El pleito entre Trujillo y Cabot

El pleito entre Trujillo y Cabot

Boston, por sus familias oligarcas, es la ciudad más aristocrática de Estados Unidos.  Allí la frase famosa es que “los Lowells sólo hablan con los Cabots y los Cabots sólo hablan con Dios”.  Un muy joven John Moors Cabot, de apenas 28 años de edad, soltero, llegó como secretario de la legación norteamericana en Santo Domingo en 1929.  Trajo un bello carro deportivo convertible color rojo que causó sensación. Vivía en la calle Santomé.

El ministro americano Evan E. Young, enterado sobre los planes de Trujillo para tumbar el gobierno de Horacio Vásquez, en diciembre de 1929 se reunió dos veces con el joven militar, quien negó todos esos planes y se comprometió a no ejecutarlos. Young salió del país el 5 de enero de 1930 y el 21 de ese mes llegó su sustituto Charles Curtis, quien visitó Santiago el 9 de febrero, lo que obligó a los que organizaban el golpe desde esa ciudad a posponerlo. El 22 de febrero Federico Velásquez informó a la legación norteamericana que el día siguiente se iniciaría la revolución en Santiago y ese mismo día Cabot salió en su carro hacia esa ciudad para averiguar lo que pasaba.  Conversó con Estrella Ureña mientras Trujillo reafirmaba al ministro Curtis su lealtad hacia el gobierno.

El 23 Cabot salió de Santiago hacia la capital pocas horas antes de que ese domingo estallara allí la revolución que capturó la fortaleza, sin oposición militar. Los revolucionarios entonces salieron hacia Santo Domingo. El lunes 24 el canciller dominicano despertó a Curtis avisándole que el presidente y el vicepresidente querían asilarse. Vásquez, Curtis, Cabot y otros se trasladaron a la fortaleza para conversar con Trujillo. Cabot salió otra vez ese día hacia el Cibao para informar que Vásquez estaba dispuesto a que el vicepresidente Alfonseca renunciara y logró negociar una tregua con los revolucionarios quienes ya estaban en el kilómetro 37 de la carretera y así parar momentáneamente su avance sobre Santo Domingo. Siguió hacia Santiago donde informó a Estrella Ureña y a Desiderio Arias sobre lo decidido por Horacio Vásquez.  El ministro Curtis reportó que Trujillo le había informado otra vez  que tanto él como su ejército eran leales a Vásquez.  Pero Trujillo luego le dijo que las tropas que habían sido enviadas para detener a los revolucionarios habían sido “flanqueadas” y que éstos marchaban sobre la capital. La realidad fue que el ejército tenía instrucciones de dejarlos pasar.

El martes 25 Cabot, todavía en Santiago, se reunió con Estrella Ureña y Elías Brache y obtuvo propuestas políticas de ellos, saliendo con ellas hacia Santo Domingo.

Cabot se reunió de nuevo con los revolucionarios en la carretera de Santiago a la capital y los convenció de no avanzar más, al tiempo que explicaba la propuesta de los revolucionarios, al gobierno de Vásquez, tomaba nota de sus contrapropuestas y salía de nuevo en su bello automóvil hacia Santiago. Pero esa noche se rompió la tregua y los revolucionarios avanzaron sobre la capital. Curtis reportó ese día a Washington la traición de Trujillo.

El 26 las tropas revolucionarias entraron a la capital. Cabot salió otra vez hacia el Cibao y en el kilómetro 83 se encontró con Estrella Ureña y retornó con él a la capital. Mientras tanto Trujillo se mantenía en la fortaleza, como si no tuviera nada que ver con el asunto. Curtis sugirió en ese momento a los dominicanos que Trujillo no fuese candidato y que fuese expulsado del ejército. El día 27, con todo el país en manos de la revolución, menos la fortaleza de Puerto Plata, Vásquez se reunió con Estrella Ureña en la legación americana y allí acordaron:

1. Que Vásquez designaría a Estrella Ureña como Secretario de Interior.

2. El Congreso promulgaría de inmediato la Ley Electoral de 1924, que era más justa que la vigente.

3. Vásquez firmaría esa ley y renunciaría de inmediato, viajando a Puerto Rico.

4. El nuevo Presidente (quien según la Constitución sería Estrella Ureña) designaría un gabinete de hombres sobresalientes, representativos de todos los partidos.

5. Todas las armas de los rebeldes serían entregadas al nuevo gobierno.

6. Ni Alfonseca ni Trujillo podrían ser candidatos en las próximas elecciones.

Curtis y Cabot estaban indignados por la traición de Trujillo y por las evidencias de que realmente era la figura clave tras el golpe. Sin consultar a Washington, el 1 de marzo Curtis envió a Cabot a la fortaleza para que hablara con Trujillo. El Departamento de Estado había anunciado ese mismo día que reconocería al gobierno de Estrella Ureña.  El propósito de Curtis era lograr que Trujillo saliese del ejército.  Estrella Ureña se iba a juramentar como presidente dos días después.

