El poder cultural de las becas

El poder cultural de las becas

Las becas es una herramienta idónea, estupenda, como pivote enorme de poder cultural para que florezcan los capullos de talentos que tanto abundan por doquier y que no eclosionan por ausencia de un soporte económico que permitan polinizar sus iniciativas y expandir la cultura.
No solo la cultura, sino infinidad de carreras técnicas, manuales, profesionales, paréntesis de la vinculada a los menesteres del arte, música, pintura, literatura, escultura y las llamadas “profesiones libres”.
La etapa luminosa del Renacimiento en la Italia cuna planetaria del arte con Florencia, lamida por el Arno, como referencia máxima de ese esplendor cultural sin reprisse hasta hoy, eclosionó por el protagonismo excelso de auténticos mecenas, que contrajeron nupcias con promover y auspiciar la cultura con el único recodo de retorno a sus inversiones espontáneas que el disfrute de percibir como decenas de talentos canalizaron el caudal de sus creaciones porque recibieron el espaldarazo a sus potencialidades dormidas.
Lorenzo de Médicis y Federico Sforza fueron dos mecenas en sus feudos florentinos, responsables de promover talentos sin parangón, como Nicolás Maquiavelo, para solo citar al padre de la psicología y cartilla silabaria para gobernantes que definió en El Príncipe, para su protector, Lorenzo el Magnífico, hijo del papa Alejandro Borgia.
Inclusive la gesta inmortal del descubrimiento de América por el intrépido nauta genovés Cristóbal Colón fue posible por el mecenazgo de Luis de Santángel y Martín Alonzo Pinzón.
La Edad de Oro del Renacimiento promocionó a Leonardo de Vinci, el artista más completo de la historia; Rafael Sanzio; Brunelleschi; Andrea Verrochio; Piero della Francesca; El Bosco; Vitoria Colonna, pintor y mecenas; Alberto Durero; Andrea Mantegna; Corregio.
Émulo cultural que asumió en RD el presidente Juan Bosch otorgando millares de becas, y Juan Luis Guerra, y un huérfano horizonte.

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