden va a desaparecer, porque contribuirían al descrédito de un bonito plan con esencias en principio buenas, y porque en definitiva ya nadie les va a creer, pues la gente está tomando cada día más conciencia.
La sociedad dominicana a través de las organizaciones civiles y las iglesias que de alguna forma crean conciencia y contribuyen al fortalecimiento institucional y moral, deberían prestarle mucha atención al tema de las tarjetas de solidaridad, porque siendo uno de los mecanismos de auxilio con que cuenta el Estado para paliar la situación de pobreza extrema, hasta que se establezcan las bases para lograr una transformación económica capaz de acabar con las necesidades, hay que cuidarlo y liberarlo de tintes políticos como pretenden algunos dirigentes del PLD.