El poder de una imagen: más allá de la política, un gesto por la nación

El poder de una imagen: más allá de la política, un gesto por la nación

Por Gabriela Bonilla

En tiempos de incertidumbre, una imagen habla más que las palabras. En un país donde las convicciones políticas a veces parecen estar por encima del bienestar de la nación, resulta sanador el abrazo entre el presidente Luis Abinader y el expresidente Leonel Fernández durante la clausura del Congreso Mundial de derecho en la UASD, que más que un gesto protocolar, fue un mensaje potente, simbólico y necesario.​

Ambos líderes, con historias políticas distintas, se encontraron en un escenario internacional, frente al Rey de España y más de 300 juristas de todo el mundo. El momento fue espontáneo, pero su significado fue profundo. No se trató de una alianza partidista ni de una estrategia electoral; fue una señal de madurez institucional y de que, frente a desafíos como la crisis haitiana, la República Dominicana necesita cohesión, no confrontación.

El contexto no es menor. La crisis con la vecina nación ha escalado a niveles alarmantes, con implicaciones directas para la seguridad, la economía y la estabilidad de nuestro país. Ante esta realidad, el presidente Abinader, quien ha sido un gran capitán de barco manejando altas marejadas y con la gran sabiduría que debe acompañar a un mandatario frente a la situación actual, convocó a los expresidentes Fernández, Danilo Medina e Hipólito Mejía a una reunión de alto nivel para abordar la situación.

Los expertos en lenguaje no verbal coinciden en que un abrazo sincero y el levantamiento conjunto de manos son símbolos de reconciliación y de fuerza compartida. En este caso, representan la esperanza de que estos líderes pueden dejar de lado las disputas partidistas para trabajar juntos por el bien común.​

Captado por las cámaras y difundido ampliamente, este gesto también envía un mensaje a la ciudadanía: los líderes pueden y deben trabajar juntos cuando el bienestar que actualmente vive y exhibe el país está en juego. Es una invitación a superar la polarización y a construir puentes.

Aunque la acción no resuelve la crisis haitiana, si representa un mensaje claro y marca un paso importante hacia una respuesta coordinada y efectiva. Es un ejemplo de liderazgo responsable y una muestra de que, cuando se antepone el interés nacional, es posible encontrar puntos de encuentro.

El país gana cuando sus líderes se unen: gana en confianza, en estabilidad y en proyección internacional porque, al final del día, lo que nos une es más fuerte que lo que nos divide.

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