El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente…

El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente…

La frase que sirve de título a estos comentarios no es nueva, pero sirve para ilustrar la magnitud del drama a que está siendo sometida la sociedad dominicana a la hora actual.

En efecto, los últimos seis años han sido testigos de un proceso de reducción sistemática de los espacios de libertad y de  respeto a las instituciones democráticas, por las que tanto ha luchado el pueblo dominicano durante medio siglo.

En el año 2004, el Presidente Leonel Fernández, que salió del poder en el 2000 sin tener una obra que exhibir,  que no fueran unos cuantos carriles elevados y muchos proyectos sin realizar, retornó sorpresivamente, gracias a los  efectos deletéreos sobre la industria turística y los negocios de los ataques del 11 de septiembre  del 2001 sobre las Torres Gemelas; la división del PRD sobre el tema de la reelección presidencial y la quiebra fraudulenta de tres de los principales bancos del país, se prestaron para una bien orquestada campaña de satanización por parte del PLD y sus aliados, que aún intenta hacer perdurar. Desde entonces hemos vivido un proceso regresivo en todos los órdenes de la vida pública y privada que está a la vista de todos.

A partir de la designación de un nuevo jefe de la Policía y del Secretario de Estado de Interior hemos visto cómo el crimen, el contrabando, el tráfico de drogas y armas, y el lavado de activos se han estado manifestando hasta niveles increíbles, los megaproyectos y su financiación han dejado ver el refajo de las maquinaciones, y las autoridades civiles, militares y policiales dominan o protegen  en la práctica el enriquecimiento ilícito galopante que arropa todos los niveles del gobierno, no obstante las honrosas excepciones que confirman la regla, porque  las hay.

Lo cierto es que Leonel Fernández ha logrado aglutinar en torno a sí un grupo de jóvenes e intelectuales que lo ayudan a tratar de crear una imagen positiva en lo personal, pero es tal la carga de desesperanza que tiene el pueblo que cualquier cosa puede pasar a la primera de cambios. También se ha perdido parte de la mística perredeísta.

Sin embargo, hay que reconocer que el Presidente ha procedido con gran habilidad para alcanzar sus objetivos despóticos y en los desmanes que ha hecho con el patrimonio nacional con relativa paz social, respetando la vida y las opiniones de los intelectuales que no pueden comprar, aunque no le ha puesto freno a los abusos de los representantes de la ley.

Pero esta situación parece estar cambiando radicalmente a la carrera después de las últimas elecciones congresuales y municipales. Así, el cierre de programas y estaciones de carácter opositor, sin someterlos a la justicia ordinaria, las amenazas de muerte y vías de hecho contra comunicadores y manifestantes desarmados y la violación a normas elementales de buen gobierno, todo ello nos indica que el poder casi absoluto que obtuvo con malas artes, se está manifestando como la corrupción más absoluta de este régimen.

Pero todo llega a su fin, el PRD parece que ha comprendido al fin que su papel político es hacer una oposición firme, prepararse para gobernar a partir del 2012, casi una visión de nación y de solidaridad, dejando de lado las cosas que puedan separar a sus lideres, porque el país le está pidiendo a gritos que salga en su auxilio, frente a los peligros que se avecinan con este despotismo lleno de mentiras y medias verdades.

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