El PLD, todas las posibilidades

El PLD, todas las posibilidades

Con el control de los poderes Ejecutivo y Legislativo por primera vez en su historia, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) tendrá todas las posibilidades de afianzarse por mucho tiempo como la organización política mayoritaria, a la luz de las debilidades que muestran sus opositores.

Sin embargo, el partido morado tiene un historial demasiado oscilante en los resultados electorales, habiendo desperdiciado las ventajas obtenidas tanto en 1990 como en 1996, ocasiones en que emergió como primera fuerza política.

El gran desafío para el PLD comienza por superar su imagen de partido autista, autoritario y por encima de la sociedad, para compenetrarse con las demandas nacionales, realizar reformas fundamentales y adecentar la actividad política y la gestión gubernamental, de lo que dependerá su éxito o fracaso.

Oscilación del PLD

Nunca antes el partido morado había tenido al mismo tiempo el control de los poderes Ejecutivo y Legislativo como tampoco había alcanzado mayoría siquiera en una de las dos cámaras legislativas. Esta vez la tendrá holgadamente en ambas, pero también se le reclamará con más vigor si la desperdicia como hicieron los perredeístas en el pasado cuatrienio.

Parido del seno del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en 1973, el peledeismo debutó con paupérrimo resultado al conseguir apenas el 1 por ciento de la votación en los comicios de 1978, proporción que fue ascendiendo al 9 en 1982 y al 18 en 1986.

Para los comicios de 1990 el PLD se proyectaba como la alternativa al continuismo balaguerista y a los tropiezos perredeistas, pero las limitaciones con las que ya batallaba su líder el profesor Juan Bosch y las tramperías y abusos del poder por parte de los reformistas le impidieron alcanzar el poder.

Con el 34 por ciento del sufragio y 12 senadores aquella organización de cuadros disciplinados emergía como la primera fuerza política nacional, aunque le habían atribuido 1 por ciento menos de votos que el gobernante  Partido Reformista Social Cristiano, con su líder ciego y entrando en su novena década, mientras el PRD batallaba por superar la división Peña Gómez-Majluta y las consecuencias negativas del desgaste derivado de su gestión gubernamental 1978-86.

Al insistir en repostular a un Bosch disminuido por los años, el partido morado cayó abruptamente en las elecciones de 1994, cuando apenas se le registró el 13 por ciento de la votación, cayendo de 653 mil 595 a 395 mil 653 votos, quedando apenas con 1 senador y 13 diputados. Sin posibilidades de repostulación para el doctor Joaquín Balaguer, y con el respaldo de éste y su partido, el PLD se convirtió en la primera fuerza electoral ganando las elecciones adelantadas de 1996. En la primera vuelta consiguió el 39 por ciento del sufragio, para pasar al 52 por ciento con el apoyo del PRSC en la segunda ronda que impuso la reforma constitucional de 1994. Pero ya para los comicios congresionales y municipales de 1998, la votación del partido morado descendió al 31 por ciento, al 25 por ciento en las presidenciales del 2000, con un leve repunte dos años después en las legislativas y municipales, cuando volvió al 31 por ciento.

En el 2004, cuando el doctor Fernández retorna al poder, el PLD logra su mayor votación, 49 por ciento, y 57 por ciento con el 8 por ciento que le aportaron sus aliados políticos. En mayo pasado en el nivel congresional desciende al 46 por ciento y al 51 por ciento con sus aliados. En el nivel municipal su votación sin aliados se redujo al 41 por ciento, 8 puntos menos que en las presidenciales de hace dos años.

El descenso en relación a dos años atrás, cuando estaba en la oposición, es más significativo si se tienen en cuenta las ventajas que otorga el poder y de las que el PLD hizo uso intensivo en los recientes comicios.

Campo abierto para afianzarse

Con la dispersión que afecta a los partidos de oposición, con un PRD sin un Peña Gómez en capacidad de unificarlo y relanzarlo como ocurrió a partir de 1990, el PLD tiene todo el campo político abierto para su afianzamiento, si hace esfuerzos por sintonizar con el resto de la sociedad y no se embarca en luchas internas que podrían originarse en un nuevo intento reeleccionista.

Tendrán que evadir la tentación de seguir comprando dirigentes y legisladores de los partidos de oposición, algunos de los cuales ya están buscando posibilidades de poner precio a las posiciones que ostentan, a cambio de la secretaría general de la Liga Municipal y la presidencia de la Cámara de Diputados. Utilizar sus mayorías constructivamente y respetar las minorías abonaría la institucionalidad democrática y le ganaría ponderaciones.

