El PLD se acomoda al poder

El PLD se acomoda al poder

BIENVENIDO ALVAREZ-VEGA
Los peledeistas se definen a sí mismos como gente que políticamente es de centro izquierda. A mi me gustaría que los peledeistas y el PLD estuvieran, de verdad, ubicados en esa franja de la política y de la economía. Para el país, creo, sería una ganancia. Pero cuanto observo es una organización política que se siente bien en el ala conservadora y que procura, cada día, ser más conservadora. Su retórica, la de su liderazgo, carece de una matización de izquierda. Y su práctica política es, definitivamente, conservadora.

Ha transitado un fenómeno bastante similar al del Partido Revolucionario Dominicano. Este llegó al país, en 1961, como una organización adscrita al pensamiento de la entonces denominada izquierda democrática. Estaba vinculado a lo más democrático que había en la región, en momentos cuando buena parte de América Latina estaba gobernada por dictadores aupados y apoyados por los Estados Unidos de Norteamérica. Como era imposible existir sin vínculos con la política y los políticos del Norte, sus nexos eran con los demócratas y los socialistas estadounidenses.

Cuando Juan Bosch hizo campaña electoral, en 1961 y 1962, se ubicó en la franja más liberal de la democracia occidental. Ganó los comicios y en la toma de posesión como Presidente de la República le acompañaron los jefes de Estado de esa izquierda democrática. Su breve ejercicio del poder, de siete meses, marcó las notas de lo que habría sido su gobierno. Fue un gobierno de libertades, de iniciativas desarrollistas de avanzada, de jerarquizaciòn del hombre y sus valores, de promoción de la educación y de la salud, etcétera. Una vez fuera del poder por medio de un golpe de Estado, el perredeísmo siguió levantando las mismas banderas. Y lo hizo podría decirse que hasta 1982, cuando sus hombres empezaron a dar muestras de que habían desarrollado apetitos por el poder y cuando los grupos dominantes se dieron cuenta que era posible seducir a los hombres y mujeres del partido blanco. Y así lo hicieron. Desde entonces el Partido Revolucionario Dominicano empezó a ser otro y ahora es, como todos reconocen, una fuerza pujante del sistema, empeñado en conservar las estructuras existentes sin preocuparse por cambios mayores. Por supuesto, por viejos hábitos mentales y políticos de cuando en cuando se recurre a la vieja retórica, a los antiguos sentimientos y a los sueños que se levantaban como banderas de lucha y de desvelos. Ahora el PRD es una fuerza que se llama «realista», que lucha por el poder sin mayores pretensiones de cambios ni de redenciones.

El PLD de estos tiempos es un partido importante, posiblemente el más importante del país, con una estructura y un liderazgo sólidos, pero acomodado al poder. Sus militantes y líderes fundacionales han tenido que ceder ante los más jóvenes, que han sido los más pujantes, los más atrevidos, los más proclives a entenderse con las redes del poder y, además, han sido los más rápidos en renunciar, de hecho, a los sueños y metas primigenias. Probablemente los primeros mantienen sus ideales y, como Juan Bosch, nunca renuncien a ellos. Pero tan poco han tenido la visión y el coraje de reclamar, en nombre de su partido y de la historia de éste, que desde el poder se actúe para completar la obra de Duarte o para introducir cambios profundos en las rígidas estructuras sociales de la República Dominicana.

El país, sin embargo, necesita que en sus fuerzas políticas principales se produzca una profunda renovación de su pensamiento y de su ideología. Para poder introducir cambios importantes en el país, para luchar con inteligencia, eficiencia y equidad contra el hambre, contra los rezagos en educación y en salud, para promover una seguridad social que garantice salud gratuita a los ciudadanos, y para crear las condiciones sociales necesarias para evitar que la República Dominicana siga expulsando a sus hijos a otras tierras en busca de mejoría. Con su actual visión de la política y de la economía y con su acomodo al poder, el PLD no podrá hacer esos cambios. Como tampoco los hizo el PRSC ni el PRD. Apelar a los condicionamientos del contexto internacional no es, a mi juicio, un argumento válido. Si lo fuera, entonces Costa Rica, España y el Chile de nuestros días no exhibirían los cambios y las sociedades más o menos equitativas que tienen. Si el PLD fuera, ciertamente, de centro izquierda, otro gallo cantaría.

bavegado@yahoo.com  

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