Existen dos versiones de lo ocurrido en la fortaleza entre Cabot, Trujillo y Estrella Ureña.  Veintisiete días después Trujillo se entrevistó con el coronel Richard M. Cutts, quien había sido su superior cuando ese oficial de la Infantería de Marina Norteamericana estaba en Santo Domingo y quien en ese momento, dado que la ocupación militar todavía perduraba en Haití, se encontraba prestando servicios en Puerto Príncipe.  Se reunieron en Elías Piña. El joven militar dominicano estuvo acompañado por Rafael Brache y Roberto Despradel.  En su largo reporte al Departamento de Estado sobre esa reunión Cutts explicó que Trujillo consideraba que Curtis era su único obstáculo para llegar al poder. En cuanto a lo ocurrido en la fortaleza el 1 de marzo Trujillo le explicó: “Cabot había llegado allí sin anunciarse y le había dicho a Trujillo con violencia: ‘general Trujillo usted nos ha demostrado que es totalmente incapaz de proteger la paz, la seguridad en la república, por lo que la Legación norteamericana exige de usted su renuncia inmediata como comandante del ejército’. Trujillo le contestó preguntando: ‘¿Con qué autoridad usted viene aquí con una exigencia como esa? ¿Cree usted que el gobierno americano puede dictarle a otro gobierno, a través de su representante, quien comandará o no comandará sus fuerzas? No es asunto suyo, ni de Estados Unidos’. 

De inmediato mandó a buscar a Estrella Ureña y mientras tanto, Cabot hizo ‘otros comentarios muy personales’ y Trujillo le dijo ‘que como esos comentarios eran personales, lo resolveríamos personalmente’. Llegado Estrella Ureña y enterado del intercambio, el presidente aprobó todo lo que había dicho Trujillo. Más tarde, siempre según Trujillo, el asunto fue mencionado al ministro Curtis, quien dijo ‘que él no esperaba que el señor Cabot hubiese manejado el asunto justo de esa forma’, lo cual me indicaba claramente a mí, Trujillo, que tenía conocimiento sobre el esfuerzo por forzar mi salida a través del disgusto del gobierno americano”.

Cabot escribió sus memorias en 1979, casi 50 años después del incidente. Allí narraría:  “Temprano en la mañana de ese sábado fui enviado por Curtis para decirle a Trujillo en la fortaleza: ‘Que en cuanto a nosotros concernía nada teníamos que ver con él. Washington no nos había autorizado a decir esto, pero en 1930 era una amenaza formidable, sobre todo porque controlábamos las aduanas. A medida que hacía énfasis en mi argumentación, Trujillo se trastornaba más y comenzó a decir que dejaría todo el asunto político. Comencé a ronronear internamente con el convencimiento de que había tenido éxito en mi misión, cuando ¿quién entró en la habitación sino Estrella Ureña? Le explicamos la naturaleza de nuestra conversación y Estrella Ureña dijo muy sentenciosamente que no podía gobernar sin Trujillo. Eso me derrotó. Hay algunos que me han acusado, a través de los años, de haber puesto a Trujillo en el poder. La verdad es exactamente lo contrario.

Después del suceso de febrero de 1930 tiramos todos los bloqueos de caminos en su trayectoria que decentemente podíamos. Sabíamos lo que estaba por venir, nosotros en Santo Domingo hicimos lo que pudimos para evitarlo y tan sólo fue la no-disposición de Washington de adoptar una clara posición pública contra él, lo que le permitió a Trujillo imponer su despotismo sobre República Dominicana. (Es interesante notar que en las elecciones dominicanas de 1978, cuando las fuerzas armadas trataron de impedir la escogencia presidencial por parte del pueblo dominicano, Washington reaccionó de manera bastante similar a como lo hicimos nosotros en la Legación en 1930). Tal vez Washington tenía razón en 1930. La intervención había llegado a tener una sucia reputación en América latina. No hay forma en que hubiésemos podido parar a Trujillo, excepto rehusando entregarle los ingresos aduaneros y eso hubiese tenido que ser apoyado por la fuerza. Probablemente nos equivocamos en la decisión de enviarme para darle un ultimátum a Trujillo. En la diplomacia no es inteligente limitar las opciones que uno tiene. No es inteligente darle a la oposición una clara visión de nuestras intenciones. No es inteligente fanfarrear, pero, sin embargo, si no hubiese sido por la intervención de Estrella Ureña creo que hubiésemos tenido éxito”.

Siete días después de este incidente Curtis reportaba que Trujillo sería candidato presidencial y que los militares de todo el país influían a favor su aun no oficial candidatura. Quince días después del incidente Curtis citaba intimidaciones por parte del ejército y 17 días después Trujillo era formalmente nominado como candidato a la presidencia y Estrella Ureña a la vicepresidencia, pero este último, ese mismo día, le advirtió a Curtis que Trujillo lo dominaba y le pedía que se hiciese saber que los norteamericanos no reconocerían a Trujillo.  Curtis pidió autorización para decir eso, pero el Departamento de Estado, en base a la política del momento de no-intervención, negó la autorización.

Estrella Ureña se exiliaría el año siguiente, fecha en que Curtis quedaría desempleado. Cabot se fue del país a los 3 meses de juramentarse Trujillo. Llegó a ser embajador en Brasil y Subsecretario de Estado, Encargado de América Latina en cuya condición visitó al país en 1953.  El dictador no lo recibió. En cuanto a Trujillo, fue dueño y señor de su país durante 31 años.

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