El PLD ya es como los demás

<p>El PLD ya es como los demás</p>

REYNALDO R. ESPINAL
Cuentan sus biógrafos que de los labios del general De Gaulle, el día en que, transido por el dolor y la pesadumbre, en íntima y familiar ceremonia le tocó enterrar a su hija discapacitada en el cementerio de Colombey- hija que, por cierto, amaba con indecible ternura- escapó una expresión no menos lacónica como sugerente y dramática:

“Ahora Anne es como los demás “.

Diversas actitudes y comportamientos del Partido de laLiberación Dominicana que se registran tanto en el presente como en el pasado reciente parecen confirmar- extrapolando a dicha realidad la expresión del general De Gaulle y diferenciando debidamente los contextos- que dicho partido“es como los demás”.

Primero fue aquella farsa detestable encabezada por sus más altos dirigentes, hija de un fementido pragmatismo, mediante la cual, prevaliéndose de la decrepitud mental del profesor Bosch lo condujeron a posar, unidas las manos, junto al doctor Balaguer sellando lo que en su momento se denominó con el funesto nombre de “frente patriótico”.

En aquel infortunado momento de la política nacional, el representante más conspicuo de lo que podría llamarse el liberalismo político democrático en el siglo pasado- cabe decir fundador de los dos partidos mayoritarios de tendencia democrático liberal del siglo XX en la República Dominicana, finalizaba su fecundo periplo vital , en aparente e insólita claudicación ideológica, en táctica convergencia con el más genuino representante del conservadurismo por no decir del trujillismo y el “neotrujillismo”.

El libro del laureado poeta y escritor Cándido Gerón “Juan Bosch: La traición a un símbolo” constituye una bien documentada prueba del precitado adefesio para quienes crean aún en el poder iluminador de la memoria histórica.

Luego fue el giro de “partido de cuadros” a “partido de masas”, lo que no implicaría en sí mismo nada reprobable y -bien podría haberse juzgado como una típica redefinición partidaria, si ello no hubiera arrasado consigo una de las aportaciones indiscutidas del profesor Bosch al sistema de Partidos en la República Dominicana: la necesidad de que los miembros que se adscribieran a la organización por él fundada se sometieran a un serio y profundo proceso de formación política. Para ello instituyó los denominados “círculos de estudios”, lo que ciertamente contribuyó aforjar en la sociedad dominicana el criterio de que ser peledeísta era sinónimo de reciedumbre moral y capacidad intelectual. No es preciso demostrar, lógicamente, que la precitada percepción hoy no es más que una ilusa quimera, dándose el caso de que en la actualidad funcionarios prominentes de la actual gestión no han leído nunca un libro de formación política y hasta se ha dado el insólito caso de que algún miembro de su bancada legislativa ha confesado su ignorancia sobre la delicada función de legislar. Desde luego no resultaría del todo extraño que algún férvido peledeísta, y hasta algún ortodoxo “Boschista” aplatanado, defendiera tales hechos como resultado de un necesario cambio de táctica.

Esta vez, ante la encrucijada interna de definir su actitud ante la reelección, el Partido de la Liberación Dominicana vuelve a dar señales manifiestas de que sus miembros, sobretodo los que ocupan posiciones gubernamentales, están hechos del mismo barro de aquellos a los que otrora criticaron.

Ya se sabe del caso de depauperados empleados públicos a quienes, en nueva reedición de lo que podría denominarse “neoinquisición política” se les conmina a manifestar su adherencia al reeleccionismo so pena de ser despedidos. En el trujillismo a quienes no estaban con el régimen se les denominaba “desafectos”, ahora desde el ala “Leonelista” del PLD a quien no una su destino al carro triunfal del reeleccionismo se le denominará “Danilista”.

Sus funcionarios, abandonando sus deberes al frente del Estado- lógicamente preservando sus sueldos y privilegios- se lanzan a una comedia denominada “consulta popular”, con lo que se reedita el traumático episodio, esta vez con el agravante de su temprano inicio, de que en la administración pública vuelve a reinar la dejadez y el desorden. Todo en nombre de la sagrada causa reeleccionista.

Y para colmo de males, y como pesaroso augurio de las desventuras que nos aguardan, el jefe del Estado, sin cuyo consentimiento abierto o tácito, no hiciera proselitismo el funcionario, se ha definido a sí mismo como “el león”, dispuesto a defender a sangre y fuego sus dominios, con lo cual los endebles restantes miembros de la selva hemos entrado en razonable pánico, pues no se precisa ser experto en salvajes especies para saber que al ver cuestionado o discutido su poderío y su territorio el león no sólo ruge sino también destroza y mata.

No considero necesario abundar en más razones para dejar demostrado que ya no es posible para el PLD insistir en que sus atributos son diferentes al resto de los partidos tradicionales y que la realidad se ha encargado de hacer añicos aquella maniquea distinción que de un lado colocaba a “los demás” y de otro a los “peledeístas”.

No soy tan pesimista como para no creer que tanto las organizaciones como las personas pueden regenerarse. Para ello es preciso despojarse de arrogancia y hacer sana “introspección. Al momento, sin embargo, y hasta prueba en contrario, sostengo que el PLD “ya es como los demás”.

Ojalá el futuro venidero me obligue a desdecirme.

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