El plebiscito

El plebiscito

UBI RIVAS
El presidente Leonel Fernández, programático, sensato y cultor de las formas, propicia un plebiscito, una figura jurídica nueva en el país para la tomas de decisiones trascendentales en el cual el pueblo consultado determine las reformas que entiende resultarán en beneficio de todos por igual.

Esto a propósito de que se rumora la intención y/o necesidad de reformar, nueva vez, la Carta Magna, aprovechando el rol protagónico que asumirá el PLD en el Congreso, que ganó en la justa comicial reciente, 22 senadores y 94 diputados, para debutar en el dominio congresional por primera vez en su historia de 33 años de fundarlo el líder superhistórico profesor Juan Bosch.

El PLD debe y tiene obligatoriamente que pisar fino, caminar “por la raya” o “por la maceta”, como se asigna a un desempeño correcto, para no fallar estruendosamente en la confección de una legislación amplia que reditúe en beneficio de las inmensas mayorías, como resultó el concreto fracaso de tanto el PRD como el PRSC cuando dispusieron del control bicameral y nada hicieron sustancialmente para variar la postración de pobreza del pueblo dominicano y la situación de subdesarrollo que nos encharca.

¿O formalizaron coyunturas de altas referencias algunos de los dos?.

El PLD no puede caer en el pantanal del error y la falta de respeto a los gobernados en que cayeron el PRSC en 22 años de trágica administraciones sangrientas y de corrupción moral profunda signada por el liderazgo turbio del doctor Joaquín Balaguer y los gobiernos del PRD que se intercalaron con el partido colorado.

Porque si el PLD cae en ese pantanal sórdido, entonces el colapso de la partidocracia dominicana será un hecho, como aconteció en Venezuela, Brasil, y por un tris en Colombia y Ecuador, donde la partidocracia se tambalea ominosamente hacia el fin.

Entonces el país procurará una cuarta opción, un hombre nuevo, que podría ser un reformador académico, que los hay, y muchos, o un hombre de cuartel, que aunque no abundan, se identifican figuras.

Lo cierto es que el país está en la expectativa de cómo el PLD administrará el paquete de poder total que empezará a accionar a partir de agosto 16 venidero; estaremos todos muy pendientes de cada paso, medida, legislación en que para validarlo o sancionarlo, inclusive se menciona por primera vez la instauración de otra figura jurídica-política nueva en el referéndum revocatorio, para desplazar en un momento específico, al gobernante de turno por incumplir lo prometido y esperado por el pueblo.

Porque la época de las asonadas cuartelarias, huelgas para derrocar gobernantes, magnicidios como en 1899 y 1961, han demostrado no resuelven los apremios de la sociedad dominicana, y ahora, la experiencia señala que los procedimientos vienen y resultan ser el uso de los mecanismos institucionales legales para superar los diferendos entre el pueblo y sus gobernantes.

Sobre todo en nuestro país derrocar gobiernos constitucionales fue parado en seco por el pueblo el 24 de abril de 1965, en que por primera vez en la historia soldados regulares de las Fuerzas Armadas unieron hombros con el pueblo en procura de restaurar el hilo constitucional roto por la intolerancia condenable de Unión Cívica Nacional, que fue tragada por la historia por ese imperdonable error.

Como craso error de UCN consistió echar del país al doctor Balaguer y considerarlo un muerto político, cuando los muertos políticos solo lo son cuando los conducen al cementerio, nunca antes.

Ahí están los ejemplos del propio doctor Balaguer, del general Juan Domingo Perón y ahora el inefable Alan García.

El plebiscito que propone el presidente Fernández es un atisbo de todo lo programático y novedoso que redituará al país el control bicameral del PLD a partir de agosto 16 próximo. Esperemos y observemos todos.

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