El pasado 15 de enero ocurrió algo que muchas personas conocieron en el momento, pero que nosotros valoramos desde la óptica del papel del consumidor, como fuerza social y económica con capacidad para cambiar las reglas en el mercado global, y dar un vuelco hacia una racionalidad en las relaciones entre proveedores y consumidores.
Definitivamente, solo la existencia de una buena competencia hace posible los cambios en las prácticas y en las normas que pueden marcar un antes y un después en las relaciones entre los prestadores de servicios y bienes a los consumidores y usuarios.
Eso fue lo que ocurrió para que la aplicación de mensajería WhatsApp postergara para mayo la decisión de cambios en las condiciones de uso, en la que se propone el intercambio de datos con Facebook lo que provocó una polémica, pero sobre todo una gran estampida de los usuarios hacia la competencia.
La preocupación de los usuarios tiene que ver con la privacidad de los datos al compartir la información whatsapp con sus superiores o la empresa matriz, Facebook. Debemos recordar que a los usuarios de la aplicación se nos vendió “mensajes cifrados de extremo a extremo”, lo que significó una gran seguridad y es la forma de comunicación masiva más usada en el mundo.
Aunque después de la alimentación la comunicación es la necesidad más acuciante del ser humano, lo que se demuestra en las actuaciones nuestras en las redes sociales y las múltiples agrupaciones de WhatsApp y otras aplicaciones, es sin duda un gran indicio de que comunicarse es esencial en el Homo sapiens.
El anuncio de que los términos iban a ser cambiados propició la migración instantánea a la competencia, y Telegram y Signal pasaron a ocupar el primero y segundo lugares por la corrida de los usuarios de WhatsApp.
Estas aplicaciones siempre alegaron que eran más seguras y fueron las receptoras obligadas de los que decidieron dejar WhatsApp, que bajó de 11.3 millones a 9.2 millones en menos de una semana.
Ahí está el valor de la competencia, si no hubiera existido se imponen las condiciones o el monopolio.
WhatsApp es el servicio de mensajería más popular del mundo; atribuye lo ocurrido a un malentendido entre los usuarios y anunció que para mayo “vamos a aclarar la información errónea sobre cómo funciona la privacidad y la seguridad en WhatsApp”.
Defendió el llamado “cifrado de extremo a extremo” para que nadie más tenga acceso a los contenidos.
Es importante conocer los nuevos requisitos, los contratos de adhesión de la aplicación, cosa que nadie lee y a la hora de reclamar quedamos atrapados.
Hace algunos años asistimos a una reunión de la OCDE, donde se debatió el contenido de los contratos en el comercio electrónico y un técnico francés demostró que se debía disponer de, al menos, una hora para leerlos y otra para entenderlos.
En esa reunión los representantes de los consumidores globales, a través de Consumers International y otras organizaciones presentes, propusieron que esos contratos debían ser más amigables, transparentes y que se puedan leer en al menos 15 minutos.
Como nadie lee los contratos, será de una gran utilidad que el ente regulador, en nuestro caso el INDOTEL, regulador de las telecomunicaciones, lo asuma como tarea y les informe a los usuarios sobre las cláusulas que le pueden perjudicar; de la misma manera que velar por la seguridad de los datos personales para que estos no estén en manos y boca de todo el mundo.