El PLD, la cruz y la unidad

El PLD, la cruz y la unidad

Lo que acontece en el país y en la situación interna del Partido de la Liberación Dominicana encuentra solución en la palabra de Dios, en la Biblia, específicamente en el libro de Filipenses, capítulo 2, que en la Biblia Plenitud se intitula La Unidad a través de la humildad.

Un grupo de diputados firmó un documento estableciendo su rechazo a la reelección presidencial; otro grupo de senadores igualmente firmó otro documento estableciendo su posición “firme” en contra del cambio de la Constitución para la inclusión de la reelección presidencial. Líderes de congregaciones evangélicas han favorecido la reelección, mientras que la Iglesia católica se ha opuesto.

Pareciera como si la nación se dividiera ante semejante temática, que pone en el debate a los seguidores de los dos más importantes líderes de la nación, en los actuales momentos: el presidente de la República y el presidente del partido en el gobierno.

Pero para la división, Dios tiene la cura, y está específicamente en el pasaje de Filipenses 2:3, cuando comienza diciendo: Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo.

Ahí precisamente comienza la solución. Cuando reconocemos que las cosas se hacen por contienda o por vanagloria, y cuando podemos admitirlo en el corazón, y pedimos perdón a Dios por eso y a los demás, entonces llega la luz y la revelación para el arrepentimiento y el perdón.

La Biblia nos enseña a estimar a los demás como superiores a uno. En otras palabras, nos recomienda quitar cualquier orgullo, cualquier deseo de aplastar o imponer al otro la opinión propia. Y eso, puede ser doloroso, y hasta humillante ante el hombre, no ante Dios, pero es lo que permite y garantiza la verdadera unidad.

Es difícil la unidad mediante la imposición. Se puede aceptar y hasta aprobar una propuesta por mayoría, pero eso no garantiza la unidad de corazón, que es la importante, si no hay una voluntad dispuesta.

Dios quiere que tengamos el mismo sentir que hubo en Cristo. (Filipenses 2:5). Jesús, teniendo forma de Dios, no se aferró a nada, no huyó a la cruz. No tuvo orgullo. No se impuso ni aplastó a nadie. Al contrario, dice la Biblia, se humilló, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz. La cruz no es popular. Pero reconocer nuestra condición y pedir perdón aunque se tenga la razón es el significado de la cruz.

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