Hostilizar a los partidos de oposición sólo serviría para contribuir a su reunificación y convertirlos de nuevo en opciones alternativas. Con un país cansado de politiquería, el PLD está desafiado a demostrar diferencias objetivas con sus antecesores en el poder. Por ejemplo, dando vigencia a la letra y el espíritu de la ley que crea el defensor del pueblo, promulgada hace 5 años y que la mayoría perredeísta fue incapaz de ejecutar.

Con el peso que impone el actual costo del petróleo, el gobierno tendría que dar señales de austeridad, ausente en su actual gestión. En el primer trimestre del año el gasto en nómina aumentó un 23 por ciento mientras invertía cientos de millones de pesos en publicidad. En el primer cuatrimestre del año incurrió en un déficit fiscal superior a los 4 mil millones de pesos.

Otro renglón fundamental para el afianzamiento del PLD es una política real de control de la corrupción y el dispendio, lo que debería comenzar con una eficiente ley de concursos para las compras, contrataciones y concesiones del Estado que cierre las amplias brechas que deja el decreto puente emitido a principio de año por el Poder Ejecutivo.

Una mayor descentralización de la inversión pública, con mayor atención a las  demandas del interior del país, es otra de las correcciones de rumbo que tiene por delante el gobierno peledeísta. Para ello es también necesario poner fin a  las confrontaciones con los municipios, cuyo fortalecimiento es parte fundamental de la reforma y modernización del Estado.

Los resultados electorales de los últimos doce años han evidenciado las grandes insatisfacciones de la ciudadanía que registran las encuestas. Todo parece indicar que los electores dominicanos se inscriben en la tendencia latinoamericana de alternabilidad en el poder registrada en las últimas tres décadas.

Los primeros desafíos

El primer desafío que tienen los peledeístas es evitar la sobreestimación y prepotencia que perdieron a los perredeístas tras su barrida electoral del 2002. Antes de la crisis financiera, ya una encuesta de Penn and Shoen a fines de agosto de ese año los situó en segundo lugar, poco después de la mezquina reforma constitucional que impusieron al resto de la sociedad dos meses después de los comicios, mientras se devaluaba la palabra presidencial, entre otras razones con el hipócrita juramento decenas de veces repetido de que no buscaría reelegirse.

El PLD deberá hacer esfuerzos por mejorar su sintonía con el resto de la sociedad, escuchando sus demandas, y poniendo control a las actitudes prepotentes que los ha proyectado como un “partido autista”, según lo ha definido el politólogo Pedro Catrain.

Los peledeístas comienzan mal al dar prioridad a otra reforma constitucional que no está demandando la sociedad, en vez de concentrar su atención en la solución de problemas tan acuciantes como el de la energía eléctrica, el déficit cuasi fiscal del Banco Central que ya pasa de los 150 mil millones de pesos, o en medidas para mejorar la competitividad nacional de cara al tratado de libre comercio con Estados Unidos.

Es una mala señal que ya el presidente Fernández, según lo recogió al veterano reportero Manuel Jiménez en HOY del jueves, esté pretextando el costo de una elección de constituyentes para la reforma constitucional, como lo demanda la sociedad. Ese costo puede reducirse al mínimo si la elección se hace conjuntamente con la presidencial del 2008, dado que no hay ninguna razón que imponga prisa. 

La suerte del PLD dependerá en buena medida de que pueda mantener la estabilidad macroeconómica y el crecimiento, pero también de que atienda la demanda de priorizar la educación, la salud y la seguridad ciudadana, y que logre desmontar los subsidios a la energía y el gas, poniendo acento en políticas sociales en beneficio de las mayorías empobrecidas.

Es generalizado el criterio de que el poder congresional tiene que dedicarse a realizar las reformas que requiere la nación para reducir la pobreza y fortalecer sus instituciones, haciendo viables leyes como la de seguridad social y del servicio civil y carrera administrativa, con 5 y 15 años esperando su materialización.

Si atiende planteamientos que han formulado dirigentes de la categoría de Danilo Medina, en el sentido de no utilizar sus nuevos poderes para avasallar a sus opositores, el PLD tenderá a afianzarse como líder nacional. El segundo hombre de influencia en el partido morado reconoce que arrebatos como el de la Liga Municipal Dominicana, en su anterior gestión gubernamental, hicieron severo daño a su gobierno.

La elección de la Junta Central Electoral en agosto próximo será la primera oportunidad para demostrar coherencia, integrándola en concierto con el resto de la sociedad política y civil, sin repetir una de las imposiciones perredeístas que sólo sirvió para dañar su imagen de partido democrático, ganándose un rechazo general de las organizaciones políticas y sociales y de la opinión pública.

Porcentaje de la votación lograda por el PLD, incluyendo aliados:

1978: 1%

1982:  9 %

1986:  18%

1990:  34%

1994:  13%

1996:  52% 

1998:  31%

2000:  25%

2002:  31%

2004:  57%

2006:  51%

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