El PLD:
un análisis

<p><strong>El PLD</strong>:<br/>un análisis</p>

JOSÉ MANUEL GUZMÁN IBARRA
Los partidos políticos no están en crisis, si bien su credibilidad -según miden distintas encuestas de opinión- está rezagada cuando se compara con instituciones como la prensa o la iglesia, la población sigue, a pesar de todo, entendiendo que son el mejor instrumento para la convivencia democrática.

Las luchas internas por el poder no son otra cosa que eso, y que el enfrentamiento, por agudo que sea, no tiene mayores consecuencias. Desde esa tesis me dispongo como miembro del PLD a hacer un análisis de coyuntura política.

El PLD posee en la actualidad fortalezas evidentes.

La coyuntura actual se plantea como su mejor momento desde hace décadas. Ha disfrutado del favor mayoritario del voto en tres de cinco elecciones, siendo los dos últimos resultados electorales especiales por haber obtenido un gran favor popular sin que fueran determinantes, como en el pasado, el apoyo de otros partidos.

El PLD ha logrado penetrar distintos niveles sociales con gran efectividad. Si alguna crítica pudiera hacerse en este punto sería que el PLD ha cambiado la sociedad con mayor lentitud de lo que la sociedad lo ha cambiado a él; pero ese es otro tema.

Las decisiones trascendentes del partido habían recaído desde el año 1996 en los hombros de tres de sus miembros: Leonel Fernández, Danilo Medina y Temistocles Montás.

En este marco el PLD se enfrenta a una circunstancia inquietante: la aspiración a la candidatura presidencial del 2008 de dos de estos hombres. Este enfrentamiento, es imposible ocultarlo, ha creado cierta incertidumbre tanto en los simpatizantes del partido oficial como en muchos de sus miembros.

Algunos analistas han llegado incluso ha plantear el cisma inminente y la crisis, que implicaría el debilitamiento del partido con mayores simpatías.

Desde nuestro punto de vista, el hecho de que Danilo Medina haya renunciado a la Secretaría de la Presidencia y optado por anunciar sus aspiraciones presidenciales, no debía extrañar a nadie. Nada tiene de extraordinario que si este es el mejor momento para el PLD ¿por qué un hombre del poder debía dejar pasar la oportunidad? Si el PLD, por primera vez desde su fundación cuenta como partido de una simpatía generalizada ¿por qué no tratar de cosechar esa coyuntura?

El resultado de las elecciones últimas parecen demostrar que el PLD es la suma de las acciones de sus dirigentes principales, en la comparación con el último gobierno, el prestigio del Presidente del país y del partido, y la imagen eficiente y profesional de sus dirigentes, ha logrado posicionarlo como un partido en el que el votante confía, por encima incluso, de un candidato particular.

Muchos nuevos legisladores sin gran ascendiente político -ni liderazgo propio- parecen demostrar esa tesis. En ese marco la tesis danilista de que con cualquiera se gana, aunque exagerada tiene mucho sentido.

En principio, las aspiraciones del dirigente Danilo Medina no implican, ni ahora ni después, fraccionamiento de la maquinaria partidista como algunos auguran. Al menos no como signo fatal, como ha sucedido en otros partidos. A pesar de la creciente tensión interna y del laborantismo partidista, el futuro del PLD como partido no tiene porqué estar en juego.

En realidad, desde que Juan Bosch dejó la dirección efectiva del partido, el PLD ha logrado, construir un sistema colegiado en la toma de decisiones, y aunque la trilogía mencionada se hayan constituido en el eje principal de ese sistema, no es menos cierto que este eje, por su propia dinámica, ha generado dirigentes nuevos, influyentes, que junto con el dirigente tradicional forman parte de los organismos de decisión del partido. La competencia interna por la candidatura, lejos de debilitar la forma colegiada de la toma de decisiones, tiende a fortalecerla, aunque sus actores principales pudieran no quererlo.

Muchos dirigentes que aspiran a tener más espacio político, con posteriores aspiraciones presidenciales o sin ella, aún tomando partido circunstancialmente por uno de los presidenciables, estarán apostando por mantener el sistema que hace al PLD un partido diferente a todos los demás: su dirección colegiada. La razón es simple, lo necesitan.

Ninguno de esos dirigentes cuestiona que tanto el líder del partido y presidente, Leonel Fernández -la reelección nunca ha estado prohibida en el PLD- como el ex secretario de la Presidencia y miembro del Comité Político, Danilo Medina, busquen la nominación del PLD.

Está claro que el reto es importante y exige un nivel de madurez y respeto por los principios democráticos de los actores principales, por un lado, y un esfuerzo del partido por lograr un fortalecimiento institucional por otro. Esta coyuntura puede subsanar algunas fallas electorales del pasado, y el PLD puede como partido, salir fortalecido.

Otros escenarios, de carácter catastrófico son posibles, pero poco probables. Esta realidad debe condicionar al activista responsable a cuidar los argumentos y a mejorarlos, creo que para el votante importa poco si “con cualquier se gana” y le importa mucho más qué hacer cuando se gana. Cada propuesta debe buscar la legitimidad en la interpretación de la realidad electoral, política y social del votante actual. Un debate de ideas, cuidando los argumentos, recordando que los argumentos públicos, aunque dirigidos en esta etapa al miembro del PLD, llegan a todos los ciudadanos que miran con lupa a su última esperanza partidista.

Muchos opinan que de nada sirve que el PLD siga en el poder si no es capaz de mantener la diferencia con los otros partidos primero, y desde esa diferencia ir transformando el país en uno mejor y más justo. El resultado electoral es importante, pero gobernar bien ahora y después, no debe estar en juego.

Los reeleccionistas y los danilistas deben recordar que la debacle del PRD se debe en gran medida al hecho de haber dejado que sus luchas internas se convirtieran en crisis y pretendido, además, traspasarlas al país.

Creo y quiero creer que eso no ocurrirá en el PLD.